27 de diciembre de 2013

Escuela de Bambú: Una Navidad diferente


En las tiendas no hay turrón, ni se amontonan las botellas de cava.   En las calles no hay luces de colores, ni se oyen  machacones villancicos.  Navidad es un día más  del calendario, pero  detrás llega el Año Nuevo  2557  que aunque no coincide con el  Año nuevo Budista, sin embargo  a efectos  oficiales y comerciales se alínea con nuestro calendario eso sí, añadiendo  543 años  en recuerdo del nacimiento de Lord Buda. 
Salvo raras excepciones de  origen musulmán nuestros alumnos son budistas. El colegio respeta  sus creencias y en ningún momento fuerza  la asistencia a ninguna  ceremonia  cristiana, sin embargo y de forma excepcional este año  hemos  celebrado una misa en nuestra Escuela de Bambú.  La ofició el Sr. Obispo de la diócesis que abarca una extensión más amplia que Andalucía y Extremadura  juntas.  Me sorprendió la asistencia masiva de  niñas y niños y sobre todo la asistencia de los padres  que a una  hora  temprana  ya llenaban el patio del colegio pese a la niebla y frío de esta época del año en las montañas del Noroeste del país.
Después de la misa, un grupo de  alumnos escenificaron  el misterio de la Navidad  en un estilo casi naif pero al mismo tiempo conmovedor.   Los  protagonistas  representaban las escenas : el edicto de Roma, la búsqueda de la posada,  el Establo, el anuncio a los pastores,  la visita de los Reyes… Mientras tanto, las voces  llegaban de detrás del escenario  en  idioma birmano  y con una sincronización tan perfecta que costaba darse cuenta del engaño.  Hay que tener en cuenta de que la escuela no tiene electricidad  y todo el sonido que podemos producir es a través de un micrófono y altavoz activado con un pequeño generador  de electricidad.
Como todos los días, el colegio ofreció la comida a los niños pero esta vez además, hizo extensiva la invitación a los padres que asistieron a la representación.  Me encantó  poder conocer y saludar a esas madres sencillas, dichosas viendo a sus hijos alegres y un poco acobardados mientras ellas me saludaban con una hermosa sonrisa.  De qué hubiera servido que  me hablaran en Mon,  en Karien, o en Birmano, cuando la sonrisa y los ojos dicen y hablan todos los idiomas del mundo?
A lo largo de los últimos meses los alumnos habían ido comprando  ( Dos baht por  vale, equivalente a  0,05 € )  o consiguiéndolos  por buena conducta, por trabajos bien hechos, por pequeñas tareas realizadas en el colegio.  Llegó el momento de intercambiarlas por papeletas de una rife y probar suerte con los regalos: mantas, ropa, muñecos, y varias bicicletas.  No olvidaré la expectación de madres y niños  ante el sorteo de las bicicletas. Equivalía en Europa a la rifa de un coche de marca.  La Fiesta no había acabado pero un
puñado de  alumnos, sin que  aparentemente nadie que les dirigiera ya se habían puesto a limpiar  todas las instalaciones del colegio,  recoger papeles tirados en el suelo,  guardar bancos y sillas, descolgar  carteles etc.  Y es que  en este colegio, creo que en esta cultura, los niños aprenden muy pronto a compartir las tareas de la casa, al menos aquellas que están al alcance de sus fuerzas.
Los profesores aún tuvimos un buen rato de alegre convivencia compartiendo canciones, juegos en los que el perdedor  era enharinado, y hasta un bingo con premios en juguetes y en metálico.  Me enharinaron, pero también  canté bingo  y obtuve la fortuna de  200 Baht ( 5 Euros) y un muñeco que me sigue mirando desde un rincón de la  atestada mesa en la que escribo este  relato.







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