22 de enero de 2014

Escuela de bambú. En los Basureros de Nakhonsawan


La ciudad se llama Nakhonsawan  ( Ciudad del cielo o ciudad celestial ) pero su basurero    huele como todos los basureros del mundo. Un puñado de personas se precipitan a la descarga de cada camión para ser los primeros a hurgar con un gancho en las entrañas  de las descarga y recuperar con la mayor celeridad posible todo aquello que pueda ser reciclado:  vidrio, tapones de plástico, botellas, hierros.
Una jauría de perros hambrientos, por su parte, se entremezclan  con las personas, adultos y niños para buscar ellos algún resto de comida. El polvo, las moscas y el insoportable hedor no aconsejan demorarse, sin embargo,  mi amigo, el Hermano Víctor era un habitual del lugar. Hasta allí se acercaba con frecuencia para convencer a los padres de que les traía más ventaja a la larga de que sus hijos, en lugar de escarbar en la basura estudiaran.                Consciente de los problemas de integración de estos niños, consiguió un terreno  cercano al basurero y allí construyó una escuela preparatoria.  Entre iguales, los niños se adaptaban mejor a las reglas de higiene y limpieza, de disciplina y de atención a los maestros.  Posteriormente los niños  se incorporaban  al colegio  de la Salle ya sea como alumnos externos o en el caso de niños huérfanos o de familias con problemas como  internos becarios.
                Desde entonces  el  Ayuntamiento ha alejado el basurero,  a más de 15 km de la ciudad. Muchas familias  han trasladado allí sus chabolas de hojalata y cartones.  No pueden perder el tiempo en desplazamientos y hay que estar  a pie de cada camión descargado. Nunca se  sabe en  cuál aparecerá esa ganga que siempre se espera.  Por otra parte el Hermano Víctor  ya no está en Nakhonsawan.  Ahora es el alma del Proyecto Escuela de Bambú.   La escuela  cercana al antiguo basurero  sin embargo sigue en pie y allí inician preescolar una treintena de niños  cuyos padres prefirieron quedarse en la ciudad y trasladarse cada mañana al basurero.  Son niños alegres, y cariñosos  que se entretienen  y aprenden jugando y que reciben una comida caliente mientras los padres están fuera trabajando.
He tenido la oportunidad de venir  a  Nakhonsawan con el Hno. Víctor y no podía faltar una visita  a  querida escuela  de los basureros.  Pero, además ha ocurrido algo que me ha conmovido. Al visitar  los basureros, siempre atento  a los niños sin escolarizar, Víctor ha  encontrado entre ellos a una niña, Tong,  que años atrás él mismo había llevado a la casa albergue de la Salle.  ¿Por qué está de vuelta en el basurero? ¿Qué había ocurrido?   Sin amigos en el colegio,  sin unos referentes paternos,  es lógico que le entrara la nostalgia  por una vida más azarosa pero  en la que tenía amigos y una abuela  con quién hablar.  Sin pensarlo dos veces,  Tong decidió  escapar del colegio sin decir nada a nadie.  Caminó los 15 kilómetros que la separaban de los suyos y se quedó con la abuela.
Cuando días  después volvió a echar en falta la escuela  ya no se atrevió a ir por miedo a un hipotético castigo.  Hablamos con Tong, hablamos con la abuela, hablamos con el colegio y al día siguiente volvimos al basurero a buscar a Tong. 
He visto un  magnífico colegio en marcha, una ciudad pujante, llena de vida que se prepara a celebrar el año nuevo chino, una ciudad  con hermosas colinas coronadas con rutilantes templos,  todo eso, se me olvidará, pero nunca podré olvidar la cara de satisfacción del Tong cuando volvía al colegio  junto con otros compañeros que nos habían acompañado  a buscarla.  O quizá, lo que no logre olvidar sea la alegría del  pastor que había ido a buscar a la oveja    extraviada y vuelve con ella en su viejo pick up color crema…..  

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