En todos los círculos se habla hoy de la victoria de nuestra Selección Nacional en el Campeonato de Europa de Fútbol. Todos alabamos la juventud, la entrega, la ilusión y el magnífico juego de nuestro equipo y es muy cierto que sin esos ingredientes la victoria hubiera sido imposible, pero por encima de todos los demás ingredientes del éxito por encima de las demás cosas ellos han creído que podían ganar. Han tenido fe en si mismos. El Míster, les ha convencido de que podían ser campeones, les ha revestido de una coraza invulnerable e invencible: la confianza en sí mismos.
Echo la vista atrás y rememoro la larga historia de mis éxitos y de mis fracasos para analizarlos con la lupa de mi fe en el éxito y constato, consternado que siempre que me he quedado en puertas del éxito, todas las veces que he abandonado un proyecto, cada vez que he fracasado, íntimamente, en mi foro interno, antes que cualquier jurado, ya había sabido dictaminar mi fracaso. Sencillamente no me creía capaz, o pensaba que no merecía la pena. La fe en lo que estaba haciendo, la confianza en el éxito me habían abandonado mucho antes de llegar a la gran final.
No es fácil creer en uno mismo, tener confianza en el éxito, sobre todo cuando se parte de una retro-alimentación negativa. ¿Por qué esta vez iba a ser diferente?, nos preguntamos. Si siempre hemos fallado, por qué vamos ahora a tener éxito? Volviendo al símil del fútbol, pienso que quizá sea la razón por la que Luis Aragonés, a pesar de las críticas, y contra todos los rumores, ha creído preferible partir de cero con un equipo totalmente nuevo que no tuviera conciencia de pasadas derrotas.
En cualquier caso, tengamos a nuestras espaldas una larga cadena de éxitos o de fracasos, es importante hacer tabla rasa. Ni los éxitos pasados son garantía del futuro, ni los fracasos son premonición de lo que va a suceder. La confianza en uno mismo debe construirse sobre la base de la preparación minuciosa, la repetición de tareas, el esfuerzo continuado y un moderado optimismo.
Cualquier entrenador que se precie usa profusamente las técnicas de motivación que vemos en las canchas de juego: cabezas juntas, manos unidas, y rotundas afirmaciones de éxito. Parece una pantomima pero no lo es. Cuando se pone todo el corazón en los gestos y en las palabras unos y otras tienen un efecto directo sobre nuestra motivación y por consiguiente sobre el resultado final. Los opositores a la carrera judicial o a notarías tienen un “preparador” pero en general en nuestras luchas del día a día estamos solos. Nuestra fe y nuestra confianza en el éxito debe venir de nuestra auto-motivación, pero antes y sobre todo de nuestra auto-evaluación. Debemos tener fe en el éxito, confianza en nuestra capacidad para resolver los problemas pero antes debemos asegurarnos que tenemos la preparación adecuada, que disponemos de las herramientas necesarias, que hemos hecho todo lo razonablemente posible para obtener un resultado positivo.
En la tareas comunes como es el caso de las competiciones deportivas la confianza, la fe ciega tiene un triple componente: cada uno de los miembros del equipo, individualmente debe estar imbuido de una confianza absoluta en lo que él puede hacer por sí mismo, por otra parte tiene que tener la misma fe ciega, la misma confianza absoluta en todos y cada uno de los miembros del equipo tomados individualmente finalmente tiene que confiar en el equipo tomado como conjunto único. Personalmente creo que el entrenador de la Selección Española ha sabido crear esta confianza entre los miembros del equipo de manera a no dudar ni un segundo en pasar el balón al compañero convencidos en cada momento que pasaban la pelota al campeón.
Creo absolutamente en el poder de las palabras. Escribir estas sencillas reflexiones no tiene por objeto convencer a nadie, sino auto-convencerme a mí mismo.
Me escucho para creer en lo que me digo, para reforzar mi convencimiento de que esta vez voy a lograr ese objetivo que me he propuesto. Yo también tengo madera de campeón. Fumaba dos cajetillas de tabaco diario y dejé de fumar. Tengo en mi haber más éxitos que fracasos. ¿Por qué no voy a ser capaz de hacer lo que me propongo?
Echo la vista atrás y rememoro la larga historia de mis éxitos y de mis fracasos para analizarlos con la lupa de mi fe en el éxito y constato, consternado que siempre que me he quedado en puertas del éxito, todas las veces que he abandonado un proyecto, cada vez que he fracasado, íntimamente, en mi foro interno, antes que cualquier jurado, ya había sabido dictaminar mi fracaso. Sencillamente no me creía capaz, o pensaba que no merecía la pena. La fe en lo que estaba haciendo, la confianza en el éxito me habían abandonado mucho antes de llegar a la gran final.
No es fácil creer en uno mismo, tener confianza en el éxito, sobre todo cuando se parte de una retro-alimentación negativa. ¿Por qué esta vez iba a ser diferente?, nos preguntamos. Si siempre hemos fallado, por qué vamos ahora a tener éxito? Volviendo al símil del fútbol, pienso que quizá sea la razón por la que Luis Aragonés, a pesar de las críticas, y contra todos los rumores, ha creído preferible partir de cero con un equipo totalmente nuevo que no tuviera conciencia de pasadas derrotas.
En cualquier caso, tengamos a nuestras espaldas una larga cadena de éxitos o de fracasos, es importante hacer tabla rasa. Ni los éxitos pasados son garantía del futuro, ni los fracasos son premonición de lo que va a suceder. La confianza en uno mismo debe construirse sobre la base de la preparación minuciosa, la repetición de tareas, el esfuerzo continuado y un moderado optimismo.
Cualquier entrenador que se precie usa profusamente las técnicas de motivación que vemos en las canchas de juego: cabezas juntas, manos unidas, y rotundas afirmaciones de éxito. Parece una pantomima pero no lo es. Cuando se pone todo el corazón en los gestos y en las palabras unos y otras tienen un efecto directo sobre nuestra motivación y por consiguiente sobre el resultado final. Los opositores a la carrera judicial o a notarías tienen un “preparador” pero en general en nuestras luchas del día a día estamos solos. Nuestra fe y nuestra confianza en el éxito debe venir de nuestra auto-motivación, pero antes y sobre todo de nuestra auto-evaluación. Debemos tener fe en el éxito, confianza en nuestra capacidad para resolver los problemas pero antes debemos asegurarnos que tenemos la preparación adecuada, que disponemos de las herramientas necesarias, que hemos hecho todo lo razonablemente posible para obtener un resultado positivo.
En la tareas comunes como es el caso de las competiciones deportivas la confianza, la fe ciega tiene un triple componente: cada uno de los miembros del equipo, individualmente debe estar imbuido de una confianza absoluta en lo que él puede hacer por sí mismo, por otra parte tiene que tener la misma fe ciega, la misma confianza absoluta en todos y cada uno de los miembros del equipo tomados individualmente finalmente tiene que confiar en el equipo tomado como conjunto único. Personalmente creo que el entrenador de la Selección Española ha sabido crear esta confianza entre los miembros del equipo de manera a no dudar ni un segundo en pasar el balón al compañero convencidos en cada momento que pasaban la pelota al campeón.
Creo absolutamente en el poder de las palabras. Escribir estas sencillas reflexiones no tiene por objeto convencer a nadie, sino auto-convencerme a mí mismo.
Me escucho para creer en lo que me digo, para reforzar mi convencimiento de que esta vez voy a lograr ese objetivo que me he propuesto. Yo también tengo madera de campeón. Fumaba dos cajetillas de tabaco diario y dejé de fumar. Tengo en mi haber más éxitos que fracasos. ¿Por qué no voy a ser capaz de hacer lo que me propongo?