El viejo Payaso 1917-1920
Óleo 102 x 75,5 cm
Colección Particular
Está a punto de clausurarse la amplia Exposición que el Museo de Bellas Artes de Bilbao viene ofreciendo de Georges Rouault (1971-1958). Siendo aún un joven estudiante en Francia, vi en algún lugar, un cuadro o una vidriera suya y quedé cautivado por ese aire de serena y triste resignación que emana de su pintura. Discípulo, al igual que Matisse, de Gustave Moreau, muy pronto se aleja del fauvismo y experimenta con una pintura realista, que se fija en la condición humana, el mundo del circo, de las bailarina y prostitutas y en general de todos los que bajo una máscara u otra llevan el dolor escondido y no pueden evitar que asome en sus ojos. De convicciones profundamente cristianas, ve en todo hombre sufriente, la imagen de Cristo escarnecido, y a lo largo de los años su trazo su vuelve más grueso, lo que recuerda quizá sus años como aprendiz vidriero, y la pintura se carga de materia hasta parecer casi un bajo relieve.
“El viejo payaso” pintado entre 1917 y 1920 es un buen ejemplo de lo anterior. Sobre él comenta el pintor “Tras la brillante máscara, todos escondemos un alma atormentada, un drama”; Tal es el mensaje que Rouault lanza con sus imágenes de payasos. Un contraste que en este caso es evidente: la blancura del maquillaje, el pequeño sombrero o el atuendo decorado y festivo que se adivina no hacen más que subrayar las arrugas del personaje, sus enormes ojos y, en suma, la infinita expresión de tristeza de su rostro.
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