Estos últimos días he oído invectivas por parte de los representantes de la Iglesia Católica a propósito de los ensayos con células madre, que me han dejado sorprendido.
Parece como si nuestra Jerarquía eclesiástica no hubiera aprendido, siglos ha, de sus errores al enjuiciar las teorías de Galileo. Siempre que los representantes de la Iglesia traspasan la esfera de lo puramente religioso corren el riesgo de opinar sobre materias que no son de su incumbencia, del mismo modo que los científicos traspasan los límites que les son propios cada vez que desde la razón intentan explicar el hecho religioso o la trascendencia.
La laicidad no ha logrado todavía asentarse de manera estable en la vida social y cultural de nuestro país. España, país de extremos, tiende siempre a situarse en polos diametralmente opuestos: o bien defiende con la cruz y la espada la religión a la fuerza en cualquier estamento de la sociedad, o bien imbuida de un laicismo trasnochado, pretende borrar de nuestro entorno todos los vestigios religiosos que perduran no sólo en nuestra cultura y nuestra historia, sino también y más ostensiblemente, en nuestro patrimonio artístico y arquitectónico. No podemos pretender que todas las aulas de nuestros colegios estén presididas por un crucifijo, como antiguamente lo estaban por los retratos de Franco y de José Antonio; pero tampoco parece de recibo pretender eliminar de la enseñanza toda referencia al cristianismo so pretexto de laicidad y de neutralidad. Más allá de las doctrinas y las creencias, el cristianismo es un factor tan fundamental en nuestra cultura que pretender ignorarlo es sencillamente una incongruencia.
Como explica Claudio Magris en su reciente Libro “La historia no ha terminado, “laico no significa de ninguna manera, como a menudo impropiamente se dice e ignorantemente se presupone, lo contrario de “católico” y no alude, de por sí, ni a un creyente ni a un agnóstico o a un ateo. La laicidad no es un contenido filosófico, sino un ámbito mental, la capacidad de distinguir lo que es demostrable racionalmente de lo que en cambio es objeto de fe – sin tener en cuenta la adhesión o falta de adhesión a tal fe – y de distinguir las esferas y los ámbitos de las distintas competencias, por ejemplo la de la Iglesia y las del Estado, lo que – precisamente según el dicho evangélico – hay que dar a Dios y lo que hay que dar al César”
Opino que la laicidad es una actitud de doble dirección. Debemos ser capaces de de comprometernos, de mantener nuestras ideas, de actuar conforme a criterios de justicia o de racionalidad, con total independencia de lo que opinen o hagan los demás, pero debemos admitir que otras personas puedan opinar y actuar con criterios diferentes.
Llama la atención que reclamemos la libertad de opinión universal y admitamos de buen grado la pluralidad de opiniones a nivel político y sindical y sin embargo nos llevemos las manos a la cabeza cada vez que un sacerdote o un obispo expresa su parecer a la luz de sus convicciones religiosas.
En resumen, laico es quien sabe aceptar una idea sin someterse a ella, quien mantiene su independencia crítica, quien no necesita idolatrar sus convicciones ni denostar las creencias de los demás para justificarse a sí mismo y sentirse mejor.
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7 comentarios:
Hola Fede.
No puedo estar más de acuerdo contigo, ¡Qué dificil es mantener un equilibrio es este tema! La mayoría de las veces se tergiversan las cosas y, más aún, se utiliza la laicidad o la religión más en unos momentos que en otros, dependiendo de momentos, temas o interlocutores.
Sobre la actitud de la iglesia, en especial sobre su jerarquía, recientemente leí en una entrevista que a la Iglesia, siempre le queda reconocer sus errores, aunque sea con siglos de diferencia (Galileo), sin plantearse, por medio e la razón, la idoneidad o no de sus planteamientos.
Un saludo... y a seguir con tu blog.
Los obispos nunca se limitan a expresar su opinión, ellos emiten juicios, con veredictos y amenazas de condenación ( eterna nada menos).
Por lo demás muy lúcido estás y coincido contigo en todo.Felicidades.
Se puede decir más alto pero no más claro, Fede.Es una muy buena reflexión con la que estoy completamente de acuerdo.
Un beso.
El laicismo está de plena actualidad, Fede, y concuerdo contigo en lo que expresas, hay que mantener nuestra independencia crítica pero respetando a los que no piensan igual.
Un abrazo.
Hola Fede, me ha encantado tu reflexión, ya sabes que siempre me gustan pero con ésta hay que decirte: ole.
un beso
para variar, como se puede llamar uno a si mismo pro-vida y negarse al progreso que permite salvarla?
Amigo Federico. Me ha encantado leerte. Estoy totalmente de acuerdo contigo y es un gran articulo..¡ Chapeau!
Un gran abrazo.
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