Me escucho y mis pensamientos suenan huecos, sin eco, y sin melodía.
Se acerca el crepúsculo, pero el sol aún se resiste,
se niega a zambullirse y desafiante me hiere
la vista.
La mar, pradera azul y oro en la que sus rizos apenas se
estremecen,
percibe resignada, pero aún lejana, la sábana blanca de la bruma
que muy
despacio se acerca.
Los bañistas ya se han ido, pero aún quedan en el agua
esos tritones de coraza negra que
inermes ante el frío de la tarde
amagan algún salto, y a veces, por fortuna, cabalgan durante unos metros
el dorso de
una ola desprevenida..
Una gaviota planea y traza un gran círculo en torno a
la Punta del Dichoso.
Sus dominios están seguros y terminada la ronda
se lanza
en flecha hacia las olas pero les tiene cogida la distancia
y como si sólo se bañara en la espuma de su espuma
surge disparada, en magnífica parábola
hacia el azul del cielo.
Hay más paz en el ambiente que en los rincones oscuros de mi cabeza..
Cierro los ojos, trato de acallar la estridencia de esa música
interior,
pero los pensamientos, alborotados,
ruidosos, se entrechocan
y no me dejan oír el suave murmullo de la tarde.
1 comentario:
Maravillosa descripción de un estado de ánimo. Felicidades
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