Argentina 2009
Dirigidapor Juan José Campanella
Dirigidapor Juan José Campanella
Duración: 126 minutos
Entre “TEMO” y “TE AMO” sólo falta una letra, justamente la letra “A” que le falta a la máquina de escribir de Benjamín Expósito, un idealista pánfilo y enamorado que cree en la justicia pero que, ciego a los mensajes de unos ojos que dicen todo, deja escapar el tren de su vida.
La película está trenzada con dos hilos conductores: un funcionario argentino jubilado que quiere dedicarse a escribir y se empeña en desempolvar un viejo caso archivado que le impresionó y le desencantó en el pasado, y el descubrimiento de un viejo amor nunca declarado entre su jefa y él y que se esfumó al ritmo de un tren que se aleja y de unas notas nostálgicas de piano al más puro estilo romántico.
La trama policíaca se desarrolla de forma progresiva desde la “mirada” delatora en una fotografía, hasta el espeluznante arresto y castigo del culpable, pasando por evidentes alusiones a la corrupción e injerencias políticas en el ámbito judicial en la época de la dictadura y por el omnipresente fútbol en el vivir y sentir de los argentinos.
Pero esta trama, con sus continuos “flashback” entre presente y pasado nos sirve sobre todo para poner en evidencia otras miradas que dicen todo lo que las palabras esconden y aquí sobre todo, el Director Juan José Campanella luce con admirable maestría.
Ha sabido escoger dos actores incomparables como protagonistas de la historia: Ricardo Darín, alter ego de Campanella, veterano y experto en expresar con los gestos, la actitud y el semblante todo un abanico de emociones, y Soledad Villamil cuyos profundos y bellos ojos son un auténtico semáforo de emociones, y sentimientos.
No era fácil ver a estos dos magníficos actores, pasando del presente a veinticinco años atrás, pero la caracterización, la ambientación y el maquillaje es perfecto y la música, la fotografía, y los momentos de transición están tan bien orquestados que el espectador no tiene ninguna dificultad en seguir el desarrollo de la historia.
Progresivamente, el diálogo toma el relevo de las imágenes. las palabras se adensan y expresiones como “¿Cómo se hace para vivir una vida llena de nada?” se quedan grabadas en nuestra mente y descubrimos que la historia es realmente el elemento secundario de la película y que lo que verdaderamente importa es la soledad y el sinsentido de un hombre que no ha sabido descubrir en la mirada de la mujer a quien ama, ese “si tu me dices ven…” de las historias románticas.
La película está trenzada con dos hilos conductores: un funcionario argentino jubilado que quiere dedicarse a escribir y se empeña en desempolvar un viejo caso archivado que le impresionó y le desencantó en el pasado, y el descubrimiento de un viejo amor nunca declarado entre su jefa y él y que se esfumó al ritmo de un tren que se aleja y de unas notas nostálgicas de piano al más puro estilo romántico.
La trama policíaca se desarrolla de forma progresiva desde la “mirada” delatora en una fotografía, hasta el espeluznante arresto y castigo del culpable, pasando por evidentes alusiones a la corrupción e injerencias políticas en el ámbito judicial en la época de la dictadura y por el omnipresente fútbol en el vivir y sentir de los argentinos.
Pero esta trama, con sus continuos “flashback” entre presente y pasado nos sirve sobre todo para poner en evidencia otras miradas que dicen todo lo que las palabras esconden y aquí sobre todo, el Director Juan José Campanella luce con admirable maestría.
Ha sabido escoger dos actores incomparables como protagonistas de la historia: Ricardo Darín, alter ego de Campanella, veterano y experto en expresar con los gestos, la actitud y el semblante todo un abanico de emociones, y Soledad Villamil cuyos profundos y bellos ojos son un auténtico semáforo de emociones, y sentimientos.
No era fácil ver a estos dos magníficos actores, pasando del presente a veinticinco años atrás, pero la caracterización, la ambientación y el maquillaje es perfecto y la música, la fotografía, y los momentos de transición están tan bien orquestados que el espectador no tiene ninguna dificultad en seguir el desarrollo de la historia.
Progresivamente, el diálogo toma el relevo de las imágenes. las palabras se adensan y expresiones como “¿Cómo se hace para vivir una vida llena de nada?” se quedan grabadas en nuestra mente y descubrimos que la historia es realmente el elemento secundario de la película y que lo que verdaderamente importa es la soledad y el sinsentido de un hombre que no ha sabido descubrir en la mirada de la mujer a quien ama, ese “si tu me dices ven…” de las historias románticas.
3 comentarios:
Es, sin duda, una gran película, con muchos ingredientes atractivos, muy bien trabajada e interpretada.
Yo resaltaría, además, la interpretación del ayudante del juzgado, un trabajo fantástico y que es lo que más perdura en mi desde que vi la película.
Sin embargo, yo le veo un pero en los excesivos cambios que se producen al final de la película, tratando de confundir al espectador. Aún así, gran película
Un saludo
Gran pelicula, si señor, muy buena, de lo mejorcito de este año pasado. Un abarzo.
Vamos a ver cuantos Goya gana esta noche.
No la he visto pero la vere si Dios quiere.
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