26 de febrero de 2008

Kandinsky: Improvisación nº 26

Improvisación nº 26
Óleo sobre lienzo 97 x 107,5 cm
Satdtishe Galerie im Lenbachhaus Munich

La obra de Kandinsky, sus esfuerzos por encontrar nuevas formas de expresión dentro de la pintura, y en especial, un nuevo concepto del arte, nos podrían parecer hoy día problemáticos, caprichosos, o incluso inexplicables. No obstante, en el caso de Kandinsky se pueden rastrear, igual que en cualquier otro artista, razones de tipo biográfico, experiencias imborrables de la niñez y la juventud que, junto con la predisposición natural, ponen en evidencia una motivación interior, un auténtico impulso creador.
Kandinsky fue, además de artista, un elocuente teórico del arte y se manifestó en sus numerosos escritos sobre este punto básico del quehacer artístico, interpretándolo como una “predisposición interior” o, más concretamente, como una “necesidad interior”.
Kandinsky estaba convencido de que existía una correspondencia “interna” entre la obra de arte y el espectador, la cual bautizó con el nombre de Klang (“son”). La cantante podría ser una simbolización temprana de esta tesis que Kandinsky explicaría más tarde en su obra teórica "Sobre lo espiritual en el arte" con una imagen similar: “Por lo tanto, el color es en general un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El color es la tecla. El ojo es el martillo templador. El alma es un piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que, mediante una tecla determinada, hace vibrar el alma humana.”
En 1912 comenzaba para Kandinsky los años decisivos en el camino hacia la pintura abstracta. Sus “Improvisaciones” son quizás las que mejor ilustren este proceso que, partiendo de las relaciones asociativas, poco a poco habría de conducirle hasta un lenguaje formal y cromático puro. Improvisación 26 conecta con las manchas de color y las líneas gesticulantes que caracterizaban los cuadros de 1911. En esta obra también llaman la atención algunas imágenes ambivalentes que, vistas de cerca, nos guían hacia formas de referencia objetiva. La mancha roja de la derecha se descubre como una figura estilizada que, en conexión con el arco rojo y las seis líneas negras, alude a la explicación indicada por Kandinsky

1 comentario:

Durrell dijo...

No suelen gustarme las obras abstractas y cuando llego hasta las salas donde se exponen, lo más normal es que pase por ellas al vuelo mirando desde lejos.

KandinsKy es un pintor que a pesar de lo comentado, logra atraerme para contemplar sus pinturas. Es el juego con el color y la fuerza que ha puesto en el y en sus pinceladas. No sé si me explico bien, lo que quiero decir es que no me importaría tener este cuadro en casa, porque sé que estaría a gusto con él y me pararía a mirarlo muchas veces. Y eso es lo que le pido a un cuadro que se aleja de mis gustos.

Fede creo que compartimos experiencia respecto al circo porque el cuento fue real, tal cual ;)

Un abrazo.