Para que no las marchitaseis nunca,
para que no pudieran corromperse,
para que en su entelequia no caduquen,
no las he puesto aquí, sino más dentro.
He cogido las flores sin cogerlas,
para que se conserven en nostalgia,
para que por deseo se emancipen.
Ni siquiera son flores lo que os traigo.
Ni siquiera son flores lo que os traigo.
Son la flor de la flor, su maravilla.
Su despacioso reventar
comprimido en un soplo de pujanza.
El hallazgo de todo su perfume
en un solo suspiro de ebriedades.
El concurrir de vuestros ojos limpios
el brete inaugural de primavera.
Que empalaguen el aire con su dulzor espeso.
Traigo néctar de vida,
la miel que nos resarce en la zozobra.
En la flor de esta edad,
os he cortado flores que no existen.
La prímula que crece en parte alguna,
el azahar de nadie, la rosa de los vientos.
La balsámica flor, la flor etérea,
la abstracta flor que aturde nuestras horas:
una línea sin más,
la vertical fragante en nuestro ensueño.
No quiero daros flores que declinen.
Algo que flota en algo os he traído,
nada que huele a nada, en este ramo.
Carlos Marzal (Fuera de Mi 2004 Visor de Poesía )
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