26 de enero de 2014

Escuela de bambú: Nakhonsawan


Ciudad de los cielos, ciudad celestial, esa es la traducción literal del nombre de esta bella ciudad en la confluencia de dos ríos, el Ping Y en Nan que se abrazan en pleno centro de la ciudad y a partir de ahí, ni vencedores ni vencidos, cambian de nombre y llegan a Bangkok y al mar bajo el nombre de  Chao Praya.

Situada en la llanura central de Tailandia, Nakhonsawan ha sido desde siempre un gran centro comercial y durante años sus comerciantes, en su mayoría de procedencia china han sido los que han fijado el precio del arroz para todo el país.  Aunque en la actualidad los precios del arroz están intervenidos por el Estado, los comerciantes  chinos  siguen siendo quienes en gran medida influyen en la fijación de los precios ya que los agriculturas dependen de ellos para obtener préstamos que les permitan comprar  simiente, abonar los campos, o aguantar hasta la venta del grano.


La ciudad existía desde la era Dvaravati y durante la era Sukhothai la ciudad se llamaba Muang Phra Bang pero fue el General Taksin quien empezó a darle relevancia al convertirla en base y bastión militar para defender a la ciudad de Ayuthaya de futuros ataques por parte de Birmania.

Posteriormente, en 1855 el Rey Mongkut  a través del tratado Bowring que establecía el libre comercio entre el Reino de Siam y Gran Bretaña, haría de la ciudad el centro de las transacciones tanto de madera de teka como de arroz, lo que trajo gran prosperidad a la ciudad y también un gran número de comerciantes chinos.


Aunque en la actualidad la comunidad china  está íntimamente mezclada con la comunidad tailandesa y los ideogramas chinos  han desaparecido prácticamente de las pancartas de los comercios,  la influencia china es notable. Los templos Chao Pho Tepharak y Chao Mae Taptin  así lo atestiguan, pero sobre todo  la solemnidad con la que se celebra en esta ciudad el año  nuevo del Calendario Chino “True Chin”   A pesar de que aún faltaban varias semanas para que se inicie el Año del Caballo, durante mi visita las calles ya estaban engalanadas y se empezaban a ver los preparativos, para las grandes procesiones del Dragón, del León o de la diosa Guan Yin.


Los templos budistas  Wat Siriwong y Wat Warana Banphot ambos situados  en sus respectivas colinas  ofrecen magníficas vistas sobre la ciudad y sus budas gigantes y esbeltas estupas  son  puntos de referencia  de la ciudad. preferibles a la Torre Observatorio o el pretencioso Ayuntamiento construido en imitación de la Casa Blanca de Washington. Por mi parte, me quedo con el amplio y silencioso templo Photaram Phraramluang: Un joven novicio barre el jardín frente a su “kuti”. En una “Sala” Un monje imparte enseñanzas a una pareja que ha venido a consultarte. Le ofrecen una cesta con alimentos y él les bendice y les entrega una pulsera de hilos de colores entrelazados. Alguien está haciendo sonar las   campanas que se alinean frente al templo principal. Su sonido no molesta porque intensifica el silencio reinante. A pocos metros el mercado central rebosa de animación a esta hora temprana de la mañana. Me da pereza abandonar el templo. Se respira tranquilidad. El reloj se ha parado. No hay prisa. La vida fluye como el Chao Praya que nace precisamente en esa ciudad.










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