20 de febrero de 2008

Incomunicación cibernética


Ya he comentado en algún otro lugar que una de las cosas más paradójicas de nuestro tiempo es que entre más interconectado está nuestro mundo actual: antenas parabólicas, teléfonos móviles, Internet, chats, blogs, menos nos conectamos emocionalmente. Pasamos horas navegando en Internet pero nos falta tiempo para una conversación sosegada, sin prisas con un amigo. Atrás ha quedado aquella costumbre de sentarse a la puerta de casa y entablar conversación con los pasantes o hacer tertulia con vecinos y amigos. Nuestro círculo social tangible se estrecha mientras el virtual se expande. Hay tener madurez y seguir manteniendo un cierto equilibrio entre realidad virtual y realidad tangible. Nuestros sentimientos y nuestras emociones necesitan nutrirse equitativamente de ambas.

4 comentarios:

Consuelo Labrado dijo...

Estamos tan a mano que nos olvidamos de estrecharla ¡qué pena! Esos tiempos en los que abrías el buzón y te encontrabas algo más que las facturas y publicidad, los añoro. En navidades, las clásicas felicitaciones, se han perdido en el tiempo, llamada telefónica y punto pelota, sms (impersonal a más no poder) todos cumplimos, quedamos como nadie y tenemos tantos medios de comunicación que hemos perdido la facultad de hablar. Un beso, Federico

Alfredo dijo...

Nadie tiene interes en lo que le pasa a los demas.
Saludos

Paquita dijo...

Vivimos en unos tiempos que nadie está dispuesto a escuchar, incluso cuando no tienes prisa se plantea alguna tertulia amena, parece que la gente lo considera tiempo perdido...una pena la verdad.

Un abrazo

Willow dijo...

Ultimamente, no hago otra cosa que "perder mi tiempo" en gratas charlas, algún que otro chasco por la prisa de los demás y después rememorar esos momentos que son únicos en mi vida y también en la vida de las personas que los han compartido. Es cierto que cuantos más medios tenemos, menos nos comunicamos, la prisa que produce el estrés nos lleva a la "pescadilla que se muerde la cola".
Gracias, Fede, una reflexión muy interesante. Un beso