En las tiendas no hay turrón, ni se amontonan las botellas
de cava. En las calles no hay luces de
colores, ni se oyen machacones
villancicos. Navidad es un día más del calendario, pero detrás llega el Año Nuevo 2557
que aunque no coincide con el Año
nuevo Budista, sin embargo a efectos oficiales y comerciales se alínea con nuestro
calendario eso sí, añadiendo 543
años en recuerdo del nacimiento de Lord
Buda.
Salvo raras excepciones de
origen musulmán nuestros alumnos son budistas. El colegio respeta sus creencias y en ningún momento fuerza la asistencia a ninguna ceremonia
cristiana, sin embargo y de forma excepcional este año hemos
celebrado una misa en nuestra Escuela de Bambú. La ofició el Sr. Obispo de la diócesis que
abarca una extensión más amplia que Andalucía y Extremadura juntas.
Me sorprendió la asistencia masiva de
niñas y niños y sobre todo la asistencia de los padres que a una
hora temprana ya llenaban el patio del colegio pese a la
niebla y frío de esta época del año en las montañas del Noroeste del país.
Después de la misa, un grupo de alumnos escenificaron el misterio de la Navidad en un estilo casi naif pero al mismo tiempo
conmovedor. Los protagonistas
representaban las escenas : el edicto de Roma, la búsqueda de la
posada, el Establo, el anuncio a los
pastores, la visita de los Reyes…
Mientras tanto, las voces llegaban de
detrás del escenario en idioma birmano y con una sincronización tan perfecta que
costaba darse cuenta del engaño. Hay que
tener en cuenta de que la escuela no tiene electricidad y todo el sonido que podemos producir es a
través de un micrófono y altavoz activado con un pequeño generador de electricidad.
Como todos los días, el colegio ofreció la comida a los
niños pero esta vez además, hizo extensiva la invitación a los padres que
asistieron a la representación. Me
encantó poder conocer y saludar a esas
madres sencillas, dichosas viendo a sus hijos alegres y un poco acobardados
mientras ellas me saludaban con una hermosa sonrisa. De qué hubiera servido que me hablaran en Mon, en Karien, o en Birmano, cuando la sonrisa y
los ojos dicen y hablan todos los idiomas del mundo?
A lo largo de los últimos meses los alumnos habían ido comprando
( Dos baht por vale, equivalente a 0,05 € )
o consiguiéndolos por buena
conducta, por trabajos bien hechos, por pequeñas tareas realizadas en el
colegio. Llegó el momento de
intercambiarlas por papeletas de una rife y probar suerte con los regalos:
mantas, ropa, muñecos, y varias bicicletas.
No olvidaré la expectación de madres y niños ante el sorteo de las bicicletas. Equivalía
en Europa a la rifa de un coche de marca.
La Fiesta no había acabado pero un
puñado de alumnos, sin que aparentemente nadie que les dirigiera ya se
habían puesto a limpiar todas las instalaciones
del colegio, recoger papeles tirados en
el suelo, guardar bancos y sillas,
descolgar carteles etc. Y es que
en este colegio, creo que en esta cultura, los niños aprenden muy pronto
a compartir las tareas de la casa, al menos aquellas que están al alcance de
sus fuerzas.
Los profesores aún tuvimos un buen rato de alegre
convivencia compartiendo canciones, juegos en los que el perdedor era enharinado, y hasta un bingo con premios
en juguetes y en metálico. Me enharinaron,
pero también canté bingo y obtuve la fortuna de 200 Baht ( 5 Euros) y un muñeco que me sigue
mirando desde un rincón de la atestada
mesa en la que escribo este relato.
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