12 de septiembre de 2007

Para los felices "carrozas"


NO, NO QUIERO HACER AQUAGYM
Diario de mis sesenta años
Virginia Ironside
Plaza Janès 2007
284 páginas


No, no me equivoqué al leerlo. Sabía que era una diario escrito por una mujer para mujeres. Pero sabía también que esta excelente escritora inglesa me iba a hacer reír.
Siempre que se menciona el humor inglés vemos a un caballero inglés con bastón y sombrero, dejando caer, sin mover un músculo de la cara, o como quién no quiere la cosa, pequeñas frases con gancho. Pero el humor inglés femenino existe y Virginia Ironside nos lo demuestra es este diaro, espejo del “Diario de Briget Jones” pero en sincera, sensata e inconformista abuela de sesenta años….
Su lectura, al menos para los menos jóvenes, es refrescante y a fuerza de ser realista impresiona con algunas verdades del barquero. Y como para muestra basta un botón este extracto que sigue puede dar una idea de su contenido.


Por lo visto hay un tópico que dice: “Si eres viejo, tienes que estar mentalmente activo, físicamente vivo, incluso fascinado por la vida. Tienes que hurgar en tu cerebro con un palo afilado para que siga funcionando”. Pero yo digo: “¿Por qué?” Ya he estado fascinada, ya he sido curiosa. Ahora quiero relajarme. Quiero disfrutar del maravilloso alivio de no estar interesada. No creo que los ancianos que se pasan la vida recorriendo Mongolia en bicicleta con ochenta años y tirándose en parapente a los noventa sean brillantes especimenes de la vejez. Para mí no son más que trágicos fracasos que no han sabido aceptar el hecho de envejecer. Son de esas personas que desaprueban los liftings y aún así, con su comportamiento, están constantemente persiguiendo la juventud perdida. Yo quiero empezar a hacer cosas de viejos, no cosas de jóvenes.
Como empezar a desprenderme de mi patrimonio, en lugar de pasarme el día intentando adquirirlo. Verlo todo desde la distancia, y no desde cerca y como algo personal. No sentirme continuamente despreciada o pasarme las veinticuatro horas del día odiándome. Darme cuenta de que esta civilización, como todas las civilizaciones, terminará algún día; y que eso no me importe. Ser capaz de pasar un día sin hacer nada, en lugar de sentirme obligada a atiborrarlo con actividades para evadir la culpa y la ansiedad. Ser capaz de ver las cosas desde una perspectiva histórica y comprender que uno recoge lo que siembra. Ser agradable con la gente, en lugar de tener miedo de ella.
Ir en bici por Mongolia es para gente que tiene menos de cuarenta. Tomarse la vida con calma es para gente con más de sesenta. Pues bien, así es como yo lo veo. Me siento aliviada de esa terrible ética protestante de trabajo que me ha perseguido toda la vida. Me siento ligera, en calma, como un gran campo de maíz maduro oscilando lentamente en la brisa, todo regordete y bañado por el sol. Una sensación magnífica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que cuando uno/a es un poco "carroza" mira a los jóvenes como si fueran minúsculos retoños...!! y qué envidia dan !! jajaja

Willow dijo...

Ciertamente que cuando somos mayores nos tomamos la vida de otra manera. Sin embargo, quiero hacer cosas para las que antes no tuve tiempo, por trabajo, familia, etc., por lo menos hasta que el cuerpo aguante. V. Ironside tiene todo el derecho de vivir su vida como guste pero se pondrá tan oronda como esa mazorca al sol.