DIVISADERO
Novela
Michael Ondaatje
Alfaguara 2008
Titulo original: Divisadero 2007
Traducido del inglés por José Luis López Muñoz
·309 páginas
No se puede reseñar ni explicar una sinfonía de Malher y no se peude ni reseñar ni explicar la última novela de Michael Ondaatje, como se reseña una historia lineal. El autor de El paciente inglés no escribe una historia para ser leída de un tirón; mas bien, como un compositor que crea un tema musical y lo modula en mil formas diferentes, Ondaatje llega a nosotros con novelas que son un cúmulo de historias aparentemente inconexas pero que, como los movimientos musicales reinciden en el tema principal y ahondan y ponen en carne viva las sensaciones poéticas que el escritor quiere hacer brotar en nosotros.
Miachel Ondaatje no es un novelista corriente. La trama de sus historias es siempre secundaria y supeditada a la música, a la poesía que quiere crear. Por ese motivo, salta de un tema a otro, de manera casi desordenada sin explicaciones previas, sin casi avisar y nos sumerge una y otra vez en una atmósfera poética en la que se recrea y acaba haciéndonos desear que nunca se acabe. Como con ningún otro novelista he sentido, al terminar la novela, que debía volver a leerla. No es una novela para pedir prestada en una biblioteca y devolverla al cabo de quince días.
Los personajes de esta novela son huérfanos en busca de una madre ausente. Anne, Coop y Claire se han criado juntos como hermanos. Circunstancias de sus vidas les separan de forma brutal y cada uno por su lado vive una historia inacabada. El novelista, insiste además en esa sensación de que sigue algo pendiente que debemos descubrir. La vida de tahúr de Coop, o la abogada de causas perdidas en que se ha convertido Claire, se contrapone con la vida de Anne en el sur de Francia tras los pasos de un poeta olvidado. Vidas separadas, y vidas enlazadas finalmente por un mismo sentimiento de pertenencia y una gran permeabilidad hacia los demás.
“Permanece en nosotros una presencia de los demás, aunque los hayamos conocido durante un breve espacio de tiempo. Les llevamos dentro el resto de nuestras vidas sean cuales sean la fronteras que crucemos” Esta frase extraída del libro y traducida libremente, parece resumir la sensación que dejan en nosotros los personajes de Ondaatje. Se hacen familiares a fuerza de querer indagar en su misterio. Una gran novela para los que quieran adentrarse con calma en un ambiente poético, casi místico donde lo que importa es sobre todo poso que nos queda.
Novela
Michael Ondaatje
Alfaguara 2008
Titulo original: Divisadero 2007
Traducido del inglés por José Luis López Muñoz
·309 páginas
No se puede reseñar ni explicar una sinfonía de Malher y no se peude ni reseñar ni explicar la última novela de Michael Ondaatje, como se reseña una historia lineal. El autor de El paciente inglés no escribe una historia para ser leída de un tirón; mas bien, como un compositor que crea un tema musical y lo modula en mil formas diferentes, Ondaatje llega a nosotros con novelas que son un cúmulo de historias aparentemente inconexas pero que, como los movimientos musicales reinciden en el tema principal y ahondan y ponen en carne viva las sensaciones poéticas que el escritor quiere hacer brotar en nosotros.
Miachel Ondaatje no es un novelista corriente. La trama de sus historias es siempre secundaria y supeditada a la música, a la poesía que quiere crear. Por ese motivo, salta de un tema a otro, de manera casi desordenada sin explicaciones previas, sin casi avisar y nos sumerge una y otra vez en una atmósfera poética en la que se recrea y acaba haciéndonos desear que nunca se acabe. Como con ningún otro novelista he sentido, al terminar la novela, que debía volver a leerla. No es una novela para pedir prestada en una biblioteca y devolverla al cabo de quince días.
Los personajes de esta novela son huérfanos en busca de una madre ausente. Anne, Coop y Claire se han criado juntos como hermanos. Circunstancias de sus vidas les separan de forma brutal y cada uno por su lado vive una historia inacabada. El novelista, insiste además en esa sensación de que sigue algo pendiente que debemos descubrir. La vida de tahúr de Coop, o la abogada de causas perdidas en que se ha convertido Claire, se contrapone con la vida de Anne en el sur de Francia tras los pasos de un poeta olvidado. Vidas separadas, y vidas enlazadas finalmente por un mismo sentimiento de pertenencia y una gran permeabilidad hacia los demás.
“Permanece en nosotros una presencia de los demás, aunque los hayamos conocido durante un breve espacio de tiempo. Les llevamos dentro el resto de nuestras vidas sean cuales sean la fronteras que crucemos” Esta frase extraída del libro y traducida libremente, parece resumir la sensación que dejan en nosotros los personajes de Ondaatje. Se hacen familiares a fuerza de querer indagar en su misterio. Una gran novela para los que quieran adentrarse con calma en un ambiente poético, casi místico donde lo que importa es sobre todo poso que nos queda.
2 comentarios:
Me gusta tu estilo. Espero que no te pierdas un abrazo desde éste lado de la luna
Preciosa reseña, Fede. De Ondaatje sólo he leído El paciente inglés, y creo que en cierto modo es parecida a esta que comentas. Esos personajes que se quedan grabados en el lector, esa novela escrita con un ritmo musical y poético... Un gran escritor, sin duda.
Publicar un comentario