6 de noviembre de 2008

"La Ronda de noche" de Rembrandt


1642 La Roda de Noche
Óleo sobre lienzo 363 x 437 cm
Rijksmuseum (Amsterdam)

La ronda nocturna es para Rembrandt un resumen de todo lo que hasta entonces había ejecutado y a la vez un nuevo comienzo. En su obra más conocida desarrolla una virtuosidad que aún hoy en día sorprende y fascina. Ya la sola realización de los detalles – los metales resplandecientes, las telas brillantes, los diversos accesorios – y tanto más la configuración de la mímica, de los gestos expresivos y de los efectos deslumbrantes de la luz son, en el más alto sentido, artísticos. Las posibilidades de representación visual parecen agotadas.

Resalta a primera vista que Rembrandt da mayor importancia al desarrollo de la acción que a la fiel realización de retratos. En primer plano, son el capitán y el alférez que van marchando, los que dominan la escena. El brazo a medio alzar y la boca entreabierta indican que el capitán está hablando. Mientras va marchando no mira al alférez que acata la orden. También a la derecha y a la izquierda de la bóveda se ven figuras conversando. Debajo de la bóveda, el portaestandarte alza el estandarte. Hombres con celadas y sombreros llevan espadas y lanzas; algunos llevan broqueles y alzacuellos. Otros toman posesión de las lanzas apoyadas en la parte derecha del muro de la casa. Otros se abren paso al frente. Delante, a mano izquierda, se ve un muchacho con una celada demasiado grande para él; va corriendo con una cuerna de pólvora vacía en las manos y mientras corre, se da vuelta. A su lado hay un mosquetero vestido de rojo que carga su arma.

Se ven los más variados movimientos. Los cambios rápidos – como por ejemplo en el caso del muchacho corriendo y también en los grandes pasos que da el capitán y el alférez – muestran lo momentáneo de esa escena que resalta aún más por el tiro recién disparado. Se ven los gestos estáticos de los protagonistas como también la postura apacible del portaestandarte que está posando.

Rembrandt aprovecha la ocasión para dar a conocer por separado las diversas actividades características regulares de una sociedad como ésta y al mismo tiempo representar el grupo en una acción colectiva obligatoria. Al igual que en La lección de anatomía de Nicolás Tulp queda por aclarar aún de qué modo las figuras situadas en la estrecha escalera encontrarán el radio de acción para sus movimientos.

Se deduce que toda la estructura visual de este cuadro en lo que respecta a los detalles de las líneas y del claroscuro es muy individual y ambigua, pero que sin embargo deja entrever en todas partes una estructura general. La configuración de La ronda nocturna se puede caracterizar como un conjunto de movimientos individuales poco antes de la formación.
Los valores estrictamente visuales del cuadro se imponen como un sistema independiente con un dramatismo y una emotividad propios y no dependen de los valores reconocibles en lo palpable de la escena. Los elementos gráficos en este cuadro tienen la misma estructura dramática que los elementos concretos. El giro que da el desarrollo de la pintura de Rembrandt a partir de La ronda nocturna y en las obras siguientes es un paso que se da de la comprensión conceptual a la percepción visual.

1 comentario:

Elena dijo...

Pude ver este cuadro en directo este verano en mi visita a Amsterdam, y me quedé casi media hora petrificada en la sala donde se expone, sin poderme mover. No sospechaba que su vista directa fuese tan impresionante. Rembrandt es un genio, de eso no cabe duda, y su manera de tratar la luz no ha sido igualada por nadie.