Una frase sencilla que ha brotado
unánime de los seis compañeros dejados atrás,
ha quedado escrita en el encerado desde hace unos días y nadie se atreve
a borrarla.
Las autoridades de vigilancia de un campo de refugiados
tutelado por la ONU y situado a pocos kilómetros de aquí, han venido a llevarse a un grupo de 20
alumnos que pertenecían al campo de refugiados y que al parecer con connivencia de los padres
habían salido ilegalmente del campo para aprender tailandés y tener una oportunidad en
este país.
El grupo de muchachos, chicos y
chicas birmanos, que no hablaban una palabra de tailandés, fueron acogidos en una especie de orfelinato dirigido por una iglesia evangelista vecina y nos los trajeron sin dar explicaciones como
muchachos de la frontera acogidos en su
Fundación. Nos volcamos con ellos. Eran
ya mayores y empezar a escribir un alfabeto nuevo, un idioma nuevo,
a los 14 o 15 años no es tarea fácil, pero eran dóciles, trabajadores y
afectuosos y les cogimos cariño.
Sustituyendo a un compañero, tuve
ocasión de darles una clase de inglés y
para mí sorpresa constaté que estaban bien preparados. En el campo tienen una
buena escuela y educacionalmente están
bien atendidos. Evidentemente no se les enseña tailandés porque por
definición cuando entran en uno de los
10 campos de refugiados que existen a lo largo de la frontera Birmano-Tailandesa que acogen más de 150.000 refugiados sólo
tienen dos alternativas: volver al país de origen, en este caso Birmania, o ser
acogidos como exiliados en algún país
extranjero, nunca en el país en cuyo
territorio está instalado el campo.
Veinte muchachas y muchachos que en muy pocas
semanas han dejado un gran vacío. Lo hemos sentido de verdad, pero no podemos transigir con la ley, quizá hubiéramos debido
indagar más a fondo cómo estos niños
habían llegado hasta nosotros, pero cuando estás metido en este ambiente de
ayuda a quién quiera que lo necesite no
te haces demasiadas preguntas. Lo
importante es atender necesidades, ofrecer oportunidades. Estos chicos tenían
una oportunidad que las leyes, justan o injustas han truncado.
En el encerado sigue escrita la
frase: “ Los amigos se han ido, nuestro corazón llor”. Siento lo ocurrido y me corazón llora con ellos.
3 comentarios:
Tu corazón llora con ellos, y tu espíritu se alegra por cada acción buena que haces. Para ti puede ser pequeña, pero para ellos es enormemente grande. ¡¡Felicidades, Federico, porque no sólo das lecciones de inglés...nos estás enseñando vida verdadera...!!
No puedo estar mas de acuerdo con Carmen, recibe un abrazo.
Federico,
ahora tu vida tiene sentido
Empapate de toda la humanidad que puedas para enseñarnos a los demás
Un abrazo
Mariona
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