Amo tu grácil cuello bajo el pelo
recogido, cuando un imperceptible
movimiento ilumina
la línea que, tan dulcemente,
desciende hasta tu hombro;
cuando un asomo de cansancio abate
su dorada esbeltez de espiga y todos
los oros del atardecer se posan
sobre tu nuca; cuando mido
sobre su piel desnuda esa distancia
que va de tu inconsciencia
a mi deseo; cuando, pensativa
y lejana, movida
por no sabes qué impulso,
sonríes y te vuelves levemente
para mirarme.
Rafael Guillén
2 comentarios:
Delicioso...un abrazo.
Una poesia bella.
E il tuo blog e molto interessante.
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