29 de octubre de 2007

Cézanne: Los Jugadores de cartas

Los Jugadores de cartas (1890-1892)
Óleo sobre lienzo 47,5 cm x 56 cm
Musée d¡Orsay (Paris)


En los años noventa Cézanne pinta además de los paisajes que se le ofrecen a la vista en Jas de Bouffan, otros bodegones y retratos. Para los modelos que posan ante él, las interminables sesiones son un martirio. Cézanne les pide inmovilidad absoluta, la misma calma que reflejan los objetos de sus naturalezas muertas.- Una cabeza es para él, lo mismo que una manzana, el punto de partida para una composición. Al pintor no le interesa plasmar los sentimientos o la individualidad de las personas que retrata.
Por ese motivo que sirve de modelos que puede pagar, por ejemplo campesinos y jornaleros que trabajan en los terrenos arrendados en Jas de Bouffan le sirven de modelos para Los jugadores de cartas (1890-1892), un motivo que realiza en cinco versiones diferentes.
El fondo es en general oscuro, con sólo unos toques de color claro para definir el lugar, que tal vez sea la terraza cubierta de un café. La escena está iluminada por luz artificial, cuyos reflejos se aprecian en el mantel de la mesa, la botella y la pipa. Tampoco en esta ocasión se trata de reproducir una escena cotidiana de la pequeña burguesía de las afueras, sino de una solución a un problema de composición, en este caso la representación de personas en el espacio. Los dos hombres están rígidamente sentados a la mesa, cuya prolongación de los puntos de fuga confluyen en el eje vertical de la botella. La mesa es el centro de la escena; en ella se encuentran las diagonales de los brazos doblados y las miradas de los jugadores. la mesa obtiene toda la luz. Su cálido tono naranja es nexo de unión entre el azul frío y opaco del jugador de la izquierda y el gris descolorido de la derecha. En las chaquetas de ambos se encuentra reflejado el color de la mesa.
Cada detalle del cuadro tiene una función para el efecto general. Nada se ha confiado a la casualidad. Alejado de toda escenificación naturalista o de cualquier detalle anecdótico. Cézanne logra aquí una composición madura, constituida en base a valores direccionales y referencias cromáticas y formales, en la que se inmortaliza por igual lo íntimo y lo monumental.

Para Cézanne, los colores son el único elemento constitutivo de la imagen. Combinándolos adecuadamente, determinan también la forma: los límites del color son también los límites de la forma. La luz de sus cuadros no existe por sí misma. Es el color el que la produce.
“La luz no es una cosa que pueda reproducirse, sino algo que puede representarse con colores”
De ahí resulta que Cézanne representa la mayor claridad de la luz, su fuerza más intensa, con la mayor intensidad de color y no, por ejemplo, con la mayor claridad. Vierte al lienzo luz y sombra valiéndose de colores claros y oscuros y utiliza los contrastes cromáticos para estructurar el cuadro. el color azul tiene para él la propiedad de dar al espacio profundidad y altura, de “hacer sentir el aire”, como el mismo pintor dice.

1 comentario:

Paquita dijo...

Tus comentarios sobre pintura son muy apreciados por mi, ya que cuando tengo la ocasion de ver dichos cuadros otra vez los miro de otra manera.
Un abrazo