19 de agosto de 2007

Cámaras fotográficas


Estaba haciendo unas fotos a mi nieta cuando de pronto me fijé en la parte superior del visor de la cámara: cerca de cinco mil imágenes captadas con esta pequeña miniatura digital que tantas imágenes fugaces ha tratado de capturar...

Como volutas de humo, mis recuerdos se han empezado a agitar y en espiral envolvente me han llevado a mi primera cámara de fotos. La compré allá por los años sesenta en Penang, pequeña isla del norte de Malasia y puerto libre de impuestos. Acababa de pasar un año entero en Bangkok, y bien aconsejado decidí pasar mis vacaciones de verano en esa isla que me devolvía al clima templado de las costas europeas y me alejaba de tórrido, húmedo y sofocante calor de Bangkok. Siempre recordaré aquella pequeña Pentax con la que intenté captar imágenes y más imágenes de un país de ensueño. Eran imágenes en blanco y negro como correspondía a aquella época, pero los colores, los aromas, los sabores, la textura siguen intactos en mi memoria. Algunas de esas fotos, como la que preside este relato siguen desperdigadas en cajas de cartón o en algún álbum arriconado, pero curiosamente, siempre que me pierdo en ensoñaciones mi imaginación vuela hacia ese rincón guardado del pasado.

Desde entonces he tenido varias cámaras fotográficas. A todas las he tenido mucho cariño porque como bastón de ciego me han acompañado en mi trabajo, en mis viajes, en mis diversiones, en los eventos familiares, y en todos aquellos momentos en los que he sentido no tener ojos suficientes para absorber todas las sensaciones y las imágenes que se agolpaban ante mí.

Hoy, la pequeña Canon digital es la elegida y es feliz porque sabe que nunca hay una foto de más. Disparo a derecha y a izquierda, a veces sin ton ni son, porque ha desaparecido la barrera del coste, porque sabe que le esteré agradecido, con tan sólo haber captado una fotografía válida de las cien que han intentado capturar el momento. Las otras 99 se van al limbo de las imágenes "eliminadas" con un click tan banal que nunca más nos preguntamos qué ha sido de ellas.

Pequeña cámara Canon que has disparado cerca de cinco mil veces y me has ofrecido un centenar de bellos recuerdos para tí y para todas las que te han precedido, esta pequeña y nostálgica evocación fotográfica.

1 comentario:

Raisa dijo...

Un relato muy bueno, las fotos siempre nos traen grandes recuerdos.