1925 Autorretrato o Tamara en Bugatti Verde
Colección privada
Tamara de Lempicka, la bella polaca, la estrella de la época de entreguerras simbolizó su época como pocos. Perteneció a la élite de su tiempo, a aquella élite que solía frecuentar el Ritz en París y el Gran Hotel en Monte Carlo, y que hoy llamaríamos jet-set.
Todavía en 1978 la caracterizaba el New York Times como “diosa de ojos de acero de la era del automóvil”. Ciertamente, su cuadro más famoso, el autorretrato con el título Autorretrato o Tamara en Bugatti verde, delata un poco el tipo de relación que Tamara mantenía con la mecánica, fuera ésta de acero d de carne.
Exactamente en esas condiciones tuvo lugar su primer encuentro con la directora de la revista de moda alemana Die Dame, que solicitó su asentimiento para publicar el Autorretrato en la portada de la revista. Resultado: el cuadro adquirió fama inmediata y fue celebrado como imagen de la mujer moderna. Con el tiempo llegaría a convertirse en el retrato perfecto de la época. En adelante se equipararía la representación de la artista con la de la mecánica. El “Teatro Hollywood” utilizó el cuadro incluso como póster para la obra “Tamara: A living Movie”.
Exactamente en esas condiciones tuvo lugar su primer encuentro con la directora de la revista de moda alemana Die Dame, que solicitó su asentimiento para publicar el Autorretrato en la portada de la revista. Resultado: el cuadro adquirió fama inmediata y fue celebrado como imagen de la mujer moderna. Con el tiempo llegaría a convertirse en el retrato perfecto de la época. En adelante se equipararía la representación de la artista con la de la mecánica. El “Teatro Hollywood” utilizó el cuadro incluso como póster para la obra “Tamara: A living Movie”.
En Das Magazín, Lempicka fue comparada con una hermosa Brunilda: ella y su auto encarnaban el doble aspecto de la mujer superior, pero a un tiempo voluptuosa. Auto-Journal en 1974, celebraba el autorretrato como fiel retrato de la mujer independiente, de la mujer que sabe afirmarse. “Lleva guantes y un casco. Es inaccesible: una belleza fría e irritante tras la que se adivina a un ser formidable ¡esta mujer es libre!”.
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