23 de agosto de 2007

Me ha entrado un virus ( I )


Un Simple virus, como el del catarro, se ha instalado en mi ordenador y ha trastocado toda mi semana de trabajo. Por mí mismo, no puedo solucionarlo. Ahí está, insidioso gusano que me va comiendo todo mi disco duro. Inteligente, ha atacado en primer lugar los programas ejecutables, las defensas del ordenador, los programas de inicio. Me ha cerrado todas las puertas. Ni siquiera puedo contemplar mi ruina. Deduzco que tranquilo ya de los ataques externos, se prepara ahora para merendarse tranquilamente los cientos de archivos que pacientemente he ido acumulando y no tuve la precaución de guardar en una copia de seguridad!

La inactividad forzosa me ha hecho pensar que quizá otro virus más pernicioso está a su manera destruyendo el disco duro de mi cerebro, de mi raciocinio. El virus no tiene nombre conocido, o quizá tiene tantos que ninguno es considerado particularmente peligroso: la pereza intelectual, el gusto por la evasión, la búsqueda de la tranquilidad, la necesidad de moverme, de hacer cosas, la incapacidad de estar quieto, el miedo a la soledad... En el fondo, es siempre el mismo, con diferentes nombres: este virus actúa como uno solo en el disco duro de mi cerebro y no le deja pensar. Cuanto más actúe y menos piense mejor... me puedo emborrachar con la acción, viajar al norte y al sur, leer libros, escuchar música, hacer cosas, llenar todos los vacíos de mi vida; pero sobre todo: ¡prohibido pensar!

Cierto que este virus actúa también ayudado por el entorno. Ya nadie quiere complicarse la vida. Pensar es un rollo. "¡Hay que vivir la vida y vivirla a tope!" oigo a menudo. Pero cuando indago más, me entero que vivir a tope consiste en irse de copas, en dormir poco, en rodearse de personas que actúan exactamente como yo, todos cortados por el mismo patrón de la copa de whisky, el chiste fácil y la música a todo volumen.

Si me considero un ser razonable y razonador, el disco duro de mi inteligencia aún no está del todo dañado. Estoy a punto de reaccionar, utilizaré las cosas sabiendo que son cosas, cuidaré de mi cuerpo sin olvidar mi espíritu. Disfrutaré de los paisajes, de los acontecimientos, del descanso pero me reservaré un cuarto de hora diario para tomar conciencia de que soy, de que vivo, y así, poco a poco, iré restableciendo con fuerza todos los programas dañados de mi intelecto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Fede:
Lo primero y principal darte las gracias por tus buenas vibraciones ... el resultado de mi analítica ha sido magnífico, estoy contenta, todos los tumorales negativos y con una salud espléndida.
En cuanto a lo del virus de tu ordenador es una auténtica faena, a mí me colaron uno a primeros de año y tuve que llevarlo a arreglar, me sentó como una patada en la espinilla. Paciencia.
No creo para nada que tú tengas un Troyano en el seso, eso es de todo punto imposible. Un beso

Paquita dijo...

Es una lectura preciosa, me gustó volverla a leer.

¡¡Pongamos a salvo nuestro disco duro!!

Cuesta tan poco a veces...

Saluditos