29 de agosto de 2011

Antonio López en el Thyssen

Después de visitar la exposición de Antonio López en el Thyssen, me ha parecido que todos los cuadros que tantas veces había visto y admirado en libros y reproducciones eran sólo imágenes vistas a través de un espejo empañado.

Particularmente extrañas parecen las reproducciones de los cuadros de Antonio López cuya minuciosidad, cuya obsesión por el pequeño detalle pueden pasar desapercibidas en representaciones de menor tamaño. Creo que he visto por primera vez “ El aparador” pese a reconocerlo al primer vistazo y haberlo admirado en varias ocasiones en libros de pintura. Es necesario ver el cuadro original para poder apreciar la filigrana de los encajes, el esmalte de las porcelanas, los reflejos y la sombra de los utensilios, los brillos y las pequeñas imperfecciones de la madera.

En esta exposición se puede admirar al Antonio López pintor hiperrealista, que sigue minuciosamente la evolución del fruto en el árbol y su caía a medida que pasan los días como se refleja en la película de Víctor Erice “El sol del membrillo”, pero también un pintor tremendamente humano en los retratos de sus padres, de sus amigos o de su familia. Me he quedado particularmente prendado del cuadro de 1961 “Mari”, retrato de su mujer vestida de campesina manchega.

Podemos admirar su faceta de dibujante obsesionado con el detalle, las medidas exactas, la perspectiva, la luz y las sombras. Hay bastantes ejemplos de bocetos a lápiz que me hacen sospechar que Antonio López es primero dibujante y luego, si está de humor, da un paso más y pinta lo que ha dibujado.

La muestra no olvida su vertiente como escultor. Las estatuas de “Un hombre y una mujer” habitualmente en el Reina Sofía, y los dibujos y bocetos preparatorios son un magnífico ejemplo, como lo son también los numerosos bustos de su hija “Carmencita”.

Al lado de todos estos aspectos, he descubierto un Antonio López que posee los defectos de sus virtudes. Su anhelo de perfección es tal que con frecuencia deja sus cuadros sin terminar. De hecho, en la exposición podemos ver unos cuantos cuadros de Madrid inacabados que justifica quizá la queja que oí a dos señoras mayores que protestaban porque se hubieran presentando en la exposición ¡ cuadros inacabados! Me quedé con una sonrisa en los labios, y me imaginé a Antonio López haciéndome un guiño para decirme que la perfección es imposible, y por consiguiente ninguno de sus cuadros está aún totalmente terminado.

1 comentario:

Prometeo dijo...

Hay que decir que un caudro inacabado de Antonio es que esta en proceso de creacion normalmente, puede tardar hasta cuatro o cinco años en terminar uno como alguno de la gran urbe...un gran pintor, un genio...un abrazo.