Carmen sale de casa y de pronto:
_ ¡Uy! ¿No es esa Paquita? ¿Cómo presume de abrigo de visón! Si total está hecho de visones gallegos de granja, y además se lo regaló su tío, porque lo que es su marido, con ese empleucho que tiene en el Ayuntamiento... Pero bueno, qué mejor ocasión para contarle lo de Luchi... ¡Quién lo iba a decir! Con lo modosita que es ella, siempre en la iglesia, siempre diciéndonos lo que está bien y lo que está mal... ¡Vaya bomba lo de su embarazo! ¿Quién será el padre? A lo mejor Paquita lo sabe.
_Pero, ¿no camina algo rara esa chica? Si parece que va retorciendo los pies... y ¡qué zancadas madre mía! Ni que la estuvieran persiguiendo. Por esta calle y a este paso seguro que no la alcanzo y me quedo sin contarle mi historia. Cortaré por la calle mayor y la espero en la plaza.
_Ahí viene, no pero si parece que lleva bigote, ¿y esa melena? ¿O es una peluca? Por si acaso voy a esconderme detrás de la marquesina del autobús... ¡Vaya, si no es Paquita! Ahora me explico ese andar raro que tiene... ¡Uy es alguien disfrazado de Paquita, con su mismo abrigo o uno que se le parece. ¡Ahí va! Pero si es su marido Juan, vestido con la ropa de su mujer. ¡No me lo puedo creer! ¿Se habrá vuelto marica? No, no puede ser. Se les ve muy enamorados. Ahora que me acuerdo, si me dijo la Juani que Paquita tenía que ir a Valladolid para no sé qué de su madre... Mejor lo dejo pasar, ya habrá tiempo para pedir explicaciones. Quizá mis amigas saben cosas que no me cuentan.
Mientras tanto, Juan, bajo los efectos de la noche anterior camina a trompicones y como escondiéndose...
_ No se me puede dejar solo. Aprovechando que Paquita está en Valladolid nos juntamos en casa para cenar y ver el partido. Como a nadie se le ocurrió otra cosa que traer bebidas, que si este Rioja, - ya veréis que bueno -, que si ese Ribera de Duero - que entra de maravilla -, que si el Cava - que me sobraron un par de botellas de las pasadas Navidades -, el caso es que bebimos mucho, comimos poco y acabamos pasados de copas.
_ No sé si será cierto, yo la verdad no me acuerdo, pero según dijo el Chato y afirmaron todos los demás hicimos apuestas, a cada cual más descabellada. Yo aposté a que me iría dando un paseo hasta la plaza disfrazado con la ropa de mi mujer...
_Y aquí estoy, con este frío húmedo que me sube por las piernas, y los pies machacados por los malditos tacones. No sé cómo las mujeres aguantan ir subidas a esos andamios. Lo único que mola es el abrigo ¡Qué suerte tuvo la condenada! Murió la tía Ambrosia y el marido se acordó de la sobrina...
_¡Uy! ¿pero no es esa la Carmen, esa amiga de Paquita tan chismosa? ¡Lo que me faltaba, que se acerque a hablarme pensando que soy Paquita! Ya no la veo... habrá entrado en algún portal. Dentro de un momento llego a la plaza, me doy la vuelta y habré ganado la apuesta. Si la Carmen me llega a ver disfrazado de mujer me convierto en la chirigota de toda la panda. ...
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