Quiero
hablar con alguien, pero la habitación sigue vacía, muda y oscura. ¿Por qué habrán bajado las
persianas? ¿Qué hora es? A fuerza de
forzar la vista voy distinguiendo primero el contorno de los muebles,
luego el color de las paredes. Las
persianas dejan filtrar algo de luz y dibujan rayas claras en la pared.
Una
mosca ha decidido escalar la pared que tengo frente a mis ojos. Se toma su
tiempo, cuando llega a la primera raya de claridad se detiene, frota las
antenas y parece pensar: ¿será una trampa?
Duda un buen momento luego prosigue su paseo. Cuando llega a la
siguiente raya de luz tarda menos en decidirse, pero tampoco se precipita,
nadie la molesta y mis ojos no logran distraerla
de su periplo.
No
me llega el ruido de la calle. Es como si la ciudad durmiera, pero no puede
ser, hay luz detrás de las persianas.
Oigo ruido de voces detrás de la pared, ¿será en el pasillo? Sí, y el chirriar de ruedas, el tintineo de
vasos, el entrechocar de bandejas. Debe
ser la hora del desayuno… Bueno, al menos el lugar está habitado. Quizá en algún momento se abra la puerta y
vengan a ver cómo me encuentro. No sé lo que me ha pasado, no recuerdo nada
pero me conforta saber que mi vista y mis oídos siguen funcionando.
Quién
me trajo aquí? ¿Por qué? Es para
volverse loco. Ni una imagen, ni un recuerdo. Inconsciencia total y nadie cerca
para darme una explicación. ¿Enfermedad?
¿Accidente? ¿Quién me lo puede decir?
Ha
pasado un siglo. Ya no se oyen ruidos.
¿Estarán todavía desayunando? No
he oído la recogida de bandejas, ¿o me dormí
un instante? Me gustaría tener al
menos un reloj, sentir que algo se
mueve, aunque sólo sea el tic tac del
segundero. Si me concentro quizá oiga
los latidos del corazón. Demasiado
débiles o están muy lejos. Busco en
las paredes algo en lo que centrar la atención. Las rayas de luz que la persiana
proyecta en la pared no se han movido.
Hace
calor. Siento el cuerpo pegajoso y la frente húmeda. Noto que una gota de sudor se está formando
en el entrecejo. Cuando haya engordado
lo suficiente, empezará su tranquilo
paseo por el tobogán de la nariz. Espero
al acecho, con ganas de volatilizarla de un resoplido. Cuando al rato empieza su lento zigzagueo, lo intento, pero
el esfuerzo se queda en un suspiro e inalcanzable, la maldita gota se esconde
en el mismo reborde del labio superior. ¡Claro! ¿cuánto tiempo llevo sin afeitarme? Habrá
quedado enzarzada entre esas púas que tanto molestan a Elvira cuando me besa.
¡Elvira! ¡No la han avisado! ¡imposible! Nadie sabe de
mi relación con ella. Para todos soy un hombre divorciado y solo. Habrán mirado
en mi cartera, en mi móvil, pero ahí Elvira figura como “Cuqui” y no está la
primera en la lista de la agenda...! ¿Por qué no habré arreglado esta situación
antes? ¿Por qué no habré cambiado el ridículo Cuqui por AAAElvira en el
teléfono? ¡Cómo no sabe mi familia que ella es ahora el centro de mi vida!..¡Si
seré capullo!.... la mosca... otra vez la mosca por la raya de luz....
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