14 de agosto de 2014

Moralidad por decreto

A la puerta del Colegio, enviado por las autoridades escolares se ha colocado una gran pancarta con las doce consignas o virtudes que, a petición de los nuevos gobernantes del país  los colegios tienen la responsabilidad de  difundir, enseñar, explicar y hacer practicar a los alumnos.
                A  mi que pinto  canas, al menos las pocas que me quedan, eso me suena a viejos tiempos en se nos hacía estudiar  “La formación del Espíritu Nacional”.  Ya no recuerdo los enunciados de aquellas lecciones, pero  me imagino que no diferían  demasiado de las doce consignas que tengo ante mis ojos y que incluyen:
*el amor a la monarquía, a la nación y a la religión,
* la disciplina  y el respeto a  la ley, la autoridad y los mayores
* el pensar y actuar  de acuerdo el pensamiento de su  Majestad el Rey
* la correcta interpretación de la democracia  con el monarca como cabeza visible del Estado
* la preocupación por el interés común  por encima de los intereses particulares   etc. etc.

No pretendo  criticar  abiertamente  el contenido de cada uno de los doce mandamientos que la  cúpula gobernante  pretende imponer  a través de las escuelas  como base y fundamento de la moralidad y conducta de los futuros ciudadanos.  Pero creo sinceramente que se equivocan  en cuanto al método elegido.

Las virtudes morales, el patriotismo y la solidaridad no se enseñan en los colegios,  al dictado de los profesores,  ni haciendo paradas y obligando a los alumnos  a cantar canciones patrióticas, sino en el hogar,  y no  con imposición de  normas y eslóganes,  sino con el ejemplo. 

Pero más importante aún,  creo que la mejor campaña  que  puede orquestar  la nueva cúpula miliar es la del ejemplo, y  ciertamente si  los padres y los profesores tienen que ser los primeros en dar ejemplo, no es menos cierto  que lo mismo deben hacer  los servidores públicos ya sean militares, policías o funcionarios.


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