Me pregunto si nuestra vida está marcada por un solo amor que como los dioses védicos va sufriendo avatares o transformaciones a fuer de los años, los encuentros y las vacilaciones.
En algunos casos ese gran amor es el que estrena, con un estallido de fulgor, no sólo nuestros sentidos, sino también nuestros sentimientos. La vida puede truncar ese fulgor, alejar los caminos, extrañar los sentidos, cambiar los sentimientos, pero el trallazo de ese primer impacto sigue ahí, indeleble como marca de fuego que nos ha cauterizado para siempre. Nuestra vida puede seguir dando tumbos, podemos volver a enamorarnos, podemos incluso casarnos con otra mujer y tener hijos, pero nuestros amores, nuestras fidelidades y nuestras decepciones estarán siempre marcadas por el gran amor primero.
En otros casos, se hace esquivo, y como en una pesada broma nos somete a una interminable lista de pruebas y fallos como cuando, los ojos vendados, jugábamos a la gallinita ciega e intentábamos, palpando las ropas, adivinar el nombre de la amiguita que teníamos delante. Esas pruebas pueden ser más o menos largas, dejarnos marcas ligeras o profundas, incluso encadenarnos por leyes y contratos. Pronto nos damos cuenta sin embargo que no era eso lo que buscábamos. El sentido del deber, la compasión o la comodidad pueden habernos retenido al lado de la persona equivocada, pero sabremos siempre que hemos dejado pasar el tren de la felicidad. Algún día no obstante a través de cualquiera de las mil y una circunstancias de la vida, tendremos la mejor prueba de nuestro error. Ese gran amor que buscábamos está ahí, a nuestro alcance si tenemos un poco de suerte, inalcanzable quizá, la más de las veces, pero ya nada en nuestra vida será igual. Estamos frente a frente de ese amor, que será de verdad el gran amor primero, y que aunque no lo digamos, aunque no podamos decir nada, sentiremos que cala hasta lo más profundo de nuestro ser.
Para entonces, ya no será sencillo escapar al influjo de aquel recuerdo. Haremos esfuerzos, nos mentiremos incluso, buscaremos todos aquellos defectos y todos los errores que acompañaron aquellos primeros balbuceos, pero esos ojos, aquel gesto, aquellos labios vendrán a nuestra mente cuando menos lo esperemos y una nube cruzará nuestra mirada, un silencio súbito, o un suspiro traicionará nuestro gesto de hoy.
Habrá quien me diga que eso no es cierto, que cada día que nace, se estrena ante nuestros ojos una nueva vida, tan blanca, tan cuajada de posibilidades como queramos nosotros. El telón sigue alzado y en esa página blanca podemos escribir una y otra vez historias de amor a cual más absoluta. Me gustaría creerlo, pero no puedo engañarme. Mis anhelos no pueden apartar de un manotazo mis recuerdos.
Así las cosas pienso que lo más sensato es acomodar un huequecito en nuestra vida para él, para ese gran amor. Sabiéndolo cerca, aunque nos duela, siempre queda a nuestra mano el tratar de imitarlo, de reproducirlo a escala en la persona que llena ahora nuestra vida y nuestros anhelos.
6 comentarios:
Muy pocos se casan con su primer amor, por eso lo idolatran.
Hola!
Es precioso el texto que has puesto, sobre el primer amor, no tengo mucho que decir, pues... no estoy seguro que el hehco de conocer a una sola persona sepas que es para siempre. Creo que es mas bien lo segundo, vas conociendo personas y llega un momento en el que crees que: o esta delante de ti, o paso. Son dificil las deciciones que tenemos que hacer en muchos casos, y podemos llegar a pensar que vamos en el camino erroneo pero... creo que esas decisiones son las que nos hacen subir y conocernos mejor a nosotros mismo.
Es la primera vez que te leo, y me ha encnatado, ya me pasare por aqui mas a menudo :)
Un saludo
Gracias amigos
Sed bienvenidos y espero que críticos con lo que no estéis de acuerdo
Que decir del primer amor??
Nunca se olvida por dentro y a medida que envejecemos o se nos truncan los otros lo volvemos a pensar.
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