29 de diciembre de 2007

La Gloria de los niños


LA GLORIA DE LOS NIÑOS
Novela
Luis Mateo Díez
Alfaguara 2007
224 páginas

No es fácil resumir esta novela fábula de mi paisano y contemporáneo Luis Mateo Díez. Después de sus espléndidas novelas Las Estaciones Provinciales (1982), La Fuente de la Edad (1986), con la que obtuvo el Premio nacional de Literatura y el Premio de la Crítica, nos ha deleitado con excelentes cuentos ambientados en ese lugar imaginario de Celama donde cuelga la mayoría de sus relatos.

Algo más extenso que un cuento pero sin la extensión o la profundidad de una novela, la gloria de los niños es sobre todo una evocación emotiva de la infancia, de esa infancia que sufre o ha sufrido, de esos niños que por la fuerza de las circunstancias se han hecho adultos sin saber lo que es jugar. Niños adultos que cargan con la responsabilidad de cumplir un mandato que no entienden, que son utilizados para cuidar de hermanos más pequeños, pedir limosna o afanar alimentos para toda la familia.

Se trata evidentemente de una alegoría y el Pulgar de la historia es evidentemente el Pulgarcito de nuestros cuentos, pero también esos millones de niños víctimas desamparadas de la orfandad y la supervivencia en países como Colombia, la India o incluso los suburbios de nuestras ciudades.

Luis Mateo Díez vuelca en el personaje tanta emoción que poco a poco nos vemos sobrecogidos por su tenaz obstinación en encontrar a sus hermanos más pequeños dispersos tras el abandono del padre, la muerte de la madre y el bombardeo de la humilde casa en la que se refugiaban.
Pero como escritor avezado sabe que no hay que cargar las tintas. Son los desamparados, los que ya han perdido todo, los que más dispuestos están a ayudar, a compartir unas magras provisiones o a dar la información buscada. Así, cuando ya nos tiene enteramente subyugados siguiendo ansioso los pasos de nuestro Pulgarcito, el novelista se vuelve poeta y encuentra en sus registros palabras de inmensa ternura y patetismo.

Estamos ante una de las novelas más entrañable de un narrador cada vez más intensamente comprometido con la imaginación y la vida, y en la que podemos conocer algunos de sus personajes más inolvidable.

Estas son algunas de esas frases que quedan grabadas a buril en la mente tras la lectura de este emocionante relato.

La percepción del dolor de la madre destilaba de la tristeza con que en ocasiones se expresa el cansancio o la desolación, ese punto en el que la mujer trabajadora parece perder la conciencia de su cometido, como si el cuerpo ya hubiese obtenido el límite del desgaste al que se puede llegar, y el alma derramara en los ojos todo el desaliento del esfuerzo.


No hace falta que los niños se hagan hombres antes de tiempo. A veces en esa condición de la infancia es donde radica la mayor fuerza que esparce la inocencia. Nadie es mas fuerte que el inocente, por mucho que la maldad resulte destructiva. Los buenos siempre acaban siendo los dueños del mundo, porque las razones de la bondad son las que corresponden al corazón humano. Es la confianza en la bondad la que hace mejor al hombre, por encima de tantas vicisitudes en las que gana el mal.

28 de diciembre de 2007

Nuestros límites


¡Qué fácil es confundir nuestros prejuicios con la realidad! Arthur Schopenhauer comentó en cierta ocasión: “La mayoría de la gente confunde los límites de su visión con los límites del mundo”. Sin embargo una y otra vez las metas que creíamos imposibles de lograr son alcanzadas, las barreras infranqueables son derribadas. Nos obstinamos en decir “eso es imposible” mientras otros se dedican a intentarlo. Debemos de dejar de ver las cosas únicamente a través de nuestros miedos, nuestras fobias y nuestros puntos de vista. El pensamiento no puede determinar la realidad pero si nos repetimos una y otra vez que jamás seremos capaces de dominar una técnica, de alcanzar una meta, haremos que de verdad se cumpla la profecía.

24 de diciembre de 2007

Feliz Navidad


Amigos que os acercáis a este blog,
este es mi deseo:
Para que la Paz y el Bien ganen la partida
démosles una oportunidad
en nuestro corazón.

Antigua - Guatemala



En Guatemala tengo colgados un montón de recuerdos. Unos son buenos, otros fueron inicialmente malos pero se convirtieron en buenos, y otros los más son inolvidables.

Hace 18 años yo era aún un fumador empedernido de al menos dos cajetillas diarias. Un mal catarro contraído en Colombia incubado en a lo largo de Panamá y Costa Rica desembocó en Guatemala en una auténtica crisis de asma que requirió internamiento en un hospital de la capital, el quedar varios días incomunicado de mi familia nunca tan lejana como en aquella ocasión, a parte del susto por la falta de aire, y la angustia de la impotencia y de la soledad. Y digo que lo que potencialmente tenía visos de una catástrofe se convirtió en una bonanza porque el miedo a que circunstancia semejante volviera a repetirse hizo que dejara de inmediato el tabaco y no volviera a fumar desde entonces un solo cigarrillo.

Hace 6 años volví a Guatemala por última vez. Llevaba una gran nostalgia en el corazón, la de visitar por fin Santiago de los Caballeros más conocida como Ciudad Antigua de Guatemala. Estábamos próximos a la Semana Santa por lo que me recomendaron especialmente la visita ya que la ciudad es conocida por sus vistosísimas procesiones. En efecto, las calles se preparaban para una de esas procesiones y cientos de personas ultimaban las vistosas alfombras de flores que cubrían la calzada todo a lo largo de las calles por las que discurriría la procesión.

Antigua es una ciudad congelada en el tiempo. Fundada en el siglo XVI guarda todo el sabor del estilo barroco colonial. Fue una de las tres ciudades más importantes de Latinoamérica, universidad e importante centro cultural y religioso hasta que en 1773 el terremoto Santa Marta destruyó parcialmente la ciudad y las autoridades decidieron mover la capital a su emplazamiento actual. Las ruinas de los diferentes conventos dan una idea de lo que debió ser esta ciudad de calles tiradas a cordel y orientadas de norte a sur y de oriente a poniente desde la plaza de Armas. Tres volcanes rodean la ciudad. El de Agua, el de Fuego y el Acatanango que desde sus imponentes cumbres vigilan la ciudad reverentemente tendida a sus pies y las fumarolas que de vez en cuando se desprenden del volcán de Agua, explican a las claras el motivo por el que la ciudad ha quedado como paralizada en el tiempo. Las coloridas casas bajas de grandes rejas y balcones coloniales han sido ocupadas por intelectuales y artistas guatemaltecos que han convertido la vieja capital en ciudad de pintores, escritores, artesanos y profesores de español. La declaración de Antigua como patrimonio de la Humanidad, y su proximidad a Estados Unidos han contribuido a que esta hoy tranquila ciudad se haya convertido en centro de enseñanza de español para estudiantes de Norteamérica.

Al rato de recorrer la ciudad y visitar la catedral tropiezo con una procesión. El morado de las túnicas, las tallas de madera policroma, el incienso, y sobre todo la sobrecogedora piedad que se refleja en los rostros y en los gestos tanto de penitentes como de espectadores me impresionan. Me imagino que así debieron ser nuestras procesiones de Semana Santa en España antes que el turismo, la costumbre y la pérdida de valores religiosos las convirtieran en una atracción folklórica vacía de su contenido religioso.

Después de la procesión me acerco al antiguo convento de Santo Domingo, convertido hoy en un magnífico hotel, restaurante y museo etnológico. Cada reliquia, cada, piedra, cada talla, me hablan de épocas de gloria y de conquista. No me siento a gusto. La religión no se puede imponer a los pueblos con la fuerza de la espada. Bajo las piedras que hoy admiro yacen unas poblaciones indígenas, los cachiqueles, y una cultura maya desaparecida salvo por los pocos vestigios que nos han quedado enterrados en la espesura de la selva.

Pasar un día en esa ciudad casi medieval, en un ambiente festivo y religioso me han apartado momentáneamente del ajetreo y los negocios de la gran ciudad. No puedo irme de Guatemala con esa impresión agridulce de nuestro empeño “civilizador”. Por ese motivo a la mañana siguiente visito el Museo etnológico de la capital totalmente dedicado a los vestigios de la cultura maya… Deambulando por las diferentes salas me encuentro con Katherine. Es una joven cooperante alemana que colabora con una ONG en Chichicastenango. Juntos, silenciosos y un poco emocionados recorremos la exposición y admiramos una cultura aniquilada por la ignorante brutalidad del fanatismo.

Invito a Katherine a compartir el almuerzo y nos preguntamos ambos sobre la responsabilidad de los modernos conquistadores que disfrazados de benefactores cooperantes, portadores de la luz y del progreso invadimos los pueblos indígenas y los arrancamos de sus costumbres y creencias ancestrales a cambio de unas medicinas y unas latas de Coca-Cola.

20 de diciembre de 2007

19 de diciembre 2007

Una de mis pequeñas alegrías Navideñas es asistir a los Conciertos de Villancicos ofrecidos por Caja Burgos, una de nuestras dos Cajas de Ahorros locales.
En el espléndido marco de la Casa del Cordón, antiguo palacio donde los Reyes Católicos recibieran a Colón tras su segundo viaje a América y hoy sede de la isntitución Bancaria, pudimos ayer disfrutar del Coro inglés "Voces8" Formado por 6 voces masculinas y dos femeninas. Este Grupo tiene un increíble resgistro que va desde la música del siglo XVI y XVII a la música Gospel, al Jazz o a la música más actual.
Escucharles fue un auténtico placer. Esta mañana he acudido su página web y he podido dejarme envolver de nuevo por la magia de sus voces pero ya no ha sido igual. Esa trémula palpitación del corazón, ese suave calambre en los brazos ha desaparecido. Nunca una grabación, por perfecta que sea puede emular la emoción que embarga al oyente de una pieza en directo, particularmente cuando es cantada a capella.
Pero no tenemos el don de la ubicuidad y las grabaciones es lo siguiente mejor de lo que disponemos. Gracias a You Tube rememoro aquí una de la piezas cantadas en este concierto

19 de diciembre de 2007

Delacroix: La libertad guiando al pueblo

LA LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO
1830 Museo del Louvre
Paris

“El último gran artista del Renacimiento y el primero de los modernos” así le llamó Charles Baudelaire. Para el poeta francés, el lugar de honor de Delacroix en la historia del arte estaba asegurado no sólo por su audacia y originalidad – rasgos propios del Romanticismo – sino por encontrar su expresión dentro de una tradición. En lo que otro poeta, Paul Valery, pudo resumir con estas palabras: “La auténtica tradición en las grandes obras no estriba e rehacer lo que otros han creado, sino en reencontrar su espíritu, que crea obras nuevas en otro tiempo”. Delacroix supo reencontrar el espíritu de Miguel Ángel o de Rubens y crear así, en su época, obras de arte completamente diferentes.

Si en el cuadro de La muerte de Sardanápalo, Delacroix libera a la esclava femenina es posible afirmar que es para transformarla en estandarte y crear La libertad guiando al pueblo versión épica de la mujer que sale de su alcoba para comprometerse con las grandes causas. Y es precisamente sobre una alfombra de muertos que arrastra a la muchedumbre furiosa. Y es también el seno femenino, que surge de su vestido, el que encarna las virtudes sociales de la República, como se ha podido ver después de manera oficial, gracias a los sellos popularizados por el servicio de correos francés. Además es la primera composición política moderna. Marca el momento en el que el Romanticismo abandona las fuentes de inspiración antiguas para formar parte, de manera decidida, de la vida contemporánea. Delacroix escribe a su hermano, el general: “He optado por un tema moderno, la barricada,,, y si no he vencido por mi patria, por lo menos pintaré por ella”. No obstante el pintor perteneció a la milicia nacional y con ese atuendo se pinta a sí mismo en este cuadro. Algunos han visto en el joven tamborilero que esgrime sus pistolas al Gavroche de Los Miserables descrito por Victor Hugo treinta años después. Se pueden apreciar reminiscencias de Goya, Gros, y sobre todo de Géricault. El rey Luis Felipe adquirió el cuadro por 3.000 francos, pero se cuidó mucho de mostrarlo al público.

17 de diciembre de 2007

Tarjetas de navidad

Soy un anticuado... sin remedio. Me gustan las tarjetas de Navidad escritas de puño y letra!

No, no es porque aproveche para hacer indagaciones grafológicas... Es porque a través de la tinta y el papel, me figuro un campo en que quien me escribe va dejando palabras como semillas sentimientos a flor de piel, amistad que reconforta el corazón.

Pero los tiempos cambian. Me han enviado feliciaciones virtuales que yo he reenviado a decenas de personas. Naturalmente he pensado en ellas al escribir su dirección de correo, pero el esfuerzo es tan nimio que me parece como si no hiciera bastante. sólo se necesita dar al botón de reenviar y poner cuantas direcciónes queramos o tengamos en la mente.

Agradezco muy sinceramente todas las felicitaciones, quiero que se me entienda. Algunos de mis amigos, son amigos virtuales y esta es la única manera que tienen de comunicar conmigo... Les estoy muy muy agradecido.

No estoy comisionado por Correos, pero sigo pensando que por estas fechas me alegra la vista y el corazón recibir tarjetas postales y ponerlas sobre el mueble. Es una forma indirecta de abrir la puerta de casa al amigo y decirle: "Pasa, estás en tu casa! Brindemos juntos esta Navidad.

16 de diciembre de 2007

Poesía Clásica China


Canción de una dama virtuosa

Sabiendo que ya tengo marido,
me obsequiasteis dos brillantes perlas.
Conmovida por tan sincero afecto,
las prendo en mi veste roja de seda.
Los altos pabellones de mi casa
se yerguen junto al jardín del monarca,
y mi marido vigila el palacio,
espada al cinto y lanza en mano.
ya sé que tenéis un corazón puro
como el sol y la clara luna,
pero debo cumplir con mi deber
de seguir a mi esposo eternamente.
os devuelvo las perlas,
bañadas en lágrimas.
¡Qué inmensa tristeza!
¿Por qué el destino no quiso
que os conociese cuando era soltera?
Zhang Zi (766-830)

Brooklyn Follies

BROOKLYN FOLLIES
Novela
Paul Auster
Anagrama 2006
Panorama de Narrativas
Título original: The Brooklyn Follies 2006
Traducido del inglés por Benito Gómez Ibáñez
310 páginas

Debo confesar que había leído muy poco de Paul Auster aunque su nombre me fuera de sobra conocido y hubiera quedado muy impresionado por el guión de la magnífica película “Lulú on the bridge”
Hace unos días ví este título y tras leer la reseña en la contraportada decidí que podía ser un libro como otro cualquier para empezar a conocer mejor a este escritor Norteamericano, urbanita pesimista, amante de Poe y de Whitman, y declarado detractor del Presidente Bush.

La Reseña venía a decir lo siguiente: “ Nathan Glass ha sobrevivido a un cáncer de `pulmón y a un divorcio después de treinta y tres años de matrimonio, y ha vuelto a Brooklyn, el lugar donde nació y pasó su infancia. Quiere vivir allí lo que le queda de su “ridícula vida”. Era un vendedor de seguros; ahora que ya no tiene que ganarse la vida, piensa escribir El libro de las locuras de los hombres. Contará todo lo que pasa a su alrededor, todo lo que le ocurre y lo que se le ocurre. Comienza a frecuentar el bar del barrio, y está casi enamorado de la camarera, la casada e inalcanzable Marina. Y va también a la librería se segunda mano de Harry Brightman, un homosexual culto y contradictorio, que no es ni remotamente quien dice ser. Y allí, en la librería, se encuentra inesperadamente con Tom, su sobrino, el hijo de su amada hermana muerta, a quien hace años que no ve. El joven había sido un universitario brillante, la gran promesa de su promoción. Y ahora, solitario y con unos kilos de más, conduce un taxi, urde teorías sobre “el valor ontológico de la vida de un taxista”, ayuda al misterioso Harry Brightman a clasificar sus libros, y está enamorado de H.M.P la Hermosa Madre perfecta… y poco a poco, inmerso en una fascinante red de personajes y descubrimientos, incorporado, en suma, de nuevo a la “espesa jungla de la vida”, Nathan irá descubriendo que no ha venido a Brooklyn a morir, sino a vivir.

Mi primera sorpresa ha sido que se trata de una comedia con final feliz. Quizá demasiado feliz para ser del “austero Auster”. Se nota sin embargo que se mueve fuera de su ambiente habitual. Debía haber algún motivo para ello, y éste se encuentra en una mención clave: “El 11 de Septiembre”. Creo que fue oscar Wilde quien dijo que si te sentías feliz debías escribir una tragedia” Pues bien, Auster toma la frase al revés y como presiente negros nubarrones para el futuro de occidente escribe una comedia que viene a decir algo así como “Hay que coger la vida como viene y tratar de hacer ella una bonita historia. Sus personajes así lo hacen. Todos están pasando por momentos trascendentales en sus vidas y para todos el gran consejero en que se ha convertido Nathan Glass tiene buenos consejos y la promesa de una arcadia feliz que en este caso se cumple reafirmando si cabe la tesis del autor.

El propio autor se confunde a veces con Nathan Glass y la novela toma tintes autobiográficos, El propio Auster parece estar describiéndose en estas palabras de Glass: “Cada hombre contiene varios hombres en su interior, y la mayoría de nosotros saltamos de uno a otro sin saber jamás quiénes somos. Optimista un día y pesimista al siguiente; pesaroso y mudo por la mañana, riendo contando chistes por la noche”

15 de diciembre de 2007

Escuchar

Una de las cosas que más nos cuesta es escuchar. Nos sorprendería constatar en una conversación el tiempo que dedicamos a hablar y el tiempo que dedicamos a escuchar.
Los sabios, las personas que admiramos, probablemente son personas que sobre todo preguntan y escuchan.
No aprendemos por lo que decimos sino por lo que oímos.
Cada vez que me sienta tentado de monopolizar la conversación trataré de recordar que tengo dos orejas y una sola boca para recordarme que las debo escuchar el doble de lo que hablo.

8 de diciembre de 2007

Poema en prosa


Cuando voy sola, de noche, a mi cita de amor, los pájaros no cantan, el viento está inmóvil, las casas de la calle aguardan silenciosas...
Y mis ajorcas tintinean a cada paso. ¡Qué vergüenza...!

Cuando, sentanda en el balcón, espero sin aliento sus pasos, veo las hojas mudas de los árboles, el agua quieta del río, como la espada en el regazo de un centinela dormido...
Y mi corazón palpita, enloquecido. ¡Y no sé como callarlo!...

Cuando llega mi amor y se sienta a mi lado, cuando mi cuerpo tiembla y se me cierran los ojos, la noche se oscurece, apaga la brisa mi lámpara, las nubes velan las estrellas...
Y el tesoro de mi pecho brilla. ¡Y no sé como apagarlo!...

Rabindranath Tagore
El Jardinero

El mal grita más alto que el bien

Quiero pensar que todos estamos de acuerdo en que este mundo nuestro del que tanto despotricamos tiene más cosas buenas que cosas malas, que es mayor el número de gente de bien que el de personas malvadas; sin embargo, cuando hojeamos el periódico, cuando escuchamos la radio, cuando hablamos entre amigos, el tiempo dedicado a lo negativo supera de manera abrumadora a lo positivo, tanto que acaba haciéndonos perder la perspectiva y a veces nos sume en el desconcierto, el pesimismo y en un cierto abandono a la fatalidad de las cosas.

Hoy he declarado la guerra a esa actitud fatalista y desde que me he levantado he decidido pasar por el tamiz de una valoración objetiva a todas las personas, objetos y acontecimientos de mi vida, haciendo balance al final de día no sea que me haya embarcado en un autocomplaciente optimismo.

Al salir de casa me encuentro a la puerta del ascensor con Maribel. Es vecina nuestra desde hace más de treinta años. Alegre, dicharachera, me saluda y me pregunta por mi nieta. Perdió a su marido joven hace unos años víctima de un cáncer fulminante. Tuvo que ponerse a trabajar para sacar adelante a sus tres hijos, aún pequeños. Todos los vecinos hemos admirado su entereza y su valiente manera de encarar la vida.Ella me hace recorrer mentalmente los nombres de todos los vecinos de la casa y curiosamente no encuentro a nadie que pueda abiertamente considerar como mala persona. Algunos me caen bien y otros menos bien pero de nadie puedo decir nada negativo. Extiendo la imaginación más allá y pienso en mi ciudad y en mi vida rebuscando aquellas personas que me han hecho daño de una manera conscientemente, que me han tratado injustamente, que merezcan todo mi desprecio. Posiblemente nuestra mente está dotada de una especie de amnesia para las cosas malas, porque me cuesta encontrar nombres, poner rostros detrás del concepto mala persona.

Ciertamente, se me podrá decir que mientras tanto, en algunos rincones del mundo, se concentra la pobreza, la tiranía, la esclavitud. Mi optimismo no puede enmascarar la realidad de los niños indios cosiendo balones desde los ocho años, de las niñas tailandesas ultrajadas en los prostíbulos de Bangkok, ni de los bebés sudaneses que mueren de hambre comidos por las moscas en los esqueléticos brazos de sus madres. Son realidades brutales que nos golpean como bofetadas.

La felicidad de muchos no puede jamás compensar el dolor y la desgracia de uno sólo. Pero no se trata de eso. El dolor, el sufrimiento causado por la maldad y el egoísmo existen. Nadie puede negarlo y los periódicos, la televisión, la radio se encargan de recordárnoslo. Lo que pretendo subrayar es que al lado de todo el mal del mundo existe también la bondad, la abnegación el sacrificio, la generosidad; que por cada persona a la que podemos tachar de mala hay cientos, quizá miles que no saltan a los medios y que por consiguiente para nosotros no existen. Y es de esas personas anónimas, fundamentalmente buenas de las que quiero acordarme hoy.
No olvidaré jamás que el mal existe, pero quiero pensar en las gente de bien que rara vez merece una línea en los periódicos. Quiero pensar en las cosas buenas que ocurren en el mundo. El los niños que se recuperan de una leucemia gracias a los avances de la medicina, en el teléfono móvil que me permite susurrar un buenas noches a mi nieta aunque esté a cientos de kilómetros, en Internet que me permite disponer del saber del universo sin salir de mi salón, y en los modernos electrodomésticos que han simplificado la vida de nuestro hogar.

Seguirá habiendo accidentes, catástrofes, sunamis, desgracias de todo tipo que serán noticia con letra de molde. Sufriré con los que en ellos pierdan a seres queridos, queden incapacitados o pierdan todos sus bienes, pero dejaré de agobiarme porque por cada avión que se estrella, decenas de miles realizan felizmente su vuelo.

Reconozco que las personas malvadas existen, que el mal es un hecho, pero sé positivamente que en la balanza del bien y del mal, el bien silencioso, anónimo, intrascendente, pesa más y eso renueva mi optimismo fundamental en el ser humano y en la existencia.

Mi vida sin Hailey

MI VIDA SIN HAILEY
Novela
Jonathan Tropper
Ediciones El Andén S.L. 2007
Título original: “How to talk to a widower” 2007
Traducido del ingles por Beatriz Martínez Ruiz
333 páginas

Por alguna razón que no llego a entender los escritores americanos con un mayor sentido del humor son casi siempre de origen judío. Jonathan Tropper no es excepción y su última novela es una explosiva combinación de ternura y humor.

El protagonista, Dough Parker se ha quedado viudo a los 29 años. Se aferra desesperadamente a la memoria y amor de su esposa fallecida en un reciente accidente de aviación. Se sumerge en el alcohol, intenta la liberación a través de escarceos extramatrimoniales, escribe una columna autobiográfica en un periódico local, y sobre todo se autocompadece, se autoinculpa y se autoanaliza sin incesantemente comparando todo lo que hace con lo que hubiera hecho con ella…

A su alrededor la vida sigue: su hermana gemela se separa, la hermana menor se va a casar, él se hace cargo de un adolescente hijo de difunta esposa y su padre se va sumiendo lentamente, con algún destello de lucidez, en un pozo de senilidad. Pero esas circunstancias que parecen resbalar sobre él como meros accidentes que le provocan y le recuerdan su pérdida, a pesar suyo, le sacan de su mundo. Le obligan a convivir. Pero convivir significa también compartir y Jonathan acaba compartiendo con los que le rodean su dolor abriendo así el camino de su posible recuperación.

Es una historia sencilla, tierna y llena de humor que recomiendo para las horas bajas: Una y otra vez nos repetimos: “Se llamaba Hailey. Ahora ya no está. Y yo tampoco”.

3 de diciembre de 2007

¿Qué te falta para ser feliz?

Iba a escribir algo esta noche que me sirviera de reflexión. Antes, se me ocurrió mirar el correo y ahí estaba. Un pequeño y escueto mensaje lo acompañaba.... Decía algo así: "Federico, ¿qué te falta para ser feliz?"
No he podido seguir escribiendo. No lo necesito. Miro una y otro vez a esta pareja evolucionar en el escenario, él sin una pierna, ella sin un brazo y me pregunto: "Qué me falta para ser feliz?".