24 de septiembre de 2013

Escuela de Bambú: Los Karen


Hace unas semanas asistí en un cercano  colegio del gobierno,   a la celebración del día de la Alianza  del Sudeste Asiático (ASEAN).  Las profesoras habían vestido a los niños con los trajes nacionales de los diversos países que conforman la alianza y el animador  con gran despliegue de bromas  y regalos   iba preguntando a los niños a qué país representaban.  Uno de los niños, más serio que un ocho,  proclamó: “Yo soy de nacionalidad  Karen”   Se hizo un gran silencio  que rápidamente el animador trató de  ocultar con una broma  y una nueva pregunta:  “¿Cuál es tu país? ” a lo que el niño volvió a responder  yo soy  de nacionalidad Karen.
Los Karen no tienen una nacionalidad  propia pero son el mayor grupo étnico  de Birmania y del  norte de Tailandia y representan aproximadamente  el 80% de los alumnos que vienen a nuestra escuela.  A pesar de que  buena parte de ellos  habita  el territorio Karen  en la zona montañosa  que se extiende a lo largo de la frontera  entre Birmania y Tailandia no han dejado de reivindicar su independencia y desde hace  más de cincuenta años mantienen una lucha abierta con el gobierno birmano que  para sofocar  la revuelta  ha   cometido   atrocidades  que rozan el genocidio  y ha empujado a más de 150.000 karen a campos de refugiados  en la frontera tailandesa  sostenidos  tutelados por las Naciones Unidas  pero bajo la estricta vigilancia del gobierno tailandés.

 ¿Quiénes son pues los Karen y de donde proceden?   Los Karen   abarcan  un grupo étnico  ramificado  en diversas tribus  que procedentes de “más allá del río que lleva arena “, posiblemente el  Río Amarillo en China, fueron bajando a través del Yunan  y el Tibet  hacia  los valles fértiles de la actual Nyanmar.   Comenzaron a llegar  probablemente   después de los Mon pero antes de que los Birmanos  se establecieran en el país.   Empujados por éstos,  y  enemigos de los enfrentamientos gran parte  de los Karen  se establecieron en las zonas  montañosas del  nordeste de Birmania  donde  practicaron una  agricultura de montaña, basada en la recogida de los frutos del bosque, la quema de  bosque  para  cultivar arroz  y otras legumbres,  y  el permanente desplazamiento  en busca de nuevos  claros en el bosque cuando la zona  habitada anteriormente dejaba de ser productiva.
Los Karen  adoptaron en su mayoría el budismo de los Mons,   sin embargo,  en sus leyendas se hablaba de un gran  líder que volvería algún día y de un libro, lo cual  ciertamente facilitó la labor de los misioneros  evangelistas que  desde mediados  del siglos XIX entraron en contacto con los Karen convirtiendo al Cristianismo a casi un tercio de la población.  Además del budismo  practican ritos  de carácter claramente  animista.  Todas los seres vivientes  tienen su “K’la” o espíritu y el hombre además  posee  su "Tha” o alma  que   vigila su conducta moral.
 El idioma Karen es de raíz sino-tibetana y tiene tres dialectos principales de los cuales el “S’ghaw”  hablado por los Karen Blancos  o montañeses, es el más importante.  Fueron los misioneros quienes  partiendo del alfabeto birmano  dotaron al idioma de una  escritura.
Los Karen viven en núcleos de población pequeños como corresponde a  los pueblos en continua migración. Construyen sus casas  sobre pilotes  y utilizan el bambú y la paja trenzada como material de construcción.  Su dieta  está basada en el arroz y las legumbres   Crían cerdos y pollos  en la parte baja de la casa,  y sus comidas  preparadas en  fuego abierto  están fuerte especiadas  con chiles pero también con  cardamomo, jengibre,  tamarindo y lima.  La fruta principal  disponible  es la papaya, la banana y el longan.   A pesar de ser  en gran parte tribus montañesas no consumen opio pero son fumadores habituales  y en ocasiones propensos al alcohol.  La población de  más edad,  y principalmente las mujeres  mastican la nuez de betel  que es un euforizante  que  deja  su paladar permanentemente teñido de rojo brillante  y que  debido al fuerte contenido alcalino destruye sus encías.  En los campos de refugiados, y bajo la presión actual  a la que algunos de ellos están sujetos,  el uso de las anfetaminas  “Ya Ba” es  relativamente frecuente. 

Los Karen no tienen apellidos. Utilizan nombres monosilábicos  y para evitar confusiones suelen  asociar el nombre a algún acontecimiento o tipo de parentesco.  La familia  es de línea matriarcal.  El hombre al casarse abandona  la casa paterna  y vive  con sus suegros  hasta que el número de hijos le  obliga a independizarse.  La hija menor de la familia es la encargada de cuidar de los padres ancianos.  Estos son sumamente respetados, como los son  los ancianos en general, los maestros y toda  persona con instrucción. 

No es fácil describir la forma de vestir de los Karen ya que existen diversas versiones según  la rama étnica de la que se trate. Los que habitan  el territorio Karen y la zona de Tailandia limítrofe con Myanmar  usan  una  camisa o blusa de algodón, sin mangas y sin entallar   generalmente de color rojo  con bordados  geométricos verticales  acabados en  teselas. Este tipo de vestido, en el caso de las niñas puede descender hasta los tobillos.  Las mujeres  en general utilizan  el “Ni”  o sarong rojo con franjas  horizontales  muy adornadas en la parte inferior . Los hombres alternan el sarong  con amplios pantalones de seda de color azul o negro.  En las fiestas  suelen completar el atuendo con un turbante del mismo color que  el sarong.  Las mujeres solteras del poblado se distinguen por el color principalmente blanco  o claro de su atuendo.
Los Karen poseen y defienden fuertes valores morales y religiosos.  Todas las  poblaciones Karen mínimamente importantes  tiene su “wat” o templo, a veces con un único monje, que además de líder espiritual actúa como maestro, médico de hierbas, y consejero.   En general son humildes, tímidos y poco asertivos. Conviene insistir  ya que su primera reacción ante una invitación es negativa. Huyen del enfrentamiento directo y a veces prefieren decir  si o no según el deseo del interlocutor  aunque  después  hagan lo contrario de lo prometido.  Desprecian los gritos,  las gesticulaciones  y la pérdida  de compostura de los extranjeros.  No suelen practicar el “wai” o saludo tailandés y tampoco dan la mano, pero cuando la dan, lo hacen sosteniendo con la mano izquierda el codo de la mano derecha  involucrando así ambas manos  en señal de respeto.

A pesar de su timidez los Karen son gente alegre  que ama la música y el baile.  Sus danzas son  movidas y ruidosas, marcadas por el ritmo del tambor y por la sonoras  voces femeninas que con sus gestos y contorneos parecen provocar  y desafiar a un tiempo a sus parejas.

No es todo lo que he aprendido sobre los Karen, pero  es suficientemente para  sentir aún un mayor cariño por estas muchachas  y muchachos que sin papeles,  sin una nacionalidad definida, a caballo entre dos países, vienen a nuestra escuela y después de haberse iniciado en el idioma birmano se enfrentan al Tailandés y las vanidosas pretensiones del profesor de inglés. Estoy convencido de que el inglés no es lo más importante en sus vidas.  Mi papel  consiste en ayudarles a disfrutar de su niñez, hacer que ganen confianza en ellos mismos y quizá, pero solo quizá dejar el terreno allanado para que un día  vayan adquiriendo los conocimientos de inglés imprescindibles.   Hgaw ler ah  hgay ,    Fah    (Good morning, Fah)   -Htee bah na tha ku doh ma      (Nice to meet you)

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