La ciudad se llama Nakhonsawan ( Ciudad del cielo o ciudad celestial ) pero
su basurero huele como todos los basureros del mundo. Un
puñado de personas se precipitan a la descarga de cada camión para ser los
primeros a hurgar con un gancho en las entrañas
de las descarga y recuperar con la mayor celeridad posible todo aquello
que pueda ser reciclado: vidrio, tapones
de plástico, botellas, hierros.
Una jauría de perros hambrientos, por su parte,
se entremezclan con las personas,
adultos y niños para buscar ellos algún resto de comida. El polvo, las moscas y
el insoportable hedor no aconsejan demorarse, sin embargo, mi amigo, el Hermano Víctor era un habitual
del lugar. Hasta allí se acercaba con frecuencia para convencer a los padres de
que les traía más ventaja a la larga de que sus hijos, en lugar de escarbar en
la basura estudiaran. Consciente
de los problemas de integración de estos niños, consiguió un terreno cercano al basurero y allí construyó una
escuela preparatoria. Entre iguales, los
niños se adaptaban mejor a las reglas de higiene y limpieza, de disciplina y de
atención a los maestros. Posteriormente
los niños se incorporaban al colegio
de la Salle ya sea como alumnos externos o en el caso de niños huérfanos
o de familias con problemas como
internos becarios.
Desde
entonces el Ayuntamiento ha alejado el basurero, a más de 15 km de la ciudad. Muchas
familias han trasladado allí sus chabolas
de hojalata y cartones. No pueden perder
el tiempo en desplazamientos y hay que estar a pie de cada camión descargado. Nunca se sabe en
cuál aparecerá esa ganga que siempre se espera. Por otra parte el Hermano Víctor ya no está en Nakhonsawan. Ahora es el alma del Proyecto Escuela de
Bambú. La escuela cercana al antiguo basurero sin embargo sigue en pie y allí inician
preescolar una treintena de niños cuyos
padres prefirieron quedarse en la ciudad y trasladarse cada mañana al
basurero. Son niños alegres, y
cariñosos que se entretienen y aprenden jugando y que reciben una comida
caliente mientras los padres están fuera trabajando.
He tenido la oportunidad de
venir a
Nakhonsawan con el Hno. Víctor y no podía faltar una visita a querida
escuela de los basureros. Pero, además ha ocurrido algo que me ha
conmovido. Al visitar los basureros,
siempre atento a los niños sin
escolarizar, Víctor ha encontrado entre
ellos a una niña, Tong, que años atrás
él mismo había llevado a la casa albergue de la Salle. ¿Por qué está de vuelta en el basurero? ¿Qué
había ocurrido? Sin amigos en el
colegio, sin unos referentes
paternos, es lógico que le entrara la
nostalgia por una vida más azarosa
pero en la que tenía amigos y una
abuela con quién hablar. Sin pensarlo dos veces, Tong decidió
escapar del colegio sin decir nada a nadie. Caminó los 15 kilómetros que la separaban de
los suyos y se quedó con la abuela.
Cuando días después volvió a
echar en falta la escuela ya no se
atrevió a ir por miedo a un hipotético castigo.
Hablamos con Tong, hablamos con la abuela, hablamos con el colegio y al
día siguiente volvimos al basurero a buscar a Tong.
He visto un magnífico colegio en marcha, una ciudad
pujante, llena de vida que se prepara a celebrar el año nuevo chino, una
ciudad con hermosas colinas coronadas
con rutilantes templos, todo eso, se me
olvidará, pero nunca podré olvidar la cara de satisfacción del Tong cuando
volvía al colegio junto con otros compañeros
que nos habían acompañado a
buscarla. O quizá, lo que no logre
olvidar sea la alegría del pastor que
había ido a buscar a la oveja
extraviada y vuelve con ella en su viejo pick up color crema…..
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