La Chica Salvaje, escrita por Delia Owens, una zoóloga y bióloga de 70
años, con una larga experiencia de trabajo en zonas despobladas y remotas de
África, se ha
mantenido durante más de cuarenta semanas en el primer puesto de los libros más
leído en Estados Unidos en 2019. La autora nos lleva a la poco pobladas, pantanosas e
insalubres costas de Carolina de Norte para contarnos la historia de Kya Clark
una niña que vive con su familia en una
destartalada cabaña con una familia desestructurada cuyos miembros, tan pronto
como pueden abandonan el hogar huyendo de un padre maltratador y borracho. Primero los hermanos, luego la madre huyen
del hogar. El padre desaparece durante días enteros y la niña malvive
recordando lo que cocinaba su madre, o lo que pescaba su padre cuando no estaba
ebrio. Pero una día el padre desaparece
definitivamente y Kya, desamparada espera su retorno y sobrevive perdida en los
vericuetos de los manglares de la
marisma. Huye del desprecio y los
prejuicios de la gente del pueblo más
cercano y se esconde de los funcionarios que quieren llevarla a un centro de
acogida. Ha aprendido a recoger verduras
y mejillones que intercambia por petróleo y otras productos de primera
necesidad en una tienda/gasolinera del
pequeño embarcadero que atiende un empleado de color que se compadece de esta niña abandonada
Kya no ha ido nunca a la escuela, no sabe leer pero es
observadora y conoce cada planta, cada pez y cada recurso de supervivencia que
le ofrece el manglar pero se siente irremediablemente sola y le gustaría hablar
con niños de su edad, ir a la escuela, sentirse parte de la comunidad. A medida que pasan los años otras emociones surgen en ella, descubre la
amistad a través del joven Tate, amante como ella de la naturaleza que le
enseña a leer, la trata con cariño y le enseña a apreciar el colorido de las
aves del manglar pero la decepciona
cuando antepone sus estudios a sus sentimientos. Pero también descubre el
egoísmo el abuso sexual y la mentira de otro joven que intenta degradarla.
Kya es una excelente dibujante, y dedica su terrible
soledad a observar las aves las plantas, las conchas marinas y pinta sus formas
y colores en láminas que un día su antiguo amigo Tate descubre y la convence
para las envíe a un editor para las publique, lo que le proporciona de
inmediato una cierta popularidad.
Entretanto un accidente ocurre en las cercanías y ante la
posibilidad de tratarse de una homicidio, Kya entra en la lista de los sospechosos y se ve envuelta
en un exhaustivo proceso judicial a pesar de que el día del suceso ella se
encontraba en otra ciudad a varias horas de distancia. Muy sabiamente la escritora alterna el proceso judicial y el lento pero creciente esplendor de Kya en capítulos alternos cuyo peso
específico va variando en detalles y longitud a medida que avanza la historia y
el accidente va cobrando cada vez mayor importancia.