LA LUNA ROJA
Novela
Luis Leante
Alfaguara 2009
393 páginas
Hace unos días que terminé la lectura de esta impactante novela de Luis Leante y desde entonces me he sentido impulsado a escribir una reseña que no destruya el nudo central de la trama y al mismo tiempo refleje toda la complejidad, variedad de registros,
y arquitectura novelística de este joven escritor que ya me había sorprendido con su novela anterior: “Mira si yo te querré”.
Lo cierto es que el título es por sí mismo significativo y la portada que presenta la Editorial Alfaguara, con ese velo extendido frente a un anochecer oriental, sugiere un mundo de misterio, de colores, olores y sabores de las Mil y una noches. Nada más alejado de la realidad. El estilo narrativo de Luis Leante es sobrio, despojado de excesivas fiorituras. Las palabras, bien elegidas, no se recrean en los atardeceres del Bósforo sino que escudriñan los recovecos del alma de sus personajes, y una y otra vez, como pinceladas de un barniz aplicado con mimo, indagan, analizan y explican sus sentimientos.
El libro se lee como una novela de espionaje o intriga, aunque no haya investigación policial, pero se trata sobre todo de una metanovela en la que se entretejen de manera sorprendente la vida de un escritor turco, y la de su traductor español al tiempo que se desarrolla la obra de creación literaria, es decir la propia novela convertida de algún modo en personaje importante de este enigma. Desde mi punto de vista, este es uno de los méritos más sobresalientes autor: haber sabido combinar en un paralelismo especular las vivencias del joven escritor turco, y la educación estrambótica y multicultural del traductor por una parte, y por otra, la descripción minuciosa y profunda del reencuentro treinta años más tarde, que el escritor traductor hace con su pasado, con las heridas mal cerradas, y con la misteriosa muerte del melancólico y enfermizo escritor turco.
El cambio de tiempo verbal y de narrador nos ayudan en la lectura, progresivamente nos vamos introduciendo en la trama, y nos damos cuenta que el traductor se convierte a su vez no sólo en novelista y narrador de la historia, sino también en personaje de la novela arrastrándonos a nosotros en esa búsqueda de la realidad.
Como el propio Luis Leante dice de esta novela pretendidamente de intriga, pero con trasfondo literario y ambientación turca “René el traductor, y Emil Kemal, el escritor, inevitablemente, han de tener cosas mías, pero repartidas entre los dos. Son personajes que se separan y se juntan a pesar de sus diferencias culturales, y que también presentan muchos aspectos de otros autores y de otras ideas que tengo sobre el mundo y la Literatura”
A la manera de esas olas que allá en fondo del océano parecen diminutos rizos y poco a poco van cogiendo amplitud y fuerza hasta convertirse en una ola gigante, así, esta novela, nos introduce tímidamente, casi a trompicones en una historia que como un remolino nos va arrastrando cada vez con más fuerza dentro de la historia para culminar en las últimas, y a mi entender más logradas páginas, en el reencuentro nostálgico y fallido del traductor maduro, con un amor de juventud que dejó marchar sin mirar atrás, como quien deja escurrir agua entre los dedos.
Novela
Luis Leante
Alfaguara 2009
393 páginas
Hace unos días que terminé la lectura de esta impactante novela de Luis Leante y desde entonces me he sentido impulsado a escribir una reseña que no destruya el nudo central de la trama y al mismo tiempo refleje toda la complejidad, variedad de registros,
y arquitectura novelística de este joven escritor que ya me había sorprendido con su novela anterior: “Mira si yo te querré”.
Lo cierto es que el título es por sí mismo significativo y la portada que presenta la Editorial Alfaguara, con ese velo extendido frente a un anochecer oriental, sugiere un mundo de misterio, de colores, olores y sabores de las Mil y una noches. Nada más alejado de la realidad. El estilo narrativo de Luis Leante es sobrio, despojado de excesivas fiorituras. Las palabras, bien elegidas, no se recrean en los atardeceres del Bósforo sino que escudriñan los recovecos del alma de sus personajes, y una y otra vez, como pinceladas de un barniz aplicado con mimo, indagan, analizan y explican sus sentimientos.
El libro se lee como una novela de espionaje o intriga, aunque no haya investigación policial, pero se trata sobre todo de una metanovela en la que se entretejen de manera sorprendente la vida de un escritor turco, y la de su traductor español al tiempo que se desarrolla la obra de creación literaria, es decir la propia novela convertida de algún modo en personaje importante de este enigma. Desde mi punto de vista, este es uno de los méritos más sobresalientes autor: haber sabido combinar en un paralelismo especular las vivencias del joven escritor turco, y la educación estrambótica y multicultural del traductor por una parte, y por otra, la descripción minuciosa y profunda del reencuentro treinta años más tarde, que el escritor traductor hace con su pasado, con las heridas mal cerradas, y con la misteriosa muerte del melancólico y enfermizo escritor turco.
El cambio de tiempo verbal y de narrador nos ayudan en la lectura, progresivamente nos vamos introduciendo en la trama, y nos damos cuenta que el traductor se convierte a su vez no sólo en novelista y narrador de la historia, sino también en personaje de la novela arrastrándonos a nosotros en esa búsqueda de la realidad.
Como el propio Luis Leante dice de esta novela pretendidamente de intriga, pero con trasfondo literario y ambientación turca “René el traductor, y Emil Kemal, el escritor, inevitablemente, han de tener cosas mías, pero repartidas entre los dos. Son personajes que se separan y se juntan a pesar de sus diferencias culturales, y que también presentan muchos aspectos de otros autores y de otras ideas que tengo sobre el mundo y la Literatura”
A la manera de esas olas que allá en fondo del océano parecen diminutos rizos y poco a poco van cogiendo amplitud y fuerza hasta convertirse en una ola gigante, así, esta novela, nos introduce tímidamente, casi a trompicones en una historia que como un remolino nos va arrastrando cada vez con más fuerza dentro de la historia para culminar en las últimas, y a mi entender más logradas páginas, en el reencuentro nostálgico y fallido del traductor maduro, con un amor de juventud que dejó marchar sin mirar atrás, como quien deja escurrir agua entre los dedos.
1 comentario:
Como siempre te digo, Fede, es una suerte tener un amigo como tú que puede asesorarnos sobre todas las lecturas que vas leyendo.
Gracias.
Un beso.
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