En un intento de destilar mis emociones y reducirlas a sus más sobrios componentes, he dejado pasar unos días pensando qué palabras podrían condensar la emoción de un abuelo el día del bautismo de su nieto. Fe, familia, tradición entremezcladas, indisolubles y una inmensa nostalgia por tiempos pasados.
Ante mis ojos desfilan los bautizos en los que, después de actuar como monguillo de la ceremonia, me tiraba al suelo con los demás chavales en busca del último confeti, los bautizos de mis hijos, la emoción contenida y el miedo a no saber hacer de ellos personas felices e independientes. Y ahora, extasiado ante estas tradiciones de pueblo que perviven y me llevan inexorablemente al pasado, asisto como testigo al bautizo de mi nieto y deseo para él jalones de confianza y amor en su camino y una estrella en la que colgar sus ilusiones.
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3 comentarios:
No he tenido la suerte de ser todavía abuela, Fede(se lo piensan mucho) pero sé que todos esos pensamientos los tendré también y aún reconociendo que la vida va pasando, es hermoso saber que hay ahí en ese cuerpecito sangre de tu sangre un ser que nos robará todo nuestro cariño y al que también ayudaremos a formarse como persona.
Mil besos.
Pues enhorabuena abuelo y a disfrutar de nieto que para preocuparse y el sinvivir de los hijos para eso estan los padres; los abuelos a disfrutar d elos nietos....un abarzo.
Conoces mis sentimientos y mis avatares con mis nietos, por eso me alegra que al menos a los dos que tienes los hayas visto bautizar en un pueblo que conserva arraigada un bella tradición.
Besos a los nietos y abrazo para ti.
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