17 de octubre de 2015

Conservas caseras




                Estamos en época de peras, manzanas, pimientos y tomates y aunque paso el menor tiempo posible en la cocina, de vez en cuando se alían la generosidad de mi sobrina que me  carga de frutas y hortalizas, la  fiebre de hacer  algo  con las manos y la necesidad de abstraerme  en una faena que ocupe mi mente y me permita evadirme de  mi restringido mundo rural.

                Esta semana me he dedicado a embotar pimientos en aceite y vinagre, preparar peras al vino y en almíbar y hacer compotas de manzana. No se trata de necesidad, ni de afición, ni de golosina y mucho menos de economizar unos euros. Sé de sobra que el viaje hasta León y el consumo de  energía serán mayores que los productos equivalentes comprados en el supermercado. No se trata de eso. 

                He lavado, he pelado, he cortado, he mezclado,  he cocido, he probado, he condimentado, he vuelto a probar, he esperado pacientemente  a que a que el almíbar estuviera a punto de hilo,  que la compota tomara el color y la consistencia  que buscaba,  me he equivocado, he  desperdiciado producto, he envasado y etiquetado  y me siento satisfecho aunque  el fin último de la tarea: disfrutar degustando los productos  sea lo que menos me atrae de todo el proceso. 

                Así las cosas, me pregunto entonces por qué he disfrutado tanto y aunque me podrían sugerir veinte respuestas diferentes creo que en esta ocasión me quedo con una:  el placer de crear con unos ingredientes nobles y sanos algo totalmente nuevo, diferente, pero  cuyo resultado está vinculado doblemente a la calidad de los productos y al esmero, esfuerzo y cariño con el que se han preparado. 

1 comentario:

José Núñez de Cela dijo...

Comprendo que hayas disfrutado. Este año me he quedado en las conservas de tomate y la mermelada de higos. Deliciosa y disfrutada "con estas manitas"

Saludos!