28 de noviembre de 2007

Genialidad


Me ha llamado la atención la fórmula de la genialidad que leído en algún lugar y que podría escribirse así: dedicación + mejora diaria + tiempo = genio. Que duda cabe que los Fernando Alonso, Nadal, o Ronaldihno son el resultado de una dedicación obsesiva a un objetivo concreto y casi exclusivo, el esfuerzo para mejorar las marcas cada día un poco y el tiempo y la constancia necesaria para conseguirlo. Nadie nace siendo un genio o un campeón. Se pueden tener aptitudes se necesita además tiempo, esfuerzo y dedicación.

Georgia O'Keeffe: iris negro

1926 Black iris
Oleo sobre tela 91,4 x 75,9 cm
Colección Alfred Stieglitz
metropolian Museum of Art

Georgia O'Keeffe pinta entre 1918 y 1932 más de200 cuadros de flores en donde las simples flores de jardín como la rosa, la petunia, la amapola, la camelia, el girasol y la begonia ocupan la misma posición que otras más raras como la íride negra o la exótica orquídea. Entre las flores que pintará repetidamente en gran formato destaca el lirio de agua, o cala, que se convertirá para el público en una especie de emblema de la pintora. Así el artista mexicano Miguel Covarrubias en una caricatura de O’Keeffe, aparecida en el “New Yorker” se referirá a ella como “Our lady of the Lily”. Algunos de estos lirios habían atraído la atención de la pintora en la floristería de Lake George: “Empecé a reflexionar sobre esos lirios porque a la gente o bien le gustan mucho o nada. Sin embargo en mi caso no producían ningún tipo de sentimiento”.

En los cuadros de flores de O’Keeffe la consistencia como de cera de un lirio de agua está tan cuidadosamente representada como el tejido aterciopelado de una íride. la colocación del color sobre el lienzo en apretadas pinceladas imperceptibles a la vista, favorece la impresión de firmeza y consistencia material. la imprimación especial de la tela, su suavidad y brillo así como la excelente calidad del lienzo contribuyen a la perfección técnica perseguida en todo momento por O’Keeffe. Sin embargo su preocupación fundamental sigue siendo la simplificación formal de la flor. El lirio de agua, seductor por su sencillez estructural, parece constituir, quizá precisamente debido a este motivo, uno de sus temas favoritos. Sus retratos de flores, de las que respeta siempre sus colores locales, están al mismo tiempo dedicados a determinados colores, como indican los títulos de los cuadros que remiten al rojo de la amapola, o al negro de la íride.

25 de noviembre de 2007

Incredulidad
















No era
posible,
no es posible
que todo el calor del mundo
haya cobrado la forma de tu cuerpo
tendido e irradiante junto al mío,
no es posible tu cuello
girando sobre la almohada lentamente
como fanal de dicha,
tanta fructificación no es
posible, tan alta primavera
desbordando tus pechos y tus manos
hasta inundar todas las alcobas de mi vida,
no es posible el altido de tu sueño
cuando convoca
paisajes como caricias, dédalos susurrados
de fraternidad y auxilio y maravilla,
no es posible la paz de tu vientre rubio
si te busco debajo de las sábanas.

Desnuda no eres posible. Junto a mí, no es posible
Eres lo más real y no es posible.

Jorge Riechmann
Amarte sin regreso (1995)
Poesía Hiperión

23 de noviembre de 2007

Algo tan parecido al amor


ALGO TAN PARECIDO AL AMOR
Carmen Amoraga
Finalista Premio Nadal 2007
Ediciones Destino
Áncora y Delfín
270 páginas


Mario Vargas Llosa dice que una novela es una gran mentira llena de muchas pequeñas verdades. Carmen Amoraga ha juntado en su reciente novela, finalista del Premio Nadal de este año, las relaciones sentimentales de tres mujeres para, a través de un análisis polifacético y minucioso, intentar extraer algún tipo de conclusión o respuesta a la pregunta : ¿A qué llamamos amor?

No estoy seguro de que la galardonada escritora haya logrado aclarar nada con su novela, pero debo admitir que ha hecho un loable esfuerzo para mostrarnos diversos aspectos de esa constante humana que es la búsqueda de la felicidad a través del amor. Siguiendo los avatares de unas amigas treintañeras antiguas compañeras de colegio y que siguen encontrándose y contándose sus alegrías y sus más frecuentes disgustos, vamos viendo diferentes facetas de la relación que establecen con los hombres ya sea como esposas en el caso de Silvana, ya sea como amantes en el caso de Amparo y Ana.

La escritora no pretende hacer una novela de género, ni tampoco una novela generacional, pero como en sus novelas anteriores es sobre todo una novela cuyos protagonistas son mujeres y el punto de vista si no exclusivo, es predominantemente femenino. Silvana, que parece ser la más asentada y la que disfruta de una relación matrimonial aparentemente estable, es la que actúa como “pepito grillo” de las otras dos, y las hace reflexionar en voz alta y admitir que la pasión está cubierta de espinas las más de las veces, y que en su búsqueda del amor se encuentran con la soledad, el despecho, la humillación y el egoísmo de sus amantes. Se han enamorado no de hombres de carne y hueso sino de una imagen una imagen idealizada que de ellos han construido.. Irrumpen en los matrimonios de sus rivales y ponen así en contraposición el papel de esposa y el de amante. De ese modo, Carmen Amoraga no deja cabo suelto, escruta el sentimiento amoroso desde todos los puntos de vista y disecciona las relaciones de pareja y los sentimientos que conllevan: amor, celos, miedo, culpa, tedio, sumisión, estabilidad, terror a la soledad. Etc.

He disfrutado leyendo esta novela aunque debo confesar que literariamente hablando me ha dejado insatisfecho. Se diría que el argumento ha sido tejido en función de las necesidades de la tesis en lugar de extraer una tesis del argumento. Por otra parte la autora ha tratado de utilizar el lenguaje sencillo, de la calle, de todos los días, y a fuerza de intentar la sencillez roza a veces con la ordinariez. Pero no quiero acabar la reseña con esta nota negativa. Carmen Amoraga no se la merece; y por eso, citándola textualmente, diré: “No es que hoy no crea que el amor duele, porque sí duele, pero me pregunto si tiene que doler siempre, si siempre tiene que doler de esta manera, si no habremos estado equivocados toda la vida y si el que te quiere bien es precisamente quien no te hace llorar”.

Entre limones

ENTRE LIMONES
Historia de un optimista
Chris Stewart
Editorial Almuzara 2006
Título original Driving over lemons 1999
Traducido del ingles por Alicia de Benito Harland
299 páginas


Los que vivimos en ciudad, probablemente hemos sentido alguna vez la tentación de abrazar la vida bucólica del campo. ¿Quién no prefiere las verdes praderas y los sonrientes riachuelos a los apretujones del metro o del autobús? Evidentemente, se trata casi siempre de anhelos esporádicos que la vorágine del día a día se encarga rápidamente de angostar.

Pero si no somos capaces de llevar a cabo nuestros íntimos deseos, secretamente admiramos a quien lo hace y eso explica quizá el rotundo éxito que Chris Stewart está teniendo con sus libros y en particular con su inicial “Entre Limones, Historia de un optimista”. que después de haber vendido más de un millón de copias en Europa, ha sido publicado finalmente en España a finales del pasado año la pequeña Editorial Almuzara.

Chris Stewart, fue durante un breve período de tiempo batería en Grupo musical Génesis del que surgieron también los más conocidos Peter Gabriel, Tony Banks, Anthony Phillips o Mike Rutherford y después de haber viajado por medio mundo y ejercido los más diversos oficios decidió con su esposa Ana comprar un pequeño cortijo en Las Alpujarras granadinas.

Se trata de una narración lineal, no exenta de humor, bastante inocente optimismo y una fina ironía como sólo los ingleses saben usar, para describir su lucha para convertir el destartalado cortijo que compró por algo menos de 5 millones de las antiguas pesetas, en un lugar habitable, pese a las moscas y a los escorpiones, pese a la falta de electricidad o de caminos transitables y pese sobre todo a estar situado en el lado equivocado río Trévelez, que le aísla completamente en épocas de lluvias y crecidas.

Fue probablemente la lectura de “Al Sur de Granada” de Gerald Brenan lo que primero le atrajo hacia las Alpujarras pero ha sido la belleza del paisaje, el aroma de naranjos, almendros y limoneros, el continuo susurro de los ríos Trévelez y Cadiar, las noches estrelladas y los amaneceres apacibles, la sencillez de la gente cordial y acogedora, campesina y pastoril, lo que le ha retenido y le ha hecho enfrentarse valientemente a las dificultades iniciales y a su total ignorancia sobre agricultura, pastoreo o construcciones varias.

“Cristóbal, El inglés”, como pronto será conocido en la región, es humilde y paciente y eso le granjea amistades inquebrantables. Algunas como la de Domingo, le serán imprescindibles para salir airoso en su trato con los demás vecinos, para convencer a los pastores las ventajas del esquileo mecánico de ovejas, para manejarse en el siempre confuso mundo de entradores y tratantes de ganado.

Chris vive en El Cortijo El Valero, frente al espectacular valle del Gudadalfeo . Allí ha nacido su hija Chlöe, por lo que se siente un poco más alpujarreño si cabe, aunque también forma parte del colectivo de extranjeros estilo “New Age” que se han establecido en la zona. El éxito de su libro está atrayendo turistas y curiosos hacia el Cortijo y hacia el pueblo de Órgiva cuyo alcalde no siempre coincide con Chris en la valoración de algunas afirmaciones contenidas en el libro porque le parecen humillantes u ofensivas hacia los vecinos del pueblo.

Pese a tratarse de una excelente traducción de Alicia de Benito, el libro mantiene el frescor y la sencillez del relato original. Me ha gustado en particular la manera en que el autor ha captado el habla de los campesinos, las reflexiones breves, las sentencias cadenciosas, y la contenida emoción con la que describe los paisajes, la floración del naranjo o su empeño en adaptarse a los usos locales y pasar como un campesino más de esa hermosa y dura tierra.

20 de noviembre de 2007

Buscar la felicidad

No busques la felicidad haz cosas que te hagan feliz. Me sorprende lo mucho que se escribe sobre la felicidad y lo poco que se practica. Partimos de una premisa falsa cuando pensamos que la vida es dura y por lo tanto la felicidad es la recompensa a un sobreesfuerzo o a un sacrificio. Sin embargo los momentos felices son aquellos en que hacemos las cosas que nos gustan, y que generalmente coinciden con las cosas que nos gustaba hacer de niños: pescar, caminar, practicar un deporte, encontrarnos con amigos. Cuando miramos hacia atrás vemos con nostalgia aquella época, pero no nos atrevemos a reservarnos cada día un rato para practicar de nuevo aquellas cosas que nos llenaban de gozo y hacían que la vida fuera divertida. La felicidad no es un proyecto de vida, es un acto vital.

14 de noviembre de 2007

Santiago de Chile


Viajaba en la excelente pero extinta Compañía Brasileña Varig rumbo a Santiago de Chile. Estaba aún borracho de emoción por aquel primer aterrizaje en Río de Janeiro en esa hora matinal en que el sol surge de la bahía, tiñe de rosa el inmenso abrazo del Cristo del Corcovado y acaricia con sus rayos el Pao de Azucar. Ni las señales para abrocharnos los cinturones, ni la petición del Comandante habían logrado despegarnos de la ventanillas absortos como estábamos en la contemplación de uno de los amaneceres más extraordinarios que se puede contemplar desde un avión. La escala en Río fue breve a penas el tiempo para desentumecer las piernas tras diez horas de inmovilidad, degustar un buen café y ya estábamos de vuelta en el avión.

Era mi primer viaje a Santiago de Chile y después de aquel bello aterrizaje en Río jamás pensé que en esta ocasión aún había en reserva para mí una emoción todavía más intensa: la de sobrevolar la imponente cordillera de los Andes y tener la sensación de casi tocar con el brazo extendido la purísima cumbre del Aconcagua. El comandante, ésta vez, nos animó a mirar por las ventanillas del lado derecho del avión. El espectáculo era arrebatadoramente acongojante. Tanto, que no me da vergüenza confesar que ha sido una de las pocas veces en mi vida que se me han saltado lágrimas de emoción y de nostalgia por no tener a nadie amado a mi lado para decirle en aquel lugar: “Ahora, cogido de tu mano, me puedo morir!”
¡Cómo describir los glaciares, las profundas simas, los torrentes y cascadas y sobre todo el congelado silencio, la total ausencia de cualquier vestigio humano! Solo, arrebatado, me hubiera gustado ser es esta ocasión un cóndor solitario, desprendido del gran pájaro matriz, y seguir suspendido en aquel aire puro, embriagándome de luz, de nieve y de sol.

Qué duda cabe que con esos preliminares, este viaje a Chile no podía quedar banalizado entre los cientos de viajes que han adornado y dado sentido a mi vida profesional. Pero además, y por razones diversas, iba a ser un viaje largo….Una estancia de veinte días no es habitual en los viajes de un ejecutivo, pero varios actos protocolarios y la participación en la Feria Internacional de FISA así lo exigía.

Llegué a Santiago a primera hora de la tarde y me hospedé en aquella ocasión en el recién inaugurado Holiday Inn cercano a la Casa de la Moneda, en el centro de la ciudad y en el corazón de las calles más populares y conocidas de la capital: Agustinas, Ahumada y Banderas. Al rato llegaron mis amigos a buscarme para ir a cenar a la Vinoteca, un restaurante museo en lo alto del cerro de San Cristóbal. Desde sus amplios ventanales, se divisa por la noche la ciudad a los pies como una alfombra de diminutas estrellas.

Santiago es una ciudad de grandes contrastes. Un centro histórico de casas bajas de tipo colonial, un centro financiero y sus correspondientes rascacielos, unos barrios burgueses con verde y jardines muy cuidados en Las Condes, al norte de la ciudad y pegando a las últimas estribaciones de los Andes y, lamentablemente, unas barriadas marginales y conflictivas como Maipú o Cerrillos. Probablemente, si tuviera que elegir un edificio que me sirviera de icono de la ciudad, me quedaría con la iglesia convento de San Francisco, por su sencilla y robusta línea arquitectónica que desde 1589 ha desafiado terremotos e incendios y constituye hoy el edificio colonial más antiguo del país.

Necesariamente, más que edificios, monumentos e hitos turísticos, Santiago es una comunidad, un crisol de gentes, anónimas, trabajadoras, cultas, luchadoras en las que cohabita el espíritu mapache y las aportaciones culturales de la colonización y posteriores migraciones. Me llamaron particularmente la atención las mujeres chilenas. Me habían avisado antes de iniciar el viaje: la mujer chilena es guapa, es simpática, es melosa, pero es sobre todo inteligente, buena conversadora, excelente compañera, inolvidable amiga. Pronto comprendí el preaviso: veinte días fueron suficientes para sentirme tan a gusto entre ellas que necesité utilizar toda mi sensatez y el tirón de la familia, para comprender que sólo era un viaje. Ciertamente traje conmigo una canción:”Si vas para Chile…” y por sorprendente que parezca nunca la he podido escuchar sin sentir un nudo en el estómago, detectado incluso por las personas a mi alrededor.

Hablar de Santiago es obviamente hablar de Chile, pero ni con veinte días, sobre todo si son de trabajo, se pueden recorrer sus más de 4.000 kilómetros de longitud y no más de 400 kilómetros de anchura. Desde el tórrido y salitroso desierto de Atacama pasando por la zona central donde se ubica Santiago, el puerto de Valparaíso y la conocida Viña del Mar, se desciende a las fértiles llanuras de Talca y Valdivia, de fuerte ascendente alemán y croata hasta llegar a los glaciales del extremo Sur del País cerca de Puerto Montt y Punta Arenas. Tuve la oportunidad de viajar por la zona central y visitar el Puerto de Valparaíso pero sobre todo, tuve tiempo para hacer profundas y sólidas amistades que han perdurado a través de los años. Algún día espero contar las andanzas de mi amigo el calvo Leonardo Chacón, magnífico compañero de trabajo, buen cocinero y futuro restaurador que me hizo depositario de de uno de los regalos más comprometidos y a la vez más emotivos que jamás haya recibido; o de la familia de Jorge Aybar afamados cocineros pero sobre todo grandes amigos que a pesar de ser inmigrantes de tercera y cuarta generación mantienen las costumbres y el habla de su Guipúzcoa natal.

No se puede escribir de todo en estos retazos de vida que han ido quedando prendidos en tantos lugares del mundo al albur de las necesidades y oportunidades del trabajo. Por eso, en suscinta forma de fotoflash menciono el copihue, preciosa flor emblemática nacional; los intentos de mis amigos por enseñarme a bailar la cueca; las interminables charlas sobre los poetas chilenos Nicanor Parra y Pablo Neruda, las canciones de Quilapayún y las más comprometidas de Inti-Illimani; y cómo no, las peligrosas cenas chilenas, y digo peligrosas porque ser forastero equivale a tener la obligación de probar de todo y un poco más: carnes, mariscos, empandas, frutas, dulces, todo regado con los magníficos caldos del país, que con grandes éxitos, compiten en los mercados mundiales con los los vinos franceses o españoles.

Elegir es descartar y descartar es siempre sacrificar. Me duele sacrificar tantos y tantos recuerdos de Santiago de Chile. Pese a los avisos y premoniciones volví a casa y he regresado posteriormente varias veces. Esos viajes, como pequeños retoques en un cuadro, me han permitido asimilar recuerdos, completar detalles, comprender la solidez y la permanencia de mis amistades. Mis viajes a Santiago de Chile, y en particular el primero constituye uno de esos tesoros que pido conservar en mi memoria para los días en que privado de todo lo demás sólo me quede, Dios lo quiera, la posibilidad de evocar.

Gestionar el tiempo

GESTIÓN DEL TIEMPO
En busca de la eficacia
Ensayo
Guillermo Ballenato Prieto
Ediciones Pirámide 2007
206 páginas

Aprovechando estos días de descanso me he dedicado a leer y no sólo literatura o novelas de evasión. Este libro me ha parecido muy interesante porque tiene multitud de pequeños detalles que son prácticos para el día a día. No es fácil resumirlo en pocas palabras, por eso me ciño a los consejos finales que el propio autor nos facilita:

Veinte consejos para administrar su tiempo y gestionar su vida:

1. Reflexione: conózcase a sí mismo, clarifique y especifique sus objetivos, márquese una dirección.
2. Lidere: tome las riendas, adopte una actitud proactiva, tenga autodisciplina, dirija su esfuerzo de forma productiva.
3. Priorice: decida qué cosas son más importantes a nivel personal, académico, profesional, y cuáles resultan críticas de cara a los resultados.
4. Planifique: trace el plan y el recorrido de los proyectos que va a realizar, establezca plazos y ajústese a ellos.
5. Divida: desglose las tareas complejas, separe cuestiones diferentes y abórdelas por separado, en orden secuencial.
6. Agrupe: unifique, centralice; aborde juntas, en bloque, las tareas que puedan estar relacionadas entre sí, aproveche las sinergias.
7. Prevea: intente anticipar las respuestas a sucesos aparentemente inesperados, pero que se podían haber previsto.
8. Registre: utilice la agenda, anote actividades, ideas, propuestas; actualice periódicamente la información.
9. Evalúe: realice registros, un seguimiento parcial y el resultado final.
10. Organice: clasifique, y archive de forma automática, asigne un lugar a cada cosa, mantenga el orden.
11. Seleccione: elija, no intente abarcarlo todo; sea selectivo, filtre, quédese con lo que es realmente necesario e importante.
12. Optimice: conozca y aproveche todos los recursos de que dispone; no malgaste; economice y evite el despilfarro.
13. Delegue: aproveche el apoyo y la colaboración de otras personas, distribuya parte de las tareas y comparta las actividades.
14. Simplifique: revise, sistematice, reduzca y acorte los procedimientos, hágalos más sencillos y fáciles de abordar.
15. Elimine: descarte, decline, diga no; no acumule, rechace, deshágase de papeles, abandone tareas triviales y fútiles.
16. Concentre: unifique, evite la dispersión, las interrupciones, las duplicaciones, vaya al grano, dirija y mantenga la atención en su tarea.
17. Decida: obtenga la información necesaria para tomar decisiones; asuma el riesgo, evite quedarse paralizado analizando.
18. Resuelva: pase a la acción, vaya solucionando los asuntos, busque la eficacia; evite alargar, retrasar y prolongar.
19. Cree: no se limite a la rutina y la repetición; sea creativo, busque nuevas ideas, recursos y formas de hacer las cosas.
20. Disfrute: tome conciencia, aproveche y viva con intensidad, decisión, armonía, equilibrio y libertad su propio tiempo personal.

13 de noviembre de 2007

La muerte lenta de luciana B.

LA MUERTE LENTA DE LUCIANA B.
Novela
Guillermo Martínez
Editorial Destino 2007
Áncora y Delfín 1100
230 páginas


En un breve intervalo de tiempo he tenido la oportunidad de leer dos novelas de corte policíaco escritas por autores argentinos. “El enigma de Paris” de Pablo de Santis y “La muerte lenta de Luciana B”. de Guillermo Martínez.

En esta ocasión, sin dudarlo, elijo esta segunda por la trama perfectamente hilvanada y que nos lleva de sobresalto en sobresalto, anhelantes hasta la última página sólo para descubrir que en un “tour de force” magistral el autor nos deja a cada de uno de nosotros la oportunidad de elaborar nuestras conjeturas. Además la mente cartesiana de Guillermo Martínez juega con nuestras seguridades y cuando ya creíamos haber descubierto al villano, he ahí que nos ofrece otra versión de los hechos, igualmente plausible: las alternativas se van sucediendo ante nuestra atenta mirada gracias al novelista insertado dentro de la novela y que, como en un juego de espejos, alterna las diversas visiones y nos hace dudar de que lleguemos a averiguar la verdad.

A Guillermo Martínez le gusta plantear los asesinatos como un desafío intelectual: "La muerte lenta de Luciana B. no es una novela negra al uso. Hay investigación policial, pero también hay suspense y un punto psicológico que es muy importante". El enigma que flota sobre todo el relato es llegar a descubrir si las muertes que se producen, todas de miembros o allegados de la protagonista, son accidentes o verdaderos asesinatos. Un enigma que lleva a plantearse si existe o no asesino o si todo es producto del delirio de la supuesta víctima. La muerte lenta de Luciana B. tiene cierto parentesco con Otra vuelta de tuerca, de Henry James. "Es uno de mis escritores imprescindibles y por ello aparece citado a lo largo del relato".

Tras las trágicas muertes primero de su novio y después, uno a uno de sus seres más queridos, nada queda en Luciana de la muchacha alegre y seductora a la que el famoso escritor Kloster dictaba sus novelas. La muchacha vive aterrorizada, con la sospecha de que esas muertes no pueden ser casuales, sino parte de una venganza metódica urdida contra ella, un círculo a su alrededor que sólo se cerrará con el número siete. En la desesperación más absoluta, recurre a la única persona capaz de adentrarse en el siniestro universo de Kloster, un escritor mediocre para quien trabajó durante un verano. Los cuadernos de notas de Henry James y una Biblia de Scofield serán claves ambiguas en un pasaje sin retorno a la región más primitiva del mal.

¿Podría un asesino simular cuidadosamente el azar, concebir una geometría encarnizada de muertes y quedar impune? ¿Cuál es la proporción justa del castigo para el que nos ha despojado de todo y nos ha causado el máximo dolor?

La novela, señala el escritor, "plantea el dilema entre la justicia como reparación social y el deseo de venganza personal, pero también al azar y la casualidad como explicación de los hechos, además de algunas discusiones estéticas". “El hombre no es más que la serie de sus actos”, escribió alguna vez Hegel. Y sin embargo, Henry James, su escritor favorito levantó toda su obra en los intersticios entre acto y acto, en intercalaciones entre líneas de diálogo, en las segundas y tercera intenciones, en el infierno de las vacilaciones y cálculos y estrategias que es la antesala de cada acto.

El autor ha triunfado recientemente con su novela Los crímenes de Oxford (Premio Planeta Argentina en el 2003) que ha obtenido un resonante éxito internacional, y ha sido llevada al cine por el director Alex de la Iglesia. En esta ocasión, en mi opinión, ha escrito una obra de una intensidad extraordinaria que lo confirma como un autor de referencia de la literatura contemporánea.

12 de noviembre de 2007

Balthus: La falda blanca


En una época en la que se comulgaba con el surrealismo y la abstracción, intentar “la reencarnación de la pintura”, según la expresión acuñada por Pierre Jean Jouve, convertía a Balthus en un artista marginal que nadaba a contracorriente. En un texto publicado en La Nouvelle Revue Française en mayo de 1934, el poeta Antonin Artaud daba su voto de confianza al cambio insólito emprendido por aquel recién llegado cuyo arte de la representación se inspiraba claramente en un universo imaginario y un realismo a medio camino entre el Quattrocento y el clasicismo más elaborado. Balthus pinta sobre todo luces y formas. A través de la luz de una pared, del suelo, de una silla y de una piel, se nos invita a ingresar en el misterio de un cuerpo dotado de un sexo que destaca con toda su crudeza.

Oscar Wilde afirmó, con gran acierto: “Los únicos retratos creíbles son aquellos en los que uno ve poco del modelo un mucho del artista”. El cuerpo femenino, geometrizado por el cubismo, desfigurado por el surrealismo y atomizado por el arte abstracto, recuperaba s forma gracias al retorno a la pintura figurativa y volvía a estar omnipresente en la representación plástica, como una proyección del artista, quien le confería la apariencia que más amaba: doblemente carnal, tan pronto muchacha inocente, tan pronto mujer fatal, o una mezcla de ambas. “El desnudo es al artista lo que el amor a los trovadores y los poetas” escribió Paul Valéry. Proyectándose en la obra, el artista provoca intencionadamente la proyección del espectador. Un fenómeno íntimo deviene súbitamente colectivo y el espectador voyeur puede exclamar, como Renoir: “Yo, ante una obra maestra, me contento con disfrutarla”

Como Rembrandt o Picasso, cuanto más amor sentía por su modelo más deseaba mostrarla al mundo entero, algo que no comprendió ni siquiera Antoinette de Watteville, su esposa y la modelo de La falda blanca, quien se obstinó en posar con sujetador: “No quería ver expuestos mis senos en un museo”, confesó más tarde. Balthus pintó un sostén, pero tan transparente que la imagen resultaba más sugerente aún, lo cual, además le permitió crear una sutil armonía entre los tonos crema, marfil, rosa y blanco, y entre las texturas del tejido y de la piel. Courbet parecía presidir aquel homenaje.

En aquella muestras Balthus sorprendió y atrajo la atención de los más perspicaces, merced a la aparente impasibilidad neoclásica de la técnica que aplicaba a sus perturbadores motivos y con la que lograba contrastes asombrosos. Su principal motivo pictórico fue el erotismo provocador. Balthus se reveló, ante todo, como un “monomaníaco” con hábitos renacentistas.

Esperanza



La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo.

Maurice Maeterlinck (1862-1949)


Escritor belga



7 de noviembre de 2007

¿Experto o diletante?

Siempre he sentido envidia de esos auténticos entendidos en algún tema, ciencia, afición, o maña que son capaces de desafiar cualquier pregunta, o cualquier reto.

¿Os acordáis de aquellos concursos como "Un millón para el mejor" en los que se ponía a prueba los conocimientos en ornitología, historia del siglo XV, o cantantes del siglo XX de los concursantes? Debo confesar que yo admiraba a aquellas personas que se habían centrado en un tema y como si de una mina se tratase cavaban y cavaban siguiendo el filón de su afición buscando la pepita de oro hasta que, como topos, acababan no teniendo más horizonte que el que encontraban a diez centímetros de la nariz. De verdad, como ellos me hubiera gustado ser una "autoridad" en algo...

He sido menos perseverante, más distraído. He ido saltando de un tema a otro o he tratado vanamente de mantenerme al día en muchos temas dispares y reconozco que aunque sé algo de muchas cosas, no puedo hablar de nada con la autoridad de un "entendido".

Esa constatación me ha traído a mal traer durante mucho tiempo y me ha hecho cuestionar mis hábitos culturales y mi curiosidad disparatada. ¡Hasta ayer! ... Sí, porque ayer finalmente he llegado a la conclusión de que tampoco la especialización es la mejor opción.


Me encontré encontré ayer con un amigo que tiene por hobby el románico, y más concretamente el románico castellano. Creo que conoce no sólo todos y cada uno de los monumentos románicos de la región, sino cada una de las piedras que los forman. Eso sí, fuera del tema en cuestión, su conversación se limita a decir la hora y el tiempo que hace. Coincidí en un viaje con este amigo, y como quiera que mi repertorio en piedras es tan limitado como el agua de un vaso, intentaba cada poco tiempo llevar la conversación a terrenos con más amplias perspectivas. Pena perdida: no sabía que se iban a conceder los Oscars; lo más moderno que había oído en música era Julio Iglesias y de música clásica no le pude sacar del "Himno de la alegría" . En Historia, en Política, en Viajes los temas se agotaban con igual rapidez. Desesperado le pregunté si leía algún periódico y me contestó: Sí, de vez en cuando miro el periódico para ver los horarios de autobuses!!!

Visto lo visto, he decidido que mejor me quedo como estoy: mariposeando de tema en tema aunque el polen que recoja sólo sirva de ligero barniz para tapar las grietas de mi ignorancia.

Si fuera más salomónico quizá debiera dedicar la mitad del tiempo a un tema concreto y la otro mitad a todo cuanto el capricho me pida... Eso será quizá lo que haga en mi próxima reencarnación.





La hora gris


Cómo decir tu nombre
en la hora gris
que cubre el horizonte y los caminos
con hojas de silencio?
¿Qué esperar
debajo de los álamos vencidos,
desnudo entre las sombras,
persiguiendo
con la mirada el vuelo de los mirlos?
No hay nada
aquí, en mi pecho; cuanto tuve
se diluyó en el viento, huyó contigo.
Evoco nuevamente
tus pisadas
bajando hacia la casa, y siento frío.
Alejandro López de Andrada
El vuelo de la bruma
Algaida Editores 2005

1 de noviembre de 2007

Correspondencias

La creación es un templo donde vivos pilares
hacen brotar a veces vagas voces oscuras;
por allí pasa el hombre a través de espesuras
de símbolos que observan con ojos familiares.

Como ecos prolongados que a lo lejos se ahogan
en una tenebrosa y profunda unidad,
inmensa cual la noche y cual la claridad,
perfumes y colores y sonidos dialogan. .......

Versión de Ignacio Caparrós
(Ed. Alhulia. Colección "Crisálida", nº 20. Granada, 2001)

Amigos,
Estos versos de Baudelaire han vuelto a mi memoria al leer el libro "El Penúltimo sueño" de Ángela Becerra.
En esa novela se habla a menudo de Chopin y en particular de una pieza que con el nº 3 forma parte de sus Estudios Op. 10 más conocida con el nombre de "Tristesse".
La he escuchado repetidas veces mientras leía el libro y he podido constatar cómo la música, las palabras y el verde profundo de esa Colombia conocida y añorada han agudizado mi percepción como dicen que hacen ciertas drogas sobre la imaginación, la creatividad y el pensamiento.

Seguramente, todos, en algún momento hemos sentido esa correspondencia que existe entre nuestros estados de ánimo y la música que escuchamos, la ropa que vestimos, o los libros que leemos.

Somos parcos en utilizar los sentidos, o en utilizar más de un sentido a la vez, sin embargo la realidad nos inunda y llama a todos ellos indiscriminadamente.

Ojalá sepamos vivir con los sentidos abiertos a la belleza del mundo, porque esa será la mejor confirmación de que hemos sabido vivir con el corazón abierto al latido del mundo.

Gracias a YOUTUBE os brindo con todo cariño la esa pequeña joya musical y ojalá encontremos nuestras correspondencias.

Nostalgia de otoño