26 de febrero de 2013

El ladrón de palabras




Con  una velada alusión a Hemingway  los directores noveles Brian Klugman  y Lee Sternthal llevan a la pantalla una película  hecha de historias que se imbrican entre sí  como muñecas rusas  dando al conjunto una fuerza que podría ser arrebatadora si no fuera porque en algún momento los protagonistas  no acaban de creerse lo que están interpretando.

El ladrón de palabras va de escritores  y su manera de enfrentarse a la verdad, a la propiedad intelectual, al genio y a la vida.  Jeremy Irons interpreta al hombre fracasado que sin embargo, un día siendo joven, vivió en París  una gran pasión tan arrebatadora que casi sin pensárselo la convirtió en manuscrito para una gran novela. 
Bradley Cooper es  el joven ambicioso,  niño de papá que quiere ser escritor. Está casado con una bella mujer   a quien todavía no ha podido demostrar su talento y, circunstancias de la vida,  un día se topa con un manuscrito  que no es suyo pero que le hubiera gustado haber escrito.  La tentación es tan fuerte que no  spuede resistir la tentación de  apoderarse de una historia que no es suya y convertirse así en escritor de éxito  pero también  en alguien atormentado por la culpa, y el remordimiento.
Las historias se entrelazan en tiempo real  a través de un famoso escritor,  autor del libro “El ladrón de palabras”.   Interpretado por Clay Hammond, el escritor Dennis Quaid enlace las dos historias anteriores pero en  mi opinión  no aprovecha suficientemente el dramatismo y la  tensión creada    y nos deja con la impresión de haber  asistido a una película con un interesante guión  a la que no se le ha sabido sacar todo su potencial.

1 comentario:

José Núñez de Cela dijo...

Me pasó algo parecido. La note fallida en su resultado final, siendo una historia que posiblemente diera más de si.
Saludos