30 de diciembre de 2008

Y finalmente, Gracias a vosotros


Y finalmente Gracias a vosotros,

A vosotros, técnicos, albañiles, fontaneros, electricistas,
que hacéis que las cosas funcionen y reparáis las que están cansadas.
A vosotros, transportistas, pilotos, maquinistas, conductores de autobús
que nos lleváis y nos traéis por los senderos del mundo.
A vosotros, médicos, enfermeros, militares, guardias, policías y bomberos,
que habéis hecho de nosotros un acto de servicio.
A vosotros, maestros, profesores, mentores, amigos del pasado
que ya no estáis pero cuya huella no puedo borrar.
A vosotros los condiscípulos de escuela, los colegas de universidad
y los compañeros de trabajo que me habéis empujado, ayudado o estimulado
A vosotros, amigos y amigas de ayer, amigos y amigas de hoy,
amigos y amigas de siempre y para siempre
A vosotros parientes idos y parientes lejanos, a vosotros hermanos y
a mi familia en la que crezco, gozo, sufro y me renuevo cada día.
A vosotros los que sin querer he omitido u olvidado, a todos de verdad
gracias por estar ahí, porque sin vosotros el mundo se vendría abajo,
por el pan y la sal y por tanto trabajo

Gracias

Gracias por la naturaleza


Gracias también:
Por el agua de lluvia que resbala en mi ventana
y los humildes ríos que surcan como venas el campo.
Por las nubes blancas que dibujan pantomimas
contra el deslumbrante cielo azul.
Por el sol que me alumbra y la luna que me hace soñar
y por los guiños de las minúsculas estrellas
Por el viento huracanado que hulula en las persianas
y por la suave brisa que mece las ramas del jardín.
Por el mar que ruge y levanta montañas de espuma,
y por las olas que peinan sus rizos en la límpida arena.
Por el tupido bosque que exhala al aire su verde aliento
y por las últimas hojas que caracolean y alfombran el paseo.
Por la blanca nieve que sacia la sed de los montes
y la escarcha invernal que viste de novia a las zarzas
Por los animales domésticos y los peces del mar
las frutas y hortalizas que nos sirven de sustento.
Por las flores del campo que adornan la existencia,
y los trinos gratuitos de los pájaros en sus nidos.
Por la naturalaza entera en la que vivimos y olvidamos
y a veces profanamos haciendo mal uso de ella.

28 de diciembre de 2008

Gracias por las cosas

>> Gracias por el obediente grifo que a un toque me dispensa agua en abundancia y me evita tener que ir buscarla a un pozo.
>> Gracias también por la cómoda ducha que me acaba de despertarme por la mañana, me hace sentir limpio y me da bríos para empezar el nuevo día.
>> Gracias por el discreto interruptor que ilumina las habitaciones a un toque de mi dedo sin tener que recurrir a las velas y los candiles que ahúman y ensucian las paredes
>> Gracias por los radiadores escondidos detrás de las cortinas, que hacen que toda la casa esté cálida y acogedora, aunque en el exterior nieve y haga ventisca.
>> Gracias por los limpios cristales de las ventanas que inundan la casa de luz durante el día y me permiten mirar al exterior y contemplar bellas puestas de sol al caer la tarde.
>> Gracias por las sillas y las mesas que hacen tan cómodas las acciones de todos los días y aquellas en particular que más nos gustan como compartir el pan y la palabra.
>> Gracias por el frigorífico que conserva los alimentos y me evita tener que salir en su búsqueda todos los días.
>> Gracias por la cocina de vitrocerámica, tan limpia, tan inofensiva, y que con tanta rapidez cocina, hornea, fríe, cuece, guisa los alimentos que le confiamos.Gracias a todos los utensilios de la casa que mis abuelos no conocieron y que me hacen hoy la vida tan cómoda que ni siquiera me doy cuenta de ello. Gracias.

19 de diciembre de 2008

Las otras caras de la Navidad

Es la Navidad
De los niños pobres.
Agujeros en las mangas,
Mugre entre los dedos,
Hambre de animal herido,
Festejan el nacimiento.
No hay globos
Ni regalos.
Una hoguera
De cuatro leños mojados
Calienta sin ganas
La navidad de los niños
Pobres.
No muy lejos,
Las risas y los juegos
Alumbran el pesebre.
Nadie pregunta
Cómo son los niños
Pobres.
No gusta
Que les muestren
Sus miserias.
Prefieren,
En la misa de
Medianoche,
Iluminar el sagrario
Con velas de colores.

Fernando Giucich (De su poemario: Clara) ( http://clarasofia.blogspot.com/)



Las viejas maderas crepitan junto a los cartones ardiendo. La noche es fría, y allá en el limpio cielo, las estrellas titilan, componiendo un mágico decorado.

Manos con guantes rotos, dejan ver unos pequeños dedos que se extienden acercándose a la fogata, buscando el calor.

En los bolsillos, un trozo de pan mordisqueado, con olor al queso, que hace tiempo desapareció.

Se oyen canciones que rompen el silencio de la noche, y la curiosidad infantil, le hace ir en pos del lugar donde suenan.

En aquella vieja calle hay una luz encendida que sale de un escaparate.

Junta su nariz al frío cristal, que se humedece con el vaho de su boquita, y contempla maravillado, todo lo que en sus sueños, cada noche imagina poseer.

Malena (http://eltinterodechina.blogspot.com/)


Bajarás la calle con los pies helados
Llevando en tus manos el trozo de pan
Y en la plaza vieja del árbol de fuego
El cielo y los sueños
Te harán capitán
De un barco velero con alas de seda
Repleto de cuentos donde navegar
Siguiendo la estela de la luna blanca
Lograrás el puerto
Es
La Navidad.

El Viento en la Isla. (http://vientoenlaisla.blogspot.com/)


Alguien mira sonriente al niño, sentado en el cuerno blanco de la luna.

Durante un buen rato, ha estado soplando suavemente, para que el aire llevase al pequeño, sus palabras disfrazadas en los copos de nieve que caen, en las notas musicales de las risas y en el pentagrama de las canciones que resuenan por la calle.

El chicuelo no sabe por qué, pero mientras encamina sus pasos a la plaza vieja, lleva grabada en su retina, la imagen de un barco velero que vio en el escaparate, casi oculto entre mil juguetes.

Sus ojos se abren con infinito asombro, al ver junto al árbol de fuego, un enorme barco, réplica perfecta del otro.

El hombre de la luna, sopla de nuevo, y la nave se eleva, una vez el niño a bordo, surcando aires y nubes, alto, alto, cada vez más alto.

La cola de un cometa estrellado, aparece repentinamente ante la proa, y por ella, desciende la nave hasta aterrizar frente a un humilde pesebre.

Sobre una sabanita, entre pajas, duerme un bebé al cuidado amoroso de sus padres, de un buey y una mula que con su aliento, intentan defender el cuerpecito infantil del frío intenso.

La temperatura es muy baja, no hay juguetes, ni globos, ni velas de colores, ni el bebé, ni sus padres, visten ropas bonitas y abrigadas, pero los labios del niñito dormido, se curvan en la más bella sonrisa que nadie haya visto, y la de sus padres, al contemplarlo, no lo es menos.

El barco comienza a balancearse, y el pequeño se apresura a subir. De regreso, en la plaza del árbol de fuego, corre apresurado hacia el escaparate. Su vista escudriña cada uno de los mil juguetes que se muestran ante él, pero… por ningún lado ve lo que busca: una sonrisa.

No hay ninguna en la tienda. De repente, repara en el reflejo de su propio rostro en el cristal, y es entonces, cuando advierte que sus labios dibujan una sonrisa, y que era tan bonita como la de aquel bebé.

Por alguna razón, cuando el pequeño se alejaba del escaparate, el frío era menos intenso en la noche.

Calle Quimera (http://callequimera.blogspot.com/)

Por las frías avenidas van caminando, pero no les preguntes, ni de dónde vienen, ni a donde van.
Caminan por sobrevivir. Mientras caminan, saben que están vivos. Sus pasos les llevan, y un instinto casi animal, les hace buscar cobijo.

Una chabola destartalada les llama la atención. Dentro hay luz y cuando llegan a la puerta del chamizo, se les ensancha la sonrisa.

La luz proviene de una hoguera encendida, y en torno a ella, niños y adultos extienden las manos. No es necesario insistir, dónde caben cinco caben siete y todos se apretujan un poco más, que de cuerpo con cuerpo nace el calor.

Las trémulas llamas ponen en sus mejillas color, mientras sus ojos brillan con un oscuro calor.

Atraviesan con su mirada las llamas y descubren el silencio que impera allá: Una mujer muy joven y tímida, mece en sus brazos a un rorro mientras los demás, le acunan con su silencio a su alrededor.

Lo envuelve en una raída toquilla, y cerca del fuego, lo deposita en un amplio cesto de mimbre.

Es Navidad.

Federico (Quizá soñar) (http://quizasoñar.blogspot.com/)


Sigue la noche, el frío arreció y las estrellas juegan con el crepitar de las maderas, pero alrededor de la hoguera, no hay nadie ya.

El barco no vuela atravesando el cielo, los niños de la calle continúan en aquella chabola dando su calor al bebé que nació y que duerme tranquilamente en los brazos de su madre que lo mira con amor.

Calor junto a calor. El padre saca de su vieja mochila, embutidos y pan, que comparten con ilusión.

Las barrigas agradecidas, hacen que los ojos se vayan lentamente cerrando. Cuerpos contra cuerpos dan siempre calor.

En sus mentes hay barcos que cruzan el espacio. Jóvenes capitanes que los tripulan por un camino cuajado de estrellas.

Sonrisas inocentes en sus labios y corazones llenos de emoción.

No hay luces en sus árboles, ni bolas de colores, ni espumillón.

Sólo una vida por delante y un futuro en el que creen que serán capitanes de veleros, y lo conseguirán, y nosotros lucharemos para que algún día puedan decir a sus hijos con un barco de juguete en las manos:

- “Uno de éstos, en una fría noche de diciembre, tripulé yo”.

- “Hijo mío: ¡Feliz Navidad!”

Malena (El Tintero de China) (http://eltinterodechina.blogspot.com/)
Fernando Giucich, Elsa(El Viento en la Isla), Avalon y Etinarcadia(Calle Quimera), Federico(Quizá Soñar) y yo, Malena(El Tintero de China), con nuestras manos unidas, a pesar de las distancias, os abrazamos con calidez y os deseamos una Feliz Navidad, con todo nuestro corazón.

15 de diciembre de 2008

Kirchner; "Cinco mujeres en la calle"


Cinco Mujeres en la calle
Ernst Ludwig Kirchner
1913, Museo Wallraf-Ritchartz (Colonia)
Óleo sobre lienzo 120,5 x 91 cm

“Ahora, en todas las paredes cuelgan Heckels y Kirchners, se quejaba en 1920 un crítico de arte ante la abundancia inflacionaria de arte expresionista, una tendencia que tras la Primera Guerra Mundial se había erigido como marca cultural de la República de Wiemar. Erich Heckel y Ernst Ludwig Kirchner eran considerados los máximos exponentes de dicho estilo. Junto con compañeros afines, en 1905 fundaron en Dresde el grupo artístico Die Brüecke, que un año más tarde publicó un programa dirigido a una “nueva generación tanto de creadores como de espectadores”, a la juventud como portadora de futuro, a todo aquel que “de forma directa y auténtica” trasmite “lo que le impulsa a crear”.
El aura conscientemente acentuada de exotismo y primitivismo y la libre sexualidad constituyen la clave de la desenfrenada “naturalidad” y alegría vital de la creación expresionista, la flecha envenenada contra el mundo tecnócrata y burgués, un gesto oposicionista, indudablemente sin fundamentos políticos.
La serie de cuadros urbanos comenzada en 1914 tuvo su inicio en el cuadro Cinco mujeres en la calle, completado en Colonia en 1913: en esa escena nocturna, las mujeres situadas en la acera resaltan bajo el cono de luz que arrojan las farolas; a la derecha se insinúa un escaparate y a la izquierda, la rueda de un coche; la perspectiva queda rota. De este modo, Kirchner estableció el prototipo de la mayoría de sus cuadros dedicados a la calle, un prototipo que le permitía rescatar a los individuos del anonimato de las masas. Las mujeres elegantes aunque no llamativas, adoptan una posición afectada; son busconas como las que rondaban en cuadrillas y con un marcado desinterés por la calle Friedrich y la Plaza Postdam

Richard Anthony: J'entends siffler le train

Eran los últimos sesenta, principios de los setenta, yo vivía en Eibar (Guipúzcoa) y mi novia, hoy mi mujer en León. No teníamos coche y las despedidas en la estación eran tan frecuentes que esta canción se convirtió casi en un nostálgico himno a la brevedad de los encuentros.

9 de diciembre de 2008

Muriel Barbery: "La elegancia del erizo"


LA ELEGANCIA DEL ERIZO
Novela
Muriel Barbery
Seix Barral 2007
Biblioteca Fornentor
Título original: L’élégance du hérisson 2006
Traducido del francés por Isabel González Gallarza
367 páginas


Muriel Barbery nació en Bayeux en 1969. Profesora de filosofía, es autora de la novela Una golosina (2000), traducida a doce lenguas. La elegancia del erizo es un fenómeno editorial en Francia, donde ha superado los 250.000 ejemplares venidos. La novela, cuya versión cinematográfica está ya en preparación será publicada próximamente en toda Europa y Estados Unidos.

No es lo mismo tener estudios que ser inteligente. Pertenecer a una clase social acomodada no implica tener cultura. La portera del edificio de la calle Grenelle nº 7 de Paris, ni tiene estudios, ni se codea con los vecinos de su inmueble, sin embargo tiene todas las dificultades del mundo para esconder su inteligencia y sus amplios conocimientos sobre literatura, arte o filosofía. De hecho, disimula vistiendo, poniendo los programas de la tele, y comportándose aparentemente según los patrones al uso entre las porteras de Paris.

Todo va bien, hasta que una niña de doce años, Paula, dotada ella también de una inteligencia poco común intuye que Renée Michel, la portera, no es lo que parece y que su mundo es mucho más complejo y enriquecedor que la banalidad y mediocridad que se esconde tras los lujosos pisos de sus padres y de sus vecinos.

Cuando empecé a leer esta novela de Muriel Barbery me sentí defraudado. Me esperaba una novela de acción y me encontré con algo así como una segunda versión de “El mundo de Sofia” de Jostein Gaardner. Afortunadamente, el mensaje que traspira en cada página del libro es mucho más sencillo: La filosofía, como decía Nietzsche, debe ser pensamiento para la vida y aunque de manera indirecta se haga referencia a Spinoza, Schopenhauer, Kant, Husserl o Ockham, sus teorías se reducen a un estilo de vida en el que prima la sencillez, el amor por las pequeñas cosas, la amistad, el amor.
La Sra. Michel puede disfrutar de la música clásica pero se entusiasma también con Eminem; busca en el Arte una filosfía de vida pero es sensible a la belleza de una naturaleza muerta de la Escuela Flamenca.

Nada en el relato sigue las pautas habituales de la novela. Es un libro atípico en su estructura, en sus personajes, en sus reflexiones sobre la guerra, la inmigración, las clases sociales, el sentido de la vida; y a pesar de tratarse de una novela sin trama, de un libro sin estructura, de una historia en la que no pasa nada, quedamos enganchados desde las primeras páginas.

Muriel Barbery, profesora de filosofía en la vida real, no da consejos, no utiliza la novela como receta de la felicidad, pero a mitad de la novela introduce un tercer personaje que le sirve de catalizador. El pequeño y arrugado sexagenario Kukuro Ozu, encarna esas virtudes de la vida sencilla características de la cultura japonesa: el culto por la belleza sin estridencias, la belleza de las pequeñas cosas, la comida exótica, el haiku el manga, el cine de autor. Nada de largos discursos, de frases intricadas o capítulos tediosos. Por el contrario el libro rezuma humor y algunas perlas como las que siguen:

“Ser pobre, fea y, por añadidura, inteligente, condena en nuestras sociedades a trayectorias sombrías y desengañadas a las que más vale resignarse lo antes posible. A la belleza se le perdona todo, incluso la vulgaridad”.

“A fin de cuentas quizá sea eso la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás. Sí, eso es, un siempre en el jamás. A partir de ahora buscaré los siempres en los jamases. la belleza en este mundo.”

5 de diciembre de 2008

Días de frío en Burgos

Ya casi es invierno. Los chopos desnudos a orillas del río se dejan peinar por unos rayos de sol que languiden. La vista es preciosa, pero para no detenerse.

29 de noviembre de 2008

Poesía Clásica China


La poesía amorosa oriental tiene sus peculiaridades que la distinguen de la poesía occidental, sobre todo, en cuanto a la poesía clásica. Se expresa generalmente de amena moderada, sugerente y elíptica, sin que deje por ello de ser profunda y conmovedora par quien se empape en ella. A ello contribuye, por un lado, el criterio de la mayoría de los críticos y poetas chinos, que consideran que la mejor arte poética debe consistir en conseguir llevar, con pocas palabras, al lector a pensar, reflexionar e imaginar incluso cuando termine el texto. Como señala un sinólogo británico, lo importante no es el sabor del té, sino su aroma, que debe persistir y deleitar aun cuando se haya acabado el té. A esta particularidad también contribuye, por otro lado, el que el carácter nacional del chino sea tranquilo, poco apasionado, reacio a exteriorizaciones de sentimientos afectivos en público considerándolos como lo más íntimo de su ser.

Las despedidas, la separación y las ausencias son constantes y tienen un gran peso en las obras. Ello se debe a los frecuentes viajes que tenían que hacer los chinos de épocas pasadas: huidas de las guerras, desplazamientos de los funcionarios, escritores, comerciantes o trabajadores, por la obligación o necesidad de trabajo, por concurrir a las oposiciones, celebradas en las capitales de provincia y en la del país, para conseguir algún cargo o título, y también, a veces, por destierro y exilio. La nostalgia, las añoranzas, están presentes en toda la poesía china e impregnadas en los versos amorosos.

Casi nunca falta la descripción del paisaje. La naturaleza acompaña siempre al hombre, es humanizada y parece vibrar con el enamorado o la enamorada, o sea, se describe en función del estado de ánimo del autor o del protagonista. Se habla mucho de luna, estrellas, montaña, río, arroyos, y podría parecer reiterativo. Pero si se lee cada poema detenidamente y empapándonos en el ambiente que se nos ofrece, encontraremos que “esa reiteración viene siempre matizada por la pincelada justa que descubre el sentimiento oculto del poeta”
Guojian Chen
Abriéndote lo más íntimo de mi corazón
Zhang Xian (990 – 1078)

¡Qué feliz nuestro encuentro
al claro de la luna,
en medio de las flores!
Pero, ¡qué corto ha sido!
Después vienen las tristezas.
Pasada la ebriedad,
veo roto mi sueño,
los pétalos cayendo
y pálida la luna.
Mas las flores volverán a abrirse
y la luna brillará algún día:
Un mismo corazón
tenemos tú y yo.
Ojalá entonces me convirtiera
en una pequeña rama de sauce,
esperando besos y caricias
de la brisa de la primavera.

28 de noviembre de 2008

Secuestro a primera hora de la mañana

Soy el último en subir a este autobús mañanero que nos transporta casi inconscientes, y nos enfrenta a la rutina diaria. A pesar del probable aseo matinal, de algún que otro vago olor a colonia, miro a mi alrededor y sólo veo párpados hinchados, rostros abotagardos y languidez en las posturas. Es como si frente a cada uno de nosotros el film inacabado de un sueño estuviera aún presentando los títulos de crédito. Los niños sin embargo, bajo el enorme peso de sus mochilas parecen totalmente despiertos y miran impacientes a sus madres. Para ellos, la noche fue un paréntesis. La vida empezó en el momento mismo en que se despertaron. Los adultos probablemente nos incorporamos a la vida más despacio.

En las manos, llevamos bolsos, cartapacios, carteras, alguna bolsa de la compra, en suma mil variados objetos a los que nos aferramos como si fueran emblemas de nuestra aún dubitativa identidad. De pronto, me pregunto: ¿qué ocurriría si unos encapuchados inmovilizaran el autobús, nos secuestraran y nos pidieran que depositáramos frente a ellos nuestras pertenencias? ¿Cuánto dinero, o cuánta miseria podrían amontonar? Unos pocos Euros, algún bocadillo, alguna prenda de vestir, cosméticos, medicamentos, en suma la carga liviana de los condenados a fichar todas las mañanas en un trabajo rutinario y sin horizontes.

Pese a las sacudidas, frenazos y paradas del autobús debo seguir soñando porque me sigo preguntando: ¿Y si los atracadores nos pidieran exclusivamente que nos vaciáramos de lo que cada uno va pensando? ¿Qué ocurriría si mediante un spray mágico un atracador de ideas fuera capaz de solidificar nuestros pensamientos de ese momento, convertirlos de alguna manera en material tangible, visible para todos?

Por suerte, mis últimos pensamientos antes de caer en este pequeño descalabro mental tuvieron que ver con Madrid, con el tiempo que hace que no visito una exposición de pintura y de ahí por pura lógica me vino a la mente Rembrandt, luego mi blog y por último el famoso cuadro de la National Gallery “Heindrix bañándose en el río”
¿Y mi vecino? Ese señor mayor que no parece haya aún abierto los ojos y que cabecea rítmicamente. Posiblemente piense muy atrás en el tiempo, cuando se dedicaba a las faenas del campo, antes de que el Polo de Desarrollo de Burgos lo atrajese a la ciudad como la miel a las moscas. ¿Era feliz entonces? ¿Lo es más ahora? Me fijo en la señora de chaquetón beige y cuello forrado de piel. Esos ojos hundidos, y apagados, esa cara tan triste, esa falta de cualquier pequeño adorno, de un dije, sortija o pendiente, no puede albergar pensamientos alegres. ¿Esta enferma? ¿Es feliz? ¿Tiene hijos? ¿Con quién comparte sus penas? Algo más allá, cerca de la puerta de pie y con la cabeza medio inclinada aquella muchacha joven parece algo turbada. Un ligero sonrojo asoma en su rostro limpio y pálido. ¿Qué ocurrió ayer? ¿Sigue repasando los detalles? ¿Qué le dijo él? ¿Por qué se lo dijo?

Me fijo entonces en los niños, pero de ellos, estos extraños ladrones, obtendrían escaso botín. Ellos son todo acción, proyección. Ellos viven el momento y los viven con todos los sentidos abiertos y sensibles como antenas

Los quince minutos que tarda el autobús en llegar a destino se han pasado en un instante. Despierto a la realidad y miro a mi alrededor. Por supuesto, no hay atracadores, sólo mi pensamiento ha sido seriamente atacado y envenenado por ese frenético interrogatorio. ¿Qué sé yo de las personas que comparten conmigo el autobús todas las mañanas? Después de tanto tiempo, ¿a quién conozco? Qué sé de las personas con las que me cruzo? ¿Qué piensan? ¿Cómo es su vida más allá o más acá de los 15 minutos que compartimos en el autobús? Nadie habla con nadie. Ya ni siquiera se estila un “¡Buenos días!” al subir al autobús. Arrastramos nuestros pensamientos, nuestras preocupaciones, nuestras penas, quizá también nuestras alegrías como el condenado arrastra su bola de hierro. Ahora comprendo el comentario de ese amigo que un día me dijo: “Me ha ocurrido algo insólito esta mañana entré en el ascensor y como hago siempre lancé un sonoro “¡Buenos días!” a las personas acurrucadas cada una en su rincón como si quisieran pasar desapercibidas: mi miraron con tal cara de asombro que pensé que había dicho un taco!"

27 de noviembre de 2008

Seurat: Un baño en Asnières

UN BAÑO EN ASNIÈRES
1883-1884 Óleo sobre lienzo 201 x 300 cm
National Gallery
(Londres)
En la primavera de 1883, Seurat empezó a trabajar en su primer cuadro de gran formato, Un baño en Asnières, una composición de dos por tres metros. El motivo impresionista de la escena del baño adquiere en este cuadro un tamaño monumental. Las figuras miran hacia la cercana isla de la Grande Jatte, lugar que se convertiría en el escenario de su próximo cuadro de gran formato. Al fondo se pueden ver los modernos puentes y la zona industrial situada detrás de Clichy. Las figuras permanecen silenciosas, y la luz y los colores envuelven la escena con la atmósfera letárgica y calurosa de una tarde estival. Tan solo las embarcaciones del fondo, la barca atravesando el río y en especial el remero cortado por el borde derecho del cuadro permiten adivinar un movimiento apacible.

El decorado moderno y la uniforme luz clara impiden cualquier visión romántica en el cuadro de Seurat, no obstante las figuras, en su aislamiento, se graban solemnes en la memoria . En los años anteriores Asnières había dejado de ser un idílico entorno en el campo y se había convertido en una ciudad-dormitorio para la población que trabajaba en el centro. Basándose en el aspecto y las ropas, como el bombín del hombre tumbado en primer plano, las figuras del cuadro se encuadran entre los miembros de la clase obrera y el artesanado que vivían en las afueras de Paris.

Un baño en Asnières es la primera obra de Seurat que fue preparada con numerosos estudios y croquetons. Al contrario que los impresionistas, que pretendían plasmar el instante y por ello solían trabajar de forma espontánea en la naturaleza, Seurat preparaba sus obras meticulosamente. Captaba el paisaje y las figuras al aire libre; trabajando con óleo sobre pequeñas tablas. Adema de estos bocetos al óleo, elaboraba dibujos de los mismos motivos con lápices Conté. En el taller realizaba finalmente el cuadro grande combinando todos los estudios en una composición equilibrada para conseguir un todo unitario.

26 de noviembre de 2008

República Sudafricana

No era la primera vez que acudía a un país al poco de haber recibido una sacudida de las que hacen tambalearse hasta los fundamentos más arraigados. La primera vez ocurrió en el Líbano donde llegué después de una cruenta guerra civil de 15 años, pero entonces me encontré con un pueblo ávido por olvidar, por tapar los grandes socavones y vacíos de casas ametralladas, y destruidas, por reconstruir un “down city” o centro de la ciudad que había desparecido por completo.

Esta vez, en Johannesburgo la impresión es muy diferente. Estamos en 1995. Nelson Mandela ha sido liberado recientemente y por primera vez hay elecciones democráticas libres para negros y blancos. Es el fin de la apartheid, pero no existe la euforia que cabía esperar. Se está produciendo una auténtica huida de cerebros: profesores, médicos, arquitectos, ingenieros, temerosos por su futuro, emigran hacia Europa. Se habla de cerca de un millón de intelectuales blancos que han abandonado el país. La mayoría negra no ve mejorar su situación, A pesar del fin del apartheid, millones de surafricanos la mayoría negros, continúan viviendo en la pobreza en parte, a causa de los terribles problemas heredados del régimen del apartheid y también, en parte, debido a que el actual gobierno no ha sabido abordar temas sociales. Mis contactos comerciales están desanimados. Aunque me reciben con cordialidad me ofrecen pocas posibilidades de negocio.

La ciudad de Johannesburgo, capital económica del país, la ciudad del oro y los diamantes, se ha convertido en una ciudad peligrosa. Mi hotel se encuentra en las afueras, en una zona residencial antiguamente exclusivamente reservada a los blancos. Si no hubiera salido del hotel tendría una visión absolutamente distorsionada de la realidad. Afortunadamente mi agenda está repleta de citas y aunque me desplazo en el taxi del hotel tengo la oportunidad de asomarme a Soweto, famoso ghetto de más de un millón de habitantes hacinados en chabolas construidas con latas y cartones.
Me impresiona que pese a tener el taxí esperándome a la puerta de los edificios de oficinas del centro de la ciudad las personas a las que visito insisten en hacerme acompañar en el ascensor y hasta el taxi para evitar incidentes desagradables.

En el hotel me entero de que existe un mercado de artesanías en un parque de la ciudad y al regreso de una de las visitas lo recorro en busca de algún objeto que me reconcilie con el país. Hago que los artesanos directamente, o por mediación del taxista que me acompaña, me expliquen las particularidades de la madera de ébano o de otras maderas tropicales. Finalmente me decanto por la talla de una mujer esbelta, drapeada al estilo bantú, cuyo rostro refleja una serena elegancia. Está tallada en una sola pieza partiendo de una rama de ébano cuya configuración se puede comprobar en el pedestal.

En la actualidad, con la continua presencia en torno a nosotros de africanos vendiendo sus artesanías, es muy probable que hubiera podido encontrar alguna talla parecida, pero jamás sería capaz de evocar esa mezcla de admiración, estupor y aprehensión que he sentido en la ciudad de Johannesburgo.

Lo normal, durante mi estancia en Sudáfrica hubiera sido apuntarme a un safari y visitar de paso los yacimientos de diamantes, pero estaba en viaje comercial y he tratado siempre de aprovechar los escasos huecos en el programa para vaciar mi mente de los objetivos puramente crematísticos.

Es lo que hago en mi visita a Pretoria, capital administrativa del país. Me desplazo a ella para hablar con las Autoridades del Ministerio de Agricultura. La Exportación de productos cárnicos españoles sigue seriamente restringida y hay poca cosa que desde la iniciativa privada podamos hacer. No obstante para mí la visita ha merecido la pena. me encuentro en una ciudad cuajada de frondosos jacarandás, de hermosa floración entre azul y violeta. La profusión de arbolado, el estilo de las mansiones, nos transporta a un lugar idílico, en el que sólo la exuberante vegetación nos recuerda que seguimos en África.

Me falta por visitar Ciudad del Cabo, capital legislativa del país y uno de sus principales puertos. Cuando los navegantes portugueses avistaron por primera vez este lugar lo llamaron Cabo de las Tormentas. Sin embargo Pedro II de Portugal le cambió el nombre a Cabo de Buena Esperanza En efecto allí se instalaría una primera colonia portuguesa para abastecer a los buques que navegaban rumbo a las la India en busca de seda y especias.

Ciudad del Cabo es una ciudad industrial y moderna, muy orientada al mar. Tuve la oportunidad de pasar el fin de semana en la ciudad y de apuntarme a una excursión para avistar el paso de las ballenas por el cabo y pisar el punto más meridional del Continente Africano.

A lo largo de la vida vamos acumulando recuerdos y objetos. Pienso ahora que ambos están estrechamente vinculados. Nuestros recuerdos transfiguran los objetos y les dan sentido y valor, los objetos fijan nuestros recuerdos y le sirven de catapulta hacia la memoria. Al entrar en el despacho esta tarde la elegante talla me hizo un guiño y a partir de ahí han ido surgiendo a borbotones estos recuerdos.

22 de noviembre de 2008

Pedro Zarraluki: Todo eso que tanto nos gusta

TODO ESO QUE TANTO NOS GUSTA
Novela
Pedro Zarraluki
Ediciones Destino 2008
Áncora y Delfín 1130
303 páginas


Según confiesa el propio autor en una entrevista, esta novela nace del deseo de escribir sobre la relación de un padre y su hijo tras la lectura de Philip Roth “Patrimonio”. No obstante, a medida que avanzaba en la lectura, me he dado cuenta que ése es sólo un elemento de la novela y que como en el libro de Anna Gavalda “El Consuelo”, recientemente reseñado, aquí hay también una huida de la gran ciudad y una búsqueda de ese palacio especial de Potala no necesariamente situado en el Tíbet, donde poder encontrarnos a nosotros mismos, hacer balance de nuestra vida y aprender a vivir con lo imprescindible: nosotros mismos y unos buenos amigos.

Ese es el viaje el que emprende Tomás, un arquitecto divorciado y arruinado que deja tras de si el escueto mensaje: “Me voy en busca de un palacio en Potala” y acaba escorado en un pueblo del Ampurdán gerundense muy parecido al pueblo en el que el propio Pedro Zarraluki escribió el libro. Su hijo, Ricardo, que ha sido abandonado recientemente por su mujer Clara, parte en busca de su padre para hacerle volver a Barcelona pero, seducido por el pueblo y por los cambios que observa en la vida y las costumbres de su padre, inicia su propia búsqueda interior y acaba tomando una habitación de lo más rústico en la única pensión del pueblo que sirve también, ocasionalmente, a los desahogos amorosos con las prostitutas que bordean la carretera que lleva hacia la playa en la bahía de Roses.

Pero no se trata de una novela melancólica ni introspectiva. Está escrita en clave de humor y los personajes secundarios están tan acertadamente caracterizados, que acabamos decidiendo que nuestro personaje clave es el propio pueblo. Incluso Cristina la ex-mujer de Tomás, ha reconocido siempre la extraña habilidad de su marido para crear lugares mágicos, lugares donde sentirse a gusto. Pues bien, este pueblecito, y la compañía de personajes como el médico Ramiro, la joven María, conductora del único taxi del pueblo llena de vida y de dudas sobre su próximo matrimonio pero “responde como se debe”, cuando llega el momento, Bárbara, la aristócrata italiana patrocinadora de nuevos artistas y muchos otros personajes constituyen en su conjunto una especie de crisol donde se van disolviendo todas las superficialidades con las que nos envolvemos, las necesidades creadas detrás de las que nos escondemos y los falsos discursos con los que explicamos y nos justificamos. Despojados de abalorios, descubrimos el poder de la amistad, la buena vecindad, del compartir el vino y el pan. En un momento de la narración uno de los personajes nos advierte:

“…el paraíso no existe. Si acaso es una intermitencia, una ráfaga de viento que nos sacude a veces, una posibilidad inalcanzable… Lo demás es tesón y coraje, un poco de engaño y mucha resignación, aprender a disfrutar a ratos mientras se resiste, mientras se empieza a oler a cosas viejas, a salitre, a butacones de cuero y grasa recalentada, aprender a empaparse bien con agua de lavanda para disimular ese olor y acostumbrarse a convivir con los recuerdos, con todo lo que no se hizo o se hizo mal, con todo lo que se es incapaz de entender o de aceptar. Disfrutar, pese a todo, del instante. Eso es lo más parecido que tenemos al paraíso.”

El libro va creciendo en intensidad, la acción se complica y acabamos tan agradablemente inmersos en la vida de los personajes y del pueblo que pareciera como si estuviéramos ya redescubriendo nuestro propio refugio, ese lugar interior en el que aceptamos aunque sea a ráfagas, ser nosotros mismos, despojarnos de nuestro personaje y sopesar lo que de verdad cuenta en la vida.

Pedro Zarraluki, ganador del Premio Herralde con “La historia del silencio” y el Nadal en 2005 con “Un encargo difícil” nos deleita ahora con una historia muy bien narrada y nos lleva a saborear la vida de una comunidad apartada, ajena a la ciudad y al tiempo.

19 de noviembre de 2008

Entender la poesía


“Cuando trabajas en ciencia tienes que escribir sobre cosas que nadie sabe con palabras que todo el mundo sea capaz de entender. Al escribir poesía estas limitado a decir algo que todo el mundo sabe con palabras que nadie entiende”.
Paul Dirac

14 de noviembre de 2008

Paul Auster: la vida interior de Martin Frost


LA VIDA INTERIOR DE MARTIN FROST
U.S.A. 2007
Dirigida por Paul Auster
Duración 99 minutos
Drama

Hasta ahora no había tenido ocasión de ver la última película dirigida por Paul Auster y presentada en el Festival de San Sebastián del pasado año.

El argumento está tomado de uno de los relatos de su obra “El libro de las ilusiones” pero Paul Auster es sobre todo escritor y cuando se pone a cineasta, en mi opinión le faltan tablas para traducir sus siempre sorprendentes y brillantes ideas en bellas y sobre todo convincentes imágenes.

Sin embargo, la idea inicial, la capacidad que tiene el escritor de hacer real lo que es puramente imaginario, el sacrificio de lo que son meramente palabras a favor de la realidad, la teoría del filósofo Berkeley sobre el idealismo subjetivo resumido en la sentencia “esse est percipi” (Ser es ser percibido) hubieran dado mucho más juego en manos de un director más avezado.

En esta película, Auster peca de un exceso de protagonismo como escritor: sabemos que la película gira en torno a un escritor que se retira al campo, a casa de unos amigos para escribir un relato. ¿Qué necesidad tiene de estar recalcándolo continuamente? Tenemos empacho de máquina de escribir. Una bella mujer, aparece de repente a su lado en la cama y en lugar de jugar con el equívoco y sostener la intriga el protagonista escritor, rápidamente la asume, parece dudar entre seguir con su relato o convertirlo en una experiencia erótica, y luego no sabe cómo continuar ni cómo acabar con la relación.

Aparece luego un sorpresivo e innecesario añadido en la persona del fontanero Fortunato que ¡cómo no! también es escritor y está acompañado por una misteriosa sobrina que a penas sabe hacer nada pero tiene una voz maravillosa. Y claro está, el Ego de Paul Auster vuelve a estar presente en ambos casos ya que la protagonista que encarna a la misteriosa sobrina no es otra que su propia hija, y las canciones que nos ofrece una especie de avance promocional de la cantante.

Me ha sorprendido el elenco de actores por varios motivos. El escritor está representado por David Thewlis al que hemos visto a menudo en papeles secundarios. Me ha gustado su actuación como protagonista. Irene Jacob nos ofrece en esta película su hermoso cuerpo y poco más. Su papel está poco o mal definido y su permanente sonrisa me parece un tanto forzada. Michael Imperidi representa espléndidamente al multifacético fontanero Fortunato y Sophie Auster como ya he mencionado, no viene a cuento en esta obra y por consiguiente su papel es perfectamente prescindible.
En resumen y sin dar explicaciones sobre la trama de la obra, una película que se ha quedado en puertas. Tenía un buen punto de partida, una idea novedosa, pero ha faltado pericia cinematográfica para transformarla en una historia co

Sol de bolsillo


13 de noviembre de 2008

Bob Dylan: Blowing in the Wind

Hoy, alguien querido, me ha enviado un precioso pps con la conocidísima canción de Bob Dylan "Blowing in the wind".
La evocación de este mito me ha vuelto nostálgico y he buscado la manera de recordarlo a través de este clip, pues no puedo apartar de mi blog a quien estuvo tan presente en mis sueños de juventud.

12 de noviembre de 2008

Moscú: Monasterio Novodivichy


Febrero del 2003. Moscú ha amanecido bajo una gruesa capa de nieve y los termómetros han bajado a 18 bajo cero. Luce un sol pálido y sin fuerza, pero tengo la mañana libre y me he propuesto visitar el monasterio de Novidivichy, situado en un recodo del río Moscova, antiguo convento de damas nobles que de inmediato me recuerda nuestro Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos, y que ha sido recientemente declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

Aunque los dedos se embotan hasta el punto de tener dificultades para disparar la cámara de fotos, creo que ningún otro día como hoy hubiera podido apreciar, saborear y memorizar la belleza de este enclave de paz. El bosque cercano, el Cementerio del mismo nombre donde están enterrados hombres de estado, poetas, escritores y otras personas ilustres de Rusia, hacen de escudo protector contra el ruido de la ciudad. La nieve por otra parte amortigua las pisadas y el ajetreo del tráfico. El silencio, inmenso, es sólo interrumpido por el chasquido de alguna rama que cede bajo el peso de la nieve y cae con un ruido sordo sobre el manto blanco de la nieve.

El monasterio alberga la catedral Smolensky fundada por Basilio III en 1524 para conmemorar la reconquista de Smolensk de manos de los lituanos. Me llaman la atención sus cuatro cúpulas verdes sobre las que se alza, dorada, una cúpula mayor que resplandece tímidamente en esta mañana invernal En su interior se encuentra un iconostasio de cinco filas, considerado uno de los más bellos que existen hoy en Rusia. Las paredes están recubiertas con espléndidos murales del siglo XVII.

Desde la época de Iván el Terrible, hijo del fundador, el monasterio fue siempre especialmente protegido por los zares y se convirtió a lo largo de los siglos XVI y XVII en convento para mujeres de la familia real que deseaban abrazar la vida contemplativa. Impresiona saber que aquí pasó sus últimos años Irina Godunova, esposa del zar Fiodor Ionaovitch, hijo de Iván el Terrible o la zarevna Sofía hermana de Pedro el grande.

Desde los silenciosos y afelpados senderos del parque, mi mente vuela a ese otro monasterio de Santa María de las Huelgas Reales, fundado por Alfonso VIII de Castilla y su esposa Leonor allá por el siglo XII en su antigua finca de caza que lo convirtió en monasterio cisterciense para damas de alcurnia, panteón de Reyes y a la postre refugio de princesas díscolas o bastardas de los Reyes Castellanos.

En el mismo recinto, la iglesia de la Transfiguración, con sus caprichosas formas barrocas destaca por su color sangre y sus macizas formas cuadrangulares contrastan con los redondeadas y suaves formas de la Catedral Smolensky, En un rincón del jardín, escondida entre los árboles descubro la capilla Prokhorov, blanca y oro, que me fascina. A pesar del frío, me paro a contemplar esta pequeña maravilla de piadoso recogimiento y por una suerte de milagro, me parece escuchar los sonoros acordes de Albert W. Ketelbey “En el jardín de un monasterio”. Los pies se me están quedando de mármol pero no me decido a dejar el lugar. La música, la literatura el arte me envuelven por completo. No en vano me viene a la memoria Catalina Alexandrovna, la “Kitty” de la novela Anna Karenina de Tolstoi que se refugió en este convento y en ensimismada quietud sigo soñando en este remanso de paz hasta empieza de nuevo a nevar y salgo despacio de este recinto amurallado y sonriendo porque he visto un monumento en Moscú que no ha sufrido cambio alguno desde su construcción, a pesar de que las tropas de Napoleón intentaran hacerlo saltar por los aires antes de emprender su retirada. Afortunadamente las buenas de monjas de entonces estuvieron al quite y lograron apagar las mechas antes de que la llama llegara a los barriles de pólvora situados a pie de los principales edificios.

9 de noviembre de 2008

9 de Noviembre 2008 : 1808 - Batalla de Gamonal


Entre el centenar de nombres de victorias napoleónicas que adornan las paredes del Arco de Triunfo de París, figura textualmente: "Batalla de Gomonal" refiriéndose precisamente a un humilde pueblo cercano a Burgos,y hoy absorbido y convertido en uno de los barrios más populosos del norte de la ciudad.

La batalla tuvo lugar un 9 de noviembre de 1808 y aunque de una derrota se tratara, la Asociación de Comerciantes de este Barrio han organizado un emotivo homenaje a los valientes defensores burgaleses caídos por defender su ciudad. Al mismo, han asistido las autoridades civiles y militares de la ciudad. En particular, un destacamento del ejército ha rendido honores a la bandera y el General Mollá, Comandante en jefe de las fuerzas armadas de Burgos y Cantabria ha depositado junto con el alcalde de la ciudad una corona de laurel al pie del monumento.

Por la tarde, más de trescientos recreadores han escenificado la batalla por las calles del antiguo pueblo de Gamonal, hoy patrimonio de la Unesco por ser un jalón importante del Camino de Santiago.

7 de noviembre de 2008

Espera


Y tú me dices
que tienes los pechos rendidos de esperarme,
que te duelen los ojos de estar siempre vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
del palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el tamaño caliente de mi boca.

Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre,
de lastimar mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en vano
desde la soledad en la que tú me gritas
que sigues esperándome.

Y tú me lo dices que estas tan hecha
a esta deshabitada cerrazón de la carne
que apenas si tu sombra se delata,
que apenas si eres cierta
en esta oscuridad que la distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.

José Manuel Caballero-Bonald
Las Adivinaciones (1952)

6 de noviembre de 2008

"La Ronda de noche" de Rembrandt


1642 La Roda de Noche
Óleo sobre lienzo 363 x 437 cm
Rijksmuseum (Amsterdam)

La ronda nocturna es para Rembrandt un resumen de todo lo que hasta entonces había ejecutado y a la vez un nuevo comienzo. En su obra más conocida desarrolla una virtuosidad que aún hoy en día sorprende y fascina. Ya la sola realización de los detalles – los metales resplandecientes, las telas brillantes, los diversos accesorios – y tanto más la configuración de la mímica, de los gestos expresivos y de los efectos deslumbrantes de la luz son, en el más alto sentido, artísticos. Las posibilidades de representación visual parecen agotadas.

Resalta a primera vista que Rembrandt da mayor importancia al desarrollo de la acción que a la fiel realización de retratos. En primer plano, son el capitán y el alférez que van marchando, los que dominan la escena. El brazo a medio alzar y la boca entreabierta indican que el capitán está hablando. Mientras va marchando no mira al alférez que acata la orden. También a la derecha y a la izquierda de la bóveda se ven figuras conversando. Debajo de la bóveda, el portaestandarte alza el estandarte. Hombres con celadas y sombreros llevan espadas y lanzas; algunos llevan broqueles y alzacuellos. Otros toman posesión de las lanzas apoyadas en la parte derecha del muro de la casa. Otros se abren paso al frente. Delante, a mano izquierda, se ve un muchacho con una celada demasiado grande para él; va corriendo con una cuerna de pólvora vacía en las manos y mientras corre, se da vuelta. A su lado hay un mosquetero vestido de rojo que carga su arma.

Se ven los más variados movimientos. Los cambios rápidos – como por ejemplo en el caso del muchacho corriendo y también en los grandes pasos que da el capitán y el alférez – muestran lo momentáneo de esa escena que resalta aún más por el tiro recién disparado. Se ven los gestos estáticos de los protagonistas como también la postura apacible del portaestandarte que está posando.

Rembrandt aprovecha la ocasión para dar a conocer por separado las diversas actividades características regulares de una sociedad como ésta y al mismo tiempo representar el grupo en una acción colectiva obligatoria. Al igual que en La lección de anatomía de Nicolás Tulp queda por aclarar aún de qué modo las figuras situadas en la estrecha escalera encontrarán el radio de acción para sus movimientos.

Se deduce que toda la estructura visual de este cuadro en lo que respecta a los detalles de las líneas y del claroscuro es muy individual y ambigua, pero que sin embargo deja entrever en todas partes una estructura general. La configuración de La ronda nocturna se puede caracterizar como un conjunto de movimientos individuales poco antes de la formación.
Los valores estrictamente visuales del cuadro se imponen como un sistema independiente con un dramatismo y una emotividad propios y no dependen de los valores reconocibles en lo palpable de la escena. Los elementos gráficos en este cuadro tienen la misma estructura dramática que los elementos concretos. El giro que da el desarrollo de la pintura de Rembrandt a partir de La ronda nocturna y en las obras siguientes es un paso que se da de la comprensión conceptual a la percepción visual.

5 de noviembre de 2008

5 de Noviembre 2008

Desayuno con las noticias de la radio. Barack Obama ha conseguido una contundente victoria sobre el senador McCain. En Chicago, cerca de un millón de personas se han lanzado a la calle para festejar el evento.

Se nota en las entrevistas, en los comentarios, una corriente de aire fresco, de esperanza. Estados Unidos, quería, necesitaba, un cambio. El lema de Obama: YES, WE CAN, (Si, lo podemos) se parece mucho al “WE SHALL OVERCOME” (Lo lograremos) del pasado. La larga marcha de Martin Luther King parece haber puesto a un hombre nuevo en la Casa Blanca.

Es a partir del 1º de Enero sin embargo cuando, pasada la borrachera de los slogans, Obama tendrá de demostrar que es el líder esperado, que Estados Unidos va a lavar su ropa sucia en casa, cuidar de su economía, y dejar que países como Cuba, Venezuela o Irak elijan su propio destino.

4 de noviembre de 2008

"El Consuelo" de Anna Gavalda


EL CONSUELO
Novela
Anna Gavalda
Seix Barral 2008
Bibliotreca Fomentor
Título original: La Consolante 2008
Traducido del francés por Isabel González Gallarza
558 páginas

Los que ya tenemos una cierta edad, apreciamos quizá mejor “la última oportunidad”, la del desquite, y eso precisamente es lo que Anna Gavalda ha querido decir con el título de su última novela: “La Consolante” que en mi opinión está pésimamente traducido por “El Consuelo”, pero dicho esto, creo que estamos nuevamente ante una pequeña joya literaria de esta escritora francesa, posiblemente un de las más leída a tenor de sus más de 10 millones de copias vendidas en Francia y en otros 48 países.

En 1999 esta profesora saltó a la fama con un libro de relatos “Quisiera que alguien me esperara en algún lugar” que obtuvo el Gran Prix RTL-Lire 2000. Tres años más tarde nos sorprendió con una novela breve: “La Amaba” y en 2004 publicó una novela más extensa “Juntos nada más” que la consagraría definitivamente como autora de culto con lectores incondicionales en todo el mundo.

Después de haber leído todos sus libros, tengo que afirmar que mi admiración y mi entusiasmo ha ido en aumento y que “El Consuelo" es una de esas novelas que uno quisiera que no se acabaran nunca. Anna Gavalda es una escritora concienzuda que utiliza palabras sencillas, de todos los días, con muchos diálogos, con frases cortas, con puntos suspensivos y que nos hace olvidar el minucioso trabajo de investigación que hay detrás de cada novela. En la preparación de la que nos ocupa, por ejemplo, viajó a Rusia para conocer de primera mano el ambiente y los problemas de la construcción, investigó de cerca el funcionamiento de los hospitales de la Seguridad Social en Francia y se documentó a conciencia sobre la vida de las babosas porque uno de sus jóvenes personajes estaba obsesionado con estos gasterópodos.

Espero no desvelar ningún dato importante de la obra al señalar que nos encontramos ante un hombre de 47 años, Charles Balanda, que pese a su profesión de arquitecto, su ajetreada vida de aeropuertos, aviones y hoteles, su saneada economía y una hija en la que pretende volcarse, se encuentra vacío, desnortado, “à bout de souffle” (sin aliento). Un día sin embargo se entera de la muerte de Anouk, una mujer mayor, de quien siendo niño estuvo profundamente enamorado y que ejerció sobre él una influencia mayor que la que pudo ejercer su propia familia, y este hombe de éxito, de pronto es consciente de que esta muerte supone un punto de inflexión en su vida, una vuelta atrás que le permita recapacitar y proyectar su ajetreada vida de hoy contra las ilusiones, la alegría de vivir, en desenfado, el “aquí y ahora” de quien tanto admiró.

Esa vuelta atrás adquiere además una dimensión tangible puesto que Charles decide viajar en busca de su tumba, de su hijo Alexis, antiguo compañero de jeugos, de las personas que la conocieron durante los últimos años de su vida.

Y cuando parece que estamos al final de la historia y nos preguntamos de qué irán las trescientas páginas restantes, de pronto descubrimos a Kate y su extraña familia y las páginas que siguen son tan bellas, respiran tanta sencillez y vitalidad, nos hacen descubrir tanta alegría de vivir con poco, independientemente de lo negro que haya sido el pasado que instintivamente nos damos cuenta que Charles se ha topado con esa “ultima oportunidad” esa “revancha” con la que aún puede salvar su desordenada y vacía vida.

No podía ser de otro modo, porque todos los libros de Gavalda tienen un final feliz, este hombre en crisis, sabe que ha encontrado ese “alguien que le espera en ese lugar”

Derecho a opiniar

Siguiendo la recomendación de los sabios, llevo varios días dándole vueltas a la lengua sin hablar sobre el revuelo que se ha montado esta pasada semana a propósito de las supuestas declaraciones de su Majestad la Reina de España a la periodista y escritora Pilar Urbano.

¡Pero ya está bien! Desde el profundo respeto que me merece cualquier persona, con independencia de su tendencia sexual, sus creencias o su postura política, opino que cualquier persona, incluida la Reina tiene derecho a expresar sus opiniones o convicciones morales. He leído atentamente sus supuestas declaraciones y no veo en lugar alguno, palabras o actitudes vejatorias para el colectivo gay. Se limita sencillamente a expresar su extrañeza por la falta de imaginación a la hora de elegir un nombre para la unidad familiar compuesta por dos personas del mismo sexo. ¿Por qué utilizar la misma palabra cuando es un contrasentido etimológico?

Se argumenta que sus palabras han sido poco prudentes y políticamente incorrectas y desde Zarzuela se descalifica a Pilar Urbano y se la acusa de inexactitud a la hora de transcribir las palabras de la Reina que además fueron dichas en el ámbito privado. No dudo ni un segundo de que la Reina dijera lo que dijo y creo que la Zarzuela le ha hecho un flaco favor tratando de quitar hierro al asunto. No se puede vivir callando por no molestar a los que gobiernan, sean del signo que sean. La democracia alcanza también a los Reyes y en democracia expresar libremente nuestras opiniones es un derecho fundamental.
¡God save the Queen!

24 de octubre de 2008

Serenidad


Se trata de una foto antigua, cuarenta años son muchos años, pero la sigo conservando con cariño porque simboliza todo lo que quise aprender en Oriente: Serenidad en el presente, confianza en el futuro.

23 de octubre de 2008

Fuera de Carta

FUERA DE CARTA
España 2008
Dirigida por Nacho G. Velilla
Duración 111 minutos
Comedia de costumbres

En España ya somos muy modernos y aceptamos la diversidad. Aceptamos por ejemplo que nuestros amigos salgan del armario y se confiesen abiertamente homosexuales. Ya nadie se rasga la vestiduras, ni le niega el saludo al amigo gay. Y me pregunto entonces, ¿Por qué siempre que se aborda el tema en el cine se tiende a lo caricaturesco?

Caricaturesca es la película de Nacho G. Velilla “Fuera de carta” que me ha recordado aquellas películas italianas de costumbrismo rancio de los años cincuenta y sesenta, en las que a fuerza de exagerar los rasgos de algunos personajes se llegaba casi al esperpento. Creo que si yo fuera gay me sentiría ofendido por esta película que sólo se salva gracias al humor y a la espléndida actuación de de Javier Cámara.

Efectivamente, la película tiene dosis de humor suficiente para no aburrir. Nacho Velilla ha probado sus armas en el género humorístico en las series televisivas Aida o Siete vidas, y no es de extrañar que los juegos de palabras, los chistes y la comicidad de Fernando Tejero nos hagan olvidar su no obstante irreparable vacuidad

Sin pretender acusarla de plagio alguna escena me ha recordado demasiado a la película americana “Deliciosa Martha” , como por ejemplo el fingido mal humor del chef ante el comensal ignorante y pretencioso. Como todo vale, se presta la poca atención a la verosimilitud de las escenas y situaciones. Cualquier restaurante que tenga más cocineros o ayudantes de cocina que mesas en la sala está ciertamente abocado a la ruina, pero quizá en la película sólo se pretende mostrar nuestra interculturalidad y por eso había que dar cabida a un staff multirracial …

En cuanto a los actores segundarios creo sinceramente que Lola Dueñas no está en su mejor papel, o mejor dicho que su papel no es el adecuado para ella, en cuanto al presunto crack futbolístico argentino, ni interpreta bien su papel de marica ni desde luego su modo de hablar se parece al de ningún argentino. ¿Tan difícil hubiera sido encontrar para ese papel un actor argentino de verdad y gay por añadidura?
En resumen, una película entretenida, sin pretensiones, apta para coger el sueño después de una copiosa comida.

22 de octubre de 2008

"Llenos de vida" de John Fante

LLENOS DE VIDA
Novela
John Fante
Anagrama 2008
Panorama de narrativas
Título original: Full of life 1952
Traducido del inglés por Antonio-prometeo Moya
157 páginas

Algunos escritores llegan a la fama después de muertos gracias al comentario elogioso de algún escritor agradecido que en la cumbre de su reputación los menciona como inspiradores de sus obras o de su pensamiento. Fue el caso de Svevo descubierto tras su muerte por james Joyce y es el caso de John Fante mencionado por Bukowski, el padre del realismo sucio, que menciona a Fante como a uno de sus principales inspiradores.

Desde entonces los libros de Fante se han ido traduciendo y publicado en España, algunos como “Pregúntale al polvo” o “La hermandad de la uva” con notable éxito.
Acaba de publicarse en Anagrama la última novela que quedaba por traducir (a espera de que se publiquen sus cuentos) : “Llenos de vida”

Se trata de una novela concisa, casi lacónica en la que Fante deja por fin caer las máscaras, abandona sus alter ego, renuncia a esconderse tras el personaje de Bandini o de Molise y se presenta a nosotros en primera persona, como John Fante hijo del Nick Fante un albañil borrachín e iracundo originario de los Abruzzos italianos.

Relata una historia prosaica y lineal y la narración adquiere un tempo rápido, irónico y divertido lleno de los tópicos del “amercian way of life” de los años cincuenta y sesenta. Como corresponde a todo escritor americano de esa época la narración carece de matices. El autor no se detiene en las descripciones, es sobre todo una novela de acción y aunque se pierde profundidad psicológica, vemos actuar a los personajes y sus actos son valen, como suele decirse mil palabras.

Simplificando podríamos decir que como en otros libros del autor, en particular como en “La fraternidad de la uva” la novela tiene un eje dominante que es la relación padre- hijo. Una relación filial y dolorosa porque el padre, a pesar de vivir en América parece anclado en sus costumbres ancestrales y el hijo, pese a tenerlas superadas no puede despreciarlas del todo porque son las costumbres de su padre y el respeto y la obediencia al padre siguen tan fuertemente tatuadas que le vuelven inerme y casi sin voluntad frente a su brutalidad, sus caprichos o las supersticiones que pueblan su imaginación.

El embarazo de Joyce, su mujer, le da pie para hablar de algunos de los temas recurrentes de la época: el deseo de poseer una casa grande con jardín, el catolicismo en auge en la América del Cardenal Spellman, el progreso industrial y los viñedos de California y en general una América, tierra de leche y miel para los inmigrantes italianos e irlandeses dispuestos a labrarse un provenir trabajando de sol a sombra para conquistar el sueño americano.

21 de octubre de 2008

Edward Hopper: Habitación de Hotel


Habitación de Hotel
1931, Óleo sobre lienzo
152, 4 x 165, 7 cm.
Museo Thyssen Bornemisza (Madrid)

Siempre me ha atraído este cuadro. Lo vi por primera vez en la portado de un libro. Posteriormente pude contemplarlo a mis anchas en el Thyssen y hace un par de años me llegó una reproducción como regalo de una amiga y cuelga en la pared de mi despacho.

En la fría geometría de un cuartucho de hotel una mujer lee una carta y espera. Sus ropas están colocadas sobre el sillón, la maleta en el suelo y el sombrero encima del tocador. No sé si acaba de llegar o si se prepara para salir, pero su rostro denota una desvalida soledad.
Las sombras de la habitación refuerzan el sentimiento de pesimismo y depresión tan típicos de Hopper.
Miro el cuadro y siento la tentación de llamar a la puerta, de sentarme en la cama al lado de esa mujer tan sola, de hablar con ella, quizá adentrarme en el túnel de su soledad, decirle que es inútil huir, encerrarse en sí mismo, escapar. La vida está fuera. A plena luz. En el ritmo lento de los pasos, en la calida calma de las palabras.

Esta mañana, el cuadro ha vuelto a mi retina en los emotivos versos de un poeta

Ante el cuadro de Edgard Hopper
Habitación de hotel
¿Qué soledad aflige
a la mujer del cuadro?
Tiene aún las maletas
por abrir,
como las tengo yo.
No acaba de volver
de sitio alguno,
y no parece estar
a punto de marcharse.
Como está estamos todos:
ignorantes,
colgados en un tiempo
y un espacio
que no pueden ser nuestros.
No hay soledad que pueda
compartirse,
y esto es lo que aflige
y nos aflige.
Saber que estamos solos,
y que no estamos solos,
y es más profunda así
la soledad.


José Corredor-Matheos

Un pez que va por el Jardín (2007)

15 de octubre de 2008

La senda de la Belleza


Tú que cuentas las estrellas del cielo
y sigues sus mudanzas por las rutas del mar,
tú que has mordido los labios profundos de la lluvia
y has sembrado las esporas del viento,
tú que distingues por su canto a cada pájaro de la bandada
y que extraes de cada rastro su luz, su diferencia,
bloquéame los atajos del mundo y la patraña,
muéstrame, sin tardanza,
el camino insolente y terrible
de la belleza.

Dame la fuerza oscura,
esa fuerza del sol que rasga nubes
y los campos antiguos emociona de oro
y déjame colarme por las rendijas de tu corazón,
aniquilarme sin hablar,
estremecerme hasta el desmayo.

Tú que has aprendido en el dolor
a preservar el fuego que da nombre a las cosas,
tú que no ahogas las voces del instinto
en los aceites infinitos del Tiempo,
tu que navegas en el iris de los niños danzantes
y en la córnea biliosa de ángeles derrotados,
ciérrame la autopista gris de la información,
muéstrame con urgencia
la senda peligrosa y feroz
de la belleza.

Dame la fuerza oscura,
esa fuerza espartana del Águila que se precipita
sobre los maremotos
hasta saciarse de estrellas de mar,
déjame colarme por las rendijas de tu corazón,
inundarme sin hablar
hasta perder la lucidez.

Tú que conoces las artes de la navegación
y liberas los delfines de las redes de arrastre,
tú que no olvidas los sacrificios
y sufres la crisis y la fatalidad
que nace entre el relámpago y el trueno,
tú que has sido invitado a yacer en el lecho
de las doncellas de embrujadores rasgos,
bloquéame los atajos del mundo y la patraña,
muéstrame, sin tardanza,
la senda insolente y terrible
de la belleza

Y si una noche llegara a sospechar
que nunca ha existido ese camino de ascuas azules,
esa vereda anónima de espinas,
si esa noche del alma llegara,
abandona en mi lengua, por favor,
las flores de cicuta..

Constelaciones al abrir la nevera
Ángel Petisme
Poesía HIperión 1996

14 de octubre de 2008

Escasez de recursos

"El mundo está constituido por bienes escasos y por necesidades insatisfechas"

Lo que me parece grave es que partiendo de estas premisas se han construido históricamente las bases doctrinales de la Economía que se imparte en las universidades de todo el mundo.
Pensemos un poco: Si hay escasez de recursos el otro será siempre visto como un competidor, como una amenaza. Si hay necesidades insatisfechas, hay frustración, este mundo no es un lugar para gozar, sino un lugar para luchar, pelearse, sufrir.

¿Y si diéramos la vuelta a la tortilla? ¿Y si pensáramos que el mundo es lugar de abundancia y satisfacción, no sería el otro automáticamente alguien con quien compartir?

Pienso que los recursos más escasos de este planeta no son las materias primas tangibles: gas, carbón, fuel. Los recursos más escasos son el amor, la solidaridad, la generosidad, la cooperación, la confianza. Sin embargo, el ser humano puede producir tanta cantidad de esas materias primas y fuentes de energía como voluntaria y conscientemente desee.

Ya lo decía el gran maestro del Management, Peter Drucker: "Toda las dimensiones de lo que supone ser un "ser humano" y ser tratado como tal no han sido incorporadas al cálculo económico del capitalismo".

Riad: Arabia Saudita

Son las cinco y media de la mañana. A través de la celosía morisca que adorna mi habitación en el hotel Hyatt de Riad, empieza a filtrarse la luz mortecina de esta cálida mañana de marzo. Las sombras de la celosía, proyectadas sobre la alfombra empiezan a dibujar un bello cuadro abstracto cuando de pronto, de algún lugar lejano, probablemente de la mezquita del Iman Turku ibn Abdalá, irrumpe la ululante salmodía del muecín que recita la Fátiha y nos convoca a la oración. Su voz, ampliada por una potente megafonía, toma amplitud y se hace más cercana. A su réplica acuden otras voces, otras llamadas que parecen responderse unas a otras desde los minaretes de todas las mezquitas grandes y pequeñas de esta extraña ciudad, quizá la más religiosa que jamás haya tenido ocasión de visitar.

He llegado hace tres días en viaje de prospección de mercado y miembro de una misión comercial patrocinada por nuestra Embajada. Mi primera sorpresa fue desembarcar en un aeropuerto diferente de todos los que hasta ese momento había conocido. Perdido en medio del desierto, a treinta o cuarenta kilómetros de la capital, parece un inmenso oasis de cristal mármol y agua. El murmullo del agua, cayendo en cascada desde los lugares más insospechados se convierte en música ambiental de las amplias salas de desembarco. Evidentemente el aire acondicionado, la amplitud, la luminosidad contribuyen y magnifican esa primera sensación de fresca humedad. Los trámites de aduana se prolongan y cuando salimos es ya casi noche cerrada. Nuestro autocar enfila hacia la capital por una autopista que bien se diría la pista de aterrizaje que nuestro avión acaba de recorrer. Los ojos de gato a derecha e izquierda de la autovía están próximos unos de otros hasta el derroche. A todo nos acostumbramos y pronto, las evidentes muestras de prodigalidad, dispendio y lujo en todos los servicios públicos se harán tan repetitivas que dejarán de sorprendernos. Riad es la capital de una de las naciones que, gracias al petróleo, se ha convertido en la más rica del mundo, y los saudís en un afán incansable de superarse están sembrando la ciudad de edificios y torres modernas como la Torre Al Anoud o la Al Faisaliyah que arquitectónicamente quizá apabullen al turista pero que al mismo tiempo oscurecen y minimizan los escasos vestigios de la ciudad antigua y en particular del Castillo Palacio Al-Masmaj, alma mater y origen del país.

Ayer tuve la ocasión de moverme por una zona comercial y visitar algún supermercado. Me sorprendió ver tantos hombres en la calle deambulando tranquilos, a veces cogidos de la mano en un gesto sospechosamente ambiguo para los occidentales pero que para ellos no tiene connotación sexual alguna. A penas veo mujeres. Todas sin excepción, aunque sean extranjeras están obligadas a salir a la calle con el largo velo negro o “abaya” que les cubre el cuerpo por completo. Generalmente se hacen acompañar por alguna persona mayor y si pasean con el marido éste camina a su lado como un perfecto desconocido. Precisamente una de las notas más pintorescas de esta conservadora sociedad es el contraste entre los negros velos de las mujeres y las blancas “thobe” de los hombres, especie de camisola o sotana que les llega a los pies y que va siempre acompañada del “guthra” que es un pañuelo blanco o a cuadros rojos y blancos, que plegado en triángulo, se sujeta en la cabeza mediante una vistosa gruesa y negra cuerda de doble vuelta.

Cuando estaba dentro del supermercado, de pronto se atenuaron las luces y la gente desapareció de mi vista. Perplejo, sin saber lo que ocurría me disponía a salir del establecimiento cuando el guarda de seguridad que se encontraba a la puerta me indicó por señas que podía quedarme. Se oyó muy pronto la voz amplificada e insistente del muecín y ya no necesité más explicaciones. Eran las doce, la gente había abandonado sus quehaceres y se habían ido a rezar. Me paseé silencioso entre las estanterías extrañamente conmovido por tan incólume religiosidad. La oración duró unos minutos y pronto se volvieron a encender las luces y la actividad comercial volvió a la normalidad.

La estancia en esta ciudad, pese a su desbordante riqueza no me es grata. Las diferencias sociales son enromes; y es que en estos países hay una clara distinción entre nacionales e inmigrantes. Si alguien procede de Filipinas, Palestina y Egipto siempre será extranjero aunque haya nacido en el país, y como tal no tendrá derecho a estudios universitarios ni a puestos de responsabilidad en la administración o en el Gobierno. La ausencia total de mujeres en la vida pública, crea por otra parte un impalpable y extraño vacío; incluso la absurda prohibición del alcohol se vuelve incómoda. Aunque habitualmente no bebo alcohol, nunca he tenido tantas ganas de un vaso de vino o de una cerveza como estos días, pero ni tan siquiera en el bar del hotel sirven bebida alcohólica de ningún tipo.

Cuando esta tarde salga del hotel rumbo al aeropuerto y de ahí a Atenas, no habrá nostalgia, no es un país en el que elegiría vivir. Quiero no obstante irme con un bonito recuerdo. Siempre los hay si se está atento a ellos. Me quedo con los increíbles ojos negros de una niña de pocos años que camina de la mano de su mamá cubierta de pies a cabeza con el velo negro. La niña se para y me mira extrañada y sus ojos son un chispazo de alegre y curiosa nocencia. Le hago un gesto cariñoso y miro a la madre. La “boshiya” o velo que cubre su cara no me permite ver su expresión. Quizá un día esta niña pueda caminar libremente a cara descubierta y sin menoscabe de sus tradiciones más profundas.