Trato de recordar en qué libro reciente fue y no lo logro, pero en algún sitio de ese libro se decía:
"Sólo un consejo te voy a dar: Nunca permitas que la idea, la doctrina, prevalezca sobre las personas".
Cuántas veces nos obcecamos en defender nuestra posición, nuestro punto de vista sin tener en cuenta a las personas. Nos escudamos y defendemos detrás de conceptos tales como el reglamento, las normas, lo acordado, el contrato, los principios, incluso los mandamientos de la ley de Dios, para amordazar el corazón y mantenernos en nuestros trece, para no dar el brazo a torcer o sencillamente para justificar nuestra cobardía.
Hace ya muchísimos años, estando de vacaciones en un pueblecito cristiano de Tailandia, recibí una lección magistral en el mismo sentido. Recién empezada la misa del domingo, el sacerdote fue avisado de que una de sus feligresas estaba muy enferma. Despojándose de sus vestimentas, nos dejó plantados en la iglesia sin más explicaciones. Los murmullos de desaprobación y de escándalo no tardaron en hacerse oír. El domingo siguiente, sin emabargo, le oímos la siguiente explicación: si la anciana a la que asistí el domingo pasado y a quien administré una dosis de morfina, sufrió un poco menos en su tránsito al más alla, seguramente valió la pena suspender una ceremonia a la que acudimos todos los domingos, sin estar de verdad convencidos de por qué lo hacemos.
3 comentarios:
una verdad como un templo Fede..
hacemos todo por el hombre pero sin el hombre..Ninguna norma es más importante que un ser humano, ninguna idea por muy altruista que parezca es más importante que un ser humano
Un abrazo
Estoy completamente de acuerdo contigo, Fede. Que jamás tengamos cualquier tipo de cadena que no nos permita estar al lado de nuestro semejante.
Un beso.
Un niño con 10 años dejó de ir a misa, aquí en España, porque un hombre falleció durante la misa y el sacerdote no la interrumpió. Triste reflexión la que él sacó del evento.
Me ha gustado mucho saber lo que hizo y dijo ese sacerdote.
Un abrazo.
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