Galardonado con el 2º Premio
Nacional de Redacción con ocasión del día del Maestro de 2553, este relato, escrito hace tres años por
Boo, una de nuestras alumnas dice más sobre
educación en esta región de lo que yo pueda
escribir. Me contentaré por
consiguiente con presentaros una
traducción libre de su trabajo.
Cuando fui a la escuela no era muy lista, no sabía leer,
mis conocimientos no estaban a la altura de los de mis compañeros. Yo era la
“tonta” para todos ellos, hasta que un
día, una profesora vino al encuentro de mi vida. Esta profesora se llamaba Mila. Era muy buena
profesora. Yo absorbía poquito a poco todos los
conocimientos que podían entrar en mi cerebro. Esto me cambió, dejé de ser la
tonta de la clase y me convertí en una chica lista.
Un día en que en mi escuela
se celebraba un certamen competitivo sobre conocimientos académicos, mi
profesora me animó a que me presentara y participara en el examen. Yo le dije que no quería competir porque aún
tenía muy pocos conocimientos pero la profesora me dirigió unas palabras llenas
de fuerza y de ánimo diciéndome:
“Chiquilla, nada, nada se puede obtener
con facilidad sin pasar por una práctica intensiva, y aunque los
resultados de este examen no llenen de orgullo a tu profesora con el primer
premio, tus resultados serán los míos” Estas palabras de la profesora de no
dejarme vencer han sido la fuerza que me ha acompañado desde entonces.
Tres semanas después de que
mis padres se fueran a trabajar a Tailandia, tuve que ir a vivir con una
tía. Sucedió que el hijo de mi tía cayó
enfermo. Entonces, mi tía me dijo: “Mi hijo está enfermo porque tú has venido a
esta casa”. Sin embargo yo veía a su hijo con buena salud. Mi tía me pidió que me fuera de la casa. Yo me
eché a llorar y me fui a la casa de mi abuelo paterno, pero éste también me
dijo que me marchara, que no podía quedarme con él. Me encontré con todos los
caminos cerrados, entonces decidí ir a dormir a la escuela. Esa fue mi
salvación. La profesora Mila me vio
sentada llorando debajo del árbol “Tonsai” junto a la escuela. La profesora me
aseguró que si el hijo de mi tía estaba enfermo yo nada tenía que ver con eso,
que mi tía no quería que me quedara porque era gastar arroz y comida de la casa
y era verdad que en aquel momento la situación económica de mi tía no era muy
buena. La profesora me dijo: “Vente a
vivir a mi casa. Sólo te pido que te apliques en el estudio y que seas una
buena chica, con eso me basta”.
La autora en la actualidad |
Al día siguiente volví a la
escuela. Mis amigas lucían vestidos nuevos y una blusa blanca muy bonita
mientras que yo sólo tenía una blusa vieja y tenía que utilizar viejos
cuadernos. Mis amigas no me dejaban jugar con ellas pero cuando la Señora Mila
supo lo que decían de mi, me pidió que tuviera paciencia, que me fijara en el
futuro con esperanza.
Todos los días por la mañana
los niños teníamos tareas que hacer en la parte de la escuela de la que éramos responsables.
Algunos se sentaban y no hacían nada, se aprovechaban de los servicios de los
demás, y todavía me acusaban a mi de no hacer nada, pero yo no les hacía caso
porque la profesora me había enseñado que sólo hiciera cosas buenas. “Si no
hacemos el bien, no podemos regañar a los demás”. Ella me enseñó a controlar mis emociones y a
no mostrar resentimiento por las críticas de los demás. La Señora Mila me decía a menudo: “¿Quieres
ser una buena estudiante? ¿Quieres tener resultados en tus estudios? ¿Quieres
leer bien y hablar bien?” y todas las veces la profesora tenía una respuesta para
estas preguntas. Me decía: “nadie puede ser lista si le falta aplicación y
determinación”.
Tuve la ocasión de
presentarme a un examen y sacar el primer premio gracias a los conocimientos
que la profesora me había inculcado, y gracias también a la virtud y bondad con
la que ella me había ido puliendo.
Por eso la Señora MIla es
una maestra que merece nuestro respeto y admiración, porque ella enseña a sus
discípulos a que sean atrevidos tanto refiriéndose a los conocimientos como a
la bondad. Yo he sido su discípula, pero
eso amaré y veneraré a mi profesora toda
mi vida.
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