Re Re Mon es una alumna primer año de primaria. Últimamente ha faltado a clase con frecuencia e incluso algunas de sus compañeras nos han dicho que ha dejado definitivamente la escuela. Acompañados por el profesor Jae decidimos ir a visitarla a su casa en el pueblo Mon de Rai Oi. Oficialmente Rai Oi está en suelo birmano y hay soldados tailandeses que controlan la entrada y salida al pueblo pero en esta zona la cuestión de fronteras es siempre algo permeable porque sus habitantes más que birmanos o tailandeses se sienten sobre todo Mon.
Re Re Mon vive con un abuelo.
Su padre y su madre se separaron y la niña no ha vuelto a verlos. El padre
que al parecer trabaja en Bangkok envía, los meses que se acuerda, 500
o 1000 baht para el mantenimiento del abuelo y de la niña. (12
o 24 Euros). Viven a orilla del pueblo en medio de una plantación
de caucho.
La cabaña en la que viven no tiene puertas y sólo le quedan dos de sus cuatro paredes. El tejado es de chapa ondulada pero con no pocos agujeros. Solo hay un jergón y una mosquitera apolillada y comparten una sola manta para protegerse del relente de la mañana. Habitualmente este tipo de cabañas suele tener un pequeño chamizo exterior que sirve de retrete pero ellos tienen que perderse entre los árboles para hacer sus necesidades. El abuelo está a menudo enfermo. Sospechamos que tiene malaria, y la niña cuando no está enferma ella también, tiene que quedarse a cuidar del abuelo lo que explica sus frecuentes ausencias. Ninguno de los dos ha ido al hospital por falta de dinero, y a todas luces pasan hambre.
Volvemos a visitarlos unos días más
tarde aportando ayuda económica para que puedan acercarse al hospital y de paso
les entregamos un saco de 20 kgs. de arroz. Lo más interesante de esta segunda
visita es que nuestro compañero profesor, se compromete con algunos de los
alumnos a venir el fin de semana siguiente para construir un pequeño retrete
para la pequeña Re Re Mon y su abuelo.
Aplaudimos la idea, y ofrecemos la
financiación necesaria, pero dejamos la realización del proyecto enteramente en
manos del profesor. Aunque se suman
otros profesores al proyecto, cuando al domingo siguiente vamos a verlos constatamos que están sobredimensionando la
obra y que tienen poca idea de
carpintería pero es su proyecto y lo que no debemos hacer de ningún modo es
intervenir. En este trabajo, profesores y alumnos se sienten solidarios y
orgullosos de lo que están haciendo y nosotros nos sentimos orgullosos con
ellos. No tardan en reconocer sus errores, pero
nosotros los minimizamos. En esta
ocasión, además de ayudar a una niña en peligro, hemos hecho algo más
importante, hemos involucrado a otros en la tarea y les hemos dejado libertad
para equivocarse. Muchos otros alumnos
viven en situaciones parecidas, sin aseo, en casas que se vienen abajo, sin agua
potable, etc. Cuando se enfrenten a una
nueva tarea estamos seguros que se se acordarán de los fallos de ésta, corrijan y se sientan cada vez más orgullosos de ayudar
a otros aún más necesitados que
ellos mismos.
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