No sé por qué motivo, a los que alcanzamos la cota 50 de nuestra regata por la vida, hablar de enamorarse, pensar en el día de San Valentín, o tener un gesto romántico nos pilla siempre un poco a desmano y nos obliga casi a disculparnos, a restarle importancia, a reírnos de nuestra propia incongruencia.
Es como si enamorarse fuera un pequeño vicio de la juventud. De alguna manera parece que estemos confesando que aquello que sentimos un día por primera vez, o lo que hemos vuelto a sentir más adelante, sin merecerlo quizá, fuera un error, un traspiés achacable a la inexperiencia o a una idea equivocada de la vida.
Nos avergüenza, crea en nosotros desasosiego y sin embargo, sabemos que fue algo maravilloso mientras existió, mientras siga existiendo, y tímidamente si lo hemos perdido deseamos recobrarlo aunque no tengamos el coraje de hablar de ello. Seguramente hay pocas cosas que nos creen tanta confusión como confesar que estamos enamorados. Esto es particularmente verdad en los hombres. Algo falla cuando no hemos aprendido a verbalizar los sentimientos y el amoroso menos que cualquiera.
En su libro “El rompecabezas de la sexualidad” el conocido filósofo José Antonio Marina define el amor como “el deseo de que otra persona sea feliz por mediación mía, y el sentimiento de plenitud y de alegría que acompaña a su cumplimiento”. Probablemente hallemos tantas definiciones diferentes del amor y del enamoramiento como autores consultemos, pero en este día, víspera de San Valentín, me gustaría quedarme con esta definición por lo que tiene de permanente y desinteresada. Cuando nos enamoramos de manera recíproca, cuando la felicidad de uno mismo está basada en ser capaz de complacer, de hacer feliz al otro, ni la edad, ni los avatares de la vida, ni los desengaños pueden destruir ese profundo sentimiento de pertenencia y dedicación.
Si, alguna vez esa reciprocidad se descompensa o desaparece, se está abriendo una puerta al desengaño. La pareja puede seguir unida por motivos o intereses variopintos, pero el enamoramiento se desvanece, y en el mejor de los casos la convivencia se convierte en un intercambio de concesiones. No es de extrañar que en la sociedad actual, en que se han multiplicado los cauces de relación personal a través de la movilidad en el trabajo, internet, y sus variadísimos foros, chats, blogs, etc., surja a veces la oportunidad de conocer a otra persona que nos parezca capaz de llenar el vacío que dejó la relación del desengaño.
Seguramente es posible entonces volver a enamorarse. El porcentaje de segundas relaciones surgidas a través de la red no hace más que multiplicarse pero a veces olvidamos que según la definición que resaltaba anteriormente, el enamoramiento tiene esa doble vertiente de sentirse feliz haciendo feliz al otro, lo cual pese al avance de las comunicaciones, y la multiplicación de las oportunidades, supondrá siempre, saber transigir, renunciar, y anteponer mutuamente los intereses del otro a los intereses propios.
Es como si enamorarse fuera un pequeño vicio de la juventud. De alguna manera parece que estemos confesando que aquello que sentimos un día por primera vez, o lo que hemos vuelto a sentir más adelante, sin merecerlo quizá, fuera un error, un traspiés achacable a la inexperiencia o a una idea equivocada de la vida.
Nos avergüenza, crea en nosotros desasosiego y sin embargo, sabemos que fue algo maravilloso mientras existió, mientras siga existiendo, y tímidamente si lo hemos perdido deseamos recobrarlo aunque no tengamos el coraje de hablar de ello. Seguramente hay pocas cosas que nos creen tanta confusión como confesar que estamos enamorados. Esto es particularmente verdad en los hombres. Algo falla cuando no hemos aprendido a verbalizar los sentimientos y el amoroso menos que cualquiera.
En su libro “El rompecabezas de la sexualidad” el conocido filósofo José Antonio Marina define el amor como “el deseo de que otra persona sea feliz por mediación mía, y el sentimiento de plenitud y de alegría que acompaña a su cumplimiento”. Probablemente hallemos tantas definiciones diferentes del amor y del enamoramiento como autores consultemos, pero en este día, víspera de San Valentín, me gustaría quedarme con esta definición por lo que tiene de permanente y desinteresada. Cuando nos enamoramos de manera recíproca, cuando la felicidad de uno mismo está basada en ser capaz de complacer, de hacer feliz al otro, ni la edad, ni los avatares de la vida, ni los desengaños pueden destruir ese profundo sentimiento de pertenencia y dedicación.
Si, alguna vez esa reciprocidad se descompensa o desaparece, se está abriendo una puerta al desengaño. La pareja puede seguir unida por motivos o intereses variopintos, pero el enamoramiento se desvanece, y en el mejor de los casos la convivencia se convierte en un intercambio de concesiones. No es de extrañar que en la sociedad actual, en que se han multiplicado los cauces de relación personal a través de la movilidad en el trabajo, internet, y sus variadísimos foros, chats, blogs, etc., surja a veces la oportunidad de conocer a otra persona que nos parezca capaz de llenar el vacío que dejó la relación del desengaño.
Seguramente es posible entonces volver a enamorarse. El porcentaje de segundas relaciones surgidas a través de la red no hace más que multiplicarse pero a veces olvidamos que según la definición que resaltaba anteriormente, el enamoramiento tiene esa doble vertiente de sentirse feliz haciendo feliz al otro, lo cual pese al avance de las comunicaciones, y la multiplicación de las oportunidades, supondrá siempre, saber transigir, renunciar, y anteponer mutuamente los intereses del otro a los intereses propios.
5 comentarios:
Como siempre Fede aciertas en muchas cosas, pero yo pienso que deberiamos saber verbalizar los sentimientos de admiración, de amor, de amistad sin tener que avergonzarnos por ello.
El enamoramiento surge mas de una vez, pero si ambos no ponen el mismo interes es dificil de mantener, por eso yo he llegado a una conclusión...deseo que mi ultimo amor sea el definitivo y lo guardo en mi corazón para mi sola, no lo comparto ni tan siquiera con el ser amado, ya que él siente otra cosa diferente a mi.
Me parece muy bien hacer feliz a otro a traves de lo que uno siente por él, pero eso es un regusto que ha dejado el amor o el agradecimiento hacia la otra persona, no sé si es amor.
Las relaciones de internet solo cubren vacios que dejaron los seres reales...pero la vida y el amor es otra cosa( para mi).
El enamoramiento a los 60 no es lo mismo que a los 20..hay que tenerlos pies en el suelo aunque tengas mariposas en el estomago tambien..
(Soy asquerosamente realista a veces)
Hoy tengo los pies en el suelo clavados...otros dias soy distinta y me gusta más.
Gracias Fede si no hubieras escrito esto, tampoco yo hubiera dicho nada, parece que me cuesta escribir los sentimientos sabiendo de antemano que a nadie interesan, por eso ahora leo los sentimientos de los demas o juego al ajedrez o cosas similares en internet
Un abrazo
Yo me enamoro casi todos los días, "manque" tenga +de ...(ya he perdío la cuenta)
Feliz día de San Valentín-tín-ti-rin-tín-tíntín.
Hay que celebrarlo, es un día precioso, por la esperanza que guarda.
Vaya un vez más meti ''la gamba'' yo creia que se hablaba de enamorarse de otro ser humano, las flores, la vida, los hijos y las otras cosas son otro tipo de amor...vamos creia yo.
Cada dia que amanece se nace y se puede uno enamorar a los largo de el.
El dia de los enamorados es todos los dias...pero merece recordarse...nunca está de más.
Chaolin
La que se ha ido por la tangente he sido yo, intencionadamente.
Hablando en lenguaje culinario: puse el hojaldre, pero no la crema del relleno, que no es otra que la siguiente:
Volver a enamorarse no es difícil, considerando que hay personas de gran valía.
Sin embargo, somos libres de entregarnos en cuerpo y alma a todo aquello que respetamos más que a nuestra propia vida...léase nuestras convicciones.
Si estamos seguros de saber en qué lugar debemos permanecer, renunciar a nuestro propio bienestar no tendrá importancia comparado con la recompensa que obtenemos al sabernos dueños de nuestra verdad.
El día de San Valentín sigue siendo estupendo, porque amanece con un sueño y recibe el ocaso con la gran esperanza de sabernos un poco mejores.
Ya está el hojaldre y la crema...buen provecho.
Enamorarse te cuento lo estoy de la vida ¿y vos ?contame
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