14 de diciembre de 2010

Hospitalero en el Camino de la Plata

El Lazarillo de Tormes
Preciosa estatua a orillas de este manso y sinuoso Tormes que abraza por el talle a Salamanca. Nos recuerda a la genial pareja y evoca toda la chispa y gracejo de nuestra picaresca.
He bajado varias veces a orilla del río, para observarla con diferentes luces, para encuadrarla bajo otros ángulos. Me fijo en ese anciano que mira al cielo porque sus ojos vacíos y su ruin corazón le impiden acercarse a la tierra. Abandona la ciudad y camina con paso firme apoyándose en el esquelético muchacho que con aire ausente, parece estar fraguando su próxima treta para conseguir algo de comida.

En esta época de crisis, pienso en el Lazarillo que deberíamos llevar todos dentro, para permitirnos sobrevivir, porque sabemos “apañarnos”, porque los tiempos nos obligan a agudizar el ingenio, cambiar viejas rutinas, usar nuevas aptitudes o sencillamente acortar nuestras metas, adelgazar necesidades y estar dispuestos a contentarnos con menos.

No hay comentarios: