Poeta, soñador, personaje exótico: Marc Chagall fue durante toda su larga vida un individualista y un artista solitario. Como judío que desdeñó soberanamente la vieja prohibición iconográfica, como ruso que rechazó la tradicional autarquía del arte eslavo, como miembro de una familia pobre y numerosa que conquistó la mundana elegancia de los salones de arte, Chagall fue una especie de viajero entre los mundos. Chagall tuvo siempre el encanto del inconformista, síntesis y medida tanto de la fuerza de integración de la cultura occidental como de su libertad. Una biografía no justamente cotidiana y su reflejo en un mundo de motivos extraños se transformaron en la importan del fenómeno Chagall, Y el artista nada dejó sin hacer para cultivar su imagen de forastero sorprendido que habla en voz baja, de ciudadano del mundo que permaneció niño, de visionario solitario. Su obra, profundamente religiosa y que expresa un gran apego a su tierra, es quizás la más insistente llamada a la tolerancia y al respeto a lo extraño que la modernidad fue capaz de producir.
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1 comentario:
Hoy conocí otro pintor más.
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