LA GLORIA DE LOS NIÑOS
Novela
Luis Mateo Díez
Alfaguara 2007
224 páginas
No es fácil resumir esta novela fábula de mi paisano y contemporáneo Luis Mateo Díez. Después de sus espléndidas novelas Las Estaciones Provinciales (1982), La Fuente de la Edad (1986), con la que obtuvo el Premio nacional de Literatura y el Premio de la Crítica, nos ha deleitado con excelentes cuentos ambientados en ese lugar imaginario de Celama donde cuelga la mayoría de sus relatos.
Novela
Luis Mateo Díez
Alfaguara 2007
224 páginas
No es fácil resumir esta novela fábula de mi paisano y contemporáneo Luis Mateo Díez. Después de sus espléndidas novelas Las Estaciones Provinciales (1982), La Fuente de la Edad (1986), con la que obtuvo el Premio nacional de Literatura y el Premio de la Crítica, nos ha deleitado con excelentes cuentos ambientados en ese lugar imaginario de Celama donde cuelga la mayoría de sus relatos.
Algo más extenso que un cuento pero sin la extensión o la profundidad de una novela, la gloria de los niños es sobre todo una evocación emotiva de la infancia, de esa infancia que sufre o ha sufrido, de esos niños que por la fuerza de las circunstancias se han hecho adultos sin saber lo que es jugar. Niños adultos que cargan con la responsabilidad de cumplir un mandato que no entienden, que son utilizados para cuidar de hermanos más pequeños, pedir limosna o afanar alimentos para toda la familia.
Se trata evidentemente de una alegoría y el Pulgar de la historia es evidentemente el Pulgarcito de nuestros cuentos, pero también esos millones de niños víctimas desamparadas de la orfandad y la supervivencia en países como Colombia, la India o incluso los suburbios de nuestras ciudades.
Luis Mateo Díez vuelca en el personaje tanta emoción que poco a poco nos vemos sobrecogidos por su tenaz obstinación en encontrar a sus hermanos más pequeños dispersos tras el abandono del padre, la muerte de la madre y el bombardeo de la humilde casa en la que se refugiaban.
Pero como escritor avezado sabe que no hay que cargar las tintas. Son los desamparados, los que ya han perdido todo, los que más dispuestos están a ayudar, a compartir unas magras provisiones o a dar la información buscada. Así, cuando ya nos tiene enteramente subyugados siguiendo ansioso los pasos de nuestro Pulgarcito, el novelista se vuelve poeta y encuentra en sus registros palabras de inmensa ternura y patetismo.
Estamos ante una de las novelas más entrañable de un narrador cada vez más intensamente comprometido con la imaginación y la vida, y en la que podemos conocer algunos de sus personajes más inolvidable.
Estas son algunas de esas frases que quedan grabadas a buril en la mente tras la lectura de este emocionante relato.
La percepción del dolor de la madre destilaba de la tristeza con que en ocasiones se expresa el cansancio o la desolación, ese punto en el que la mujer trabajadora parece perder la conciencia de su cometido, como si el cuerpo ya hubiese obtenido el límite del desgaste al que se puede llegar, y el alma derramara en los ojos todo el desaliento del esfuerzo.
No hace falta que los niños se hagan hombres antes de tiempo. A veces en esa condición de la infancia es donde radica la mayor fuerza que esparce la inocencia. Nadie es mas fuerte que el inocente, por mucho que la maldad resulte destructiva. Los buenos siempre acaban siendo los dueños del mundo, porque las razones de la bondad son las que corresponden al corazón humano. Es la confianza en la bondad la que hace mejor al hombre, por encima de tantas vicisitudes en las que gana el mal.
Pero como escritor avezado sabe que no hay que cargar las tintas. Son los desamparados, los que ya han perdido todo, los que más dispuestos están a ayudar, a compartir unas magras provisiones o a dar la información buscada. Así, cuando ya nos tiene enteramente subyugados siguiendo ansioso los pasos de nuestro Pulgarcito, el novelista se vuelve poeta y encuentra en sus registros palabras de inmensa ternura y patetismo.
Estamos ante una de las novelas más entrañable de un narrador cada vez más intensamente comprometido con la imaginación y la vida, y en la que podemos conocer algunos de sus personajes más inolvidable.
Estas son algunas de esas frases que quedan grabadas a buril en la mente tras la lectura de este emocionante relato.
La percepción del dolor de la madre destilaba de la tristeza con que en ocasiones se expresa el cansancio o la desolación, ese punto en el que la mujer trabajadora parece perder la conciencia de su cometido, como si el cuerpo ya hubiese obtenido el límite del desgaste al que se puede llegar, y el alma derramara en los ojos todo el desaliento del esfuerzo.
No hace falta que los niños se hagan hombres antes de tiempo. A veces en esa condición de la infancia es donde radica la mayor fuerza que esparce la inocencia. Nadie es mas fuerte que el inocente, por mucho que la maldad resulte destructiva. Los buenos siempre acaban siendo los dueños del mundo, porque las razones de la bondad son las que corresponden al corazón humano. Es la confianza en la bondad la que hace mejor al hombre, por encima de tantas vicisitudes en las que gana el mal.