30 de julio de 2008

Tokio Blues de Haruki Murakami


TOKIO BLUES
NorwegianWood
Novela
Naruki Murakami
Tusquetes Editores 2005
Colección Andanzas
Título original : Norwegian Wood 1987
Traducido del Japonés por Lourdes Porta
383 páginas


Acabo de terminar esta novela de Murakami, uno de sus mayores éxitos europeos y mi admiración por este escritor se ha vuelto a acrecentar. De todos los autores japoneses que he leído, es probablemente uno de los más occidentalizados y no sé si es por el tono que imprime a sus novelas, por el ambiente eminentemente urbano en el que se desarrollan las mismas o por la obsesión del autor de dotar a sus personajes con la misma pasión por la música que el mismo siente y que ha consolidado en la vida real siendo durante un tiempo pinchadiscos en una famosa discoteca de Tokio.

Lo primero que llama la atención en la novela es que siendo una novela de tema “juvenil” nos encontramos con personajes que distan mucho de las estridencias y de la insensatez de los jóvenes europeos. Toru Watanabe, el protagonista de la obra, es un joven estudioso, prematuramente adulto, que parece estar de vuelta de todo y que sin embargo lleva la vida de un estudiante aplicado que se aplica en clase y estudia en la biblioteca, que trabaja a tiempo parcial para costearse los estudios y que frente a los jóvenes que se van cruzando en su camino exhibe un generoso desapego exento de cualquier egoismo, dispuesto a dar más cariño del que recibe, sacrificando las pulsiones instintivas del sexo y de la satisfacción a favor del cariño y la ternura que parecen estar mendigando estas jóvenes atormentadas o inseguras.

La tragedia parece acompañar a Watanabe y quizá es precisamente ese sentimiento trágico el que le confiere su extraña madurez. Su amigo Kizuki se suicida y casi sin proponérselo se hace cargo de la desdichada Naoko, novia de Kizuki y atormentada por extraños problemas psicológicos en torno a su sexualidad y al sentido de su vida. Naoko se retira a una casa de reposo en las montañas y allí convive con Reiko, una mujer madura y maternal que Murakami utiliza de disculpa para sus numerosos guiños al jazz y a la música pop de los sesenta. A pesar de estar ella también en esa casa de reposo, Reiko representa el contrapunto de madurez propio de la persona capaz de encajar los avatares y vicisitudes de su trágica vida en una visión serena y optimista del futuro.

Entre tanto se encuentra con Midori, exuberante y desenfadada a pesar de la trágica familia de la que procede, con un peculiar sentido de la lealtad a un novio exigente y retrógrado, y no por ello menos ávida a hablar de sexo y provocar a Watanabe y llevarlo al mismo borde del “no retorno”. Watanabe se deja hacer, se siente atraído por Midori pero prevalece su extraña lealtad de Naoko que como era de prever acaba suicidándose.

No hay mucho más argumento en la novela. Se diría que los personajes, viven, deambulan, se dejan llevar por los acontecimientos y sobre todo hablan y expresan de manera muy sincera sus más recónditos sentimientos. Y creo que es precisamente por eso que esta novela me ha gustado. Murakami es un maestro refinado del diálogo, a veces trivial, a veces humorístico y casi siempre profundo y muy sincero. Esta sinceridad, sobre todo cuando se trata de relaciones sexuales, y de sentimientos íntimos sobre placer y satisfacción pueden parecer particularmente extraños si tenemos en cuenta la época en que fue escrita la novela, 1987, y hacemos referencia a novelas europeas u occidentales contemporáneas.

Sin a penas argumento Murakami es capaz de mantener nuestra atención a lo largo de las 380 páginas de la novela. El secreto estriba quizá en un lenguaje a la vez poético y tremendamente concreto. La nieve, los dorados otoños y la verdes primaveras están presentes, como no podía ser de otro modo, en una novela japonesa; pero también se habla con todo detalle de comida, mucha comida, platos japoneses de todo tipo: sukiyaki, raamen, mochi o kimono y se mencionan por su nombre diferentes barrios y lugares de diversión de Tokio: Otsuka, Shinjuku, Minato-ku o Kabukicho. se citan autores japoneses consagrados como Kenzaburo, Oé o Mishima y a las novelas preferidas del autor como El Gran Gatsby de Fitgerald y La Montaña Mágica de Thomas Mann o El Guardián entre el centeno de Salinger y finalmente se hace referencia a películas del momento como El Graduado etc. Todos estos datos, nombres, títulos, dan a la novela un sentido extraordinario de realidad y concreción y la acercan al lector que siente vivir muy cerca de sí a los personajes de la novela y les sitúa en un lugar y un tiempo vivido.

Como suelo terminar con alguna cita, no puedo por menos que elegir la que sigue a continuación, impregnada de melancolía y de tranquila espeanza.:

” El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. NI la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso”.

4 comentarios:

Paquita dijo...

Esta me la comprare tambien jajaja
Ya la he visto mas de una vez en La casa del libro,asi que sera el proximo regalo que me haga jajaja.
Gracias por comentarla.
Un abrazo a pesar del calor

Cálida Brisa dijo...

Ya me lo he comprado jajaja
Asi que ya falta menos para leerlo.
Chao

Fede dijo...

Espero que te guste. Mi ecomendación si alguna es leerlo despacio

Anónimo dijo...

Una novela realmente triste,que refleja la desazon de todas esas almas perdidas, que no encuentran su sitio en la vida.
http://www.youtube.com/watch?v=cBCQMWMbeMU&feature=related