23 de febrero de 2013

La mosca en la pared



Quiero hablar con alguien, pero la habitación sigue vacía,  muda y oscura. ¿Por qué habrán bajado las persianas?  ¿Qué hora es? A fuerza de forzar la vista voy distinguiendo primero el contorno de los muebles, luego  el color de las paredes. Las persianas dejan filtrar algo de luz y dibujan rayas claras en la pared.   
Una mosca ha decidido escalar la pared que tengo frente a mis ojos. Se toma su tiempo, cuando llega a la primera raya de claridad se detiene, frota las antenas y parece pensar: ¿será una trampa?  Duda un buen momento luego prosigue su paseo. Cuando llega a la siguiente raya de luz tarda menos en decidirse, pero tampoco se precipita, nadie la molesta y mis ojos no logran  distraerla de su periplo.         
No me llega el ruido de la calle. Es como si la ciudad durmiera, pero no puede ser, hay luz detrás de las persianas.  Oigo  ruido de voces  detrás de la pared, ¿será en el pasillo?  Sí, y el chirriar de ruedas, el tintineo de vasos, el entrechocar de bandejas.  Debe ser la hora del  desayuno…  Bueno, al menos el lugar está habitado.  Quizá en algún momento se abra la puerta y vengan a ver cómo me encuentro. No sé lo que me ha pasado, no recuerdo nada pero me conforta saber que mi vista y mis oídos siguen funcionando.
Quién me trajo aquí? ¿Por qué?  Es para volverse loco. Ni una imagen, ni un recuerdo. Inconsciencia total y nadie cerca para darme una explicación.  ¿Enfermedad? ¿Accidente? ¿Quién me lo puede decir?
Ha pasado un siglo. Ya no se oyen ruidos.  ¿Estarán todavía desayunando?  No he oído la recogida de bandejas, ¿o me dormí  un instante?  Me gustaría tener al menos un reloj,  sentir que algo se mueve, aunque  sólo sea el tic tac del segundero.  Si me concentro quizá oiga los latidos del corazón.  Demasiado débiles o están muy  lejos.  Busco en  las paredes algo en lo que centrar  la atención. Las rayas de luz que la persiana proyecta en la pared no se han movido. 
Hace calor. Siento el cuerpo pegajoso y la frente húmeda.  Noto que una gota de sudor se está formando en el entrecejo.  Cuando haya engordado lo suficiente, empezará su  tranquilo paseo por el tobogán de la nariz.  Espero al acecho, con ganas de volatilizarla de un resoplido.  Cuando al rato  empieza su lento  zigzagueo, lo intento,  pero  el esfuerzo se  queda  en un suspiro e  inalcanzable, la maldita gota se  esconde  en el mismo reborde del labio superior. ¡Claro!  ¿cuánto tiempo llevo sin afeitarme?  Habrá  quedado  enzarzada entre  esas púas que tanto molestan a  Elvira cuando me besa.
            ¡Elvira!  ¡No la han avisado! ¡imposible! Nadie sabe de mi relación con ella. Para todos soy un hombre divorciado y solo. Habrán mirado en mi cartera, en mi móvil, pero ahí Elvira figura como “Cuqui” y no está la primera  en la lista de la agenda...!  ¿Por qué no habré arreglado esta situación antes? ¿Por qué no habré cambiado el ridículo Cuqui por AAAElvira en el teléfono? ¡Cómo no sabe mi familia que ella es ahora el centro de mi vida!..¡Si seré capullo!.... la mosca... otra vez la mosca por la raya de luz....

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