La poesía amorosa oriental tiene sus peculiaridades que la distinguen de la poesía occidental, sobre todo, en cuanto a la poesía clásica. Se expresa generalmente de amena moderada, sugerente y elíptica, sin que deje por ello de ser profunda y conmovedora par quien se empape en ella. A ello contribuye, por un lado, el criterio de la mayoría de los críticos y poetas chinos, que consideran que la mejor arte poética debe consistir en conseguir llevar, con pocas palabras, al lector a pensar, reflexionar e imaginar incluso cuando termine el texto. Como señala un sinólogo británico, lo importante no es el sabor del té, sino su aroma, que debe persistir y deleitar aun cuando se haya acabado el té. A esta particularidad también contribuye, por otro lado, el que el carácter nacional del chino sea tranquilo, poco apasionado, reacio a exteriorizaciones de sentimientos afectivos en público considerándolos como lo más íntimo de su ser.
Las despedidas, la separación y las ausencias son constantes y tienen un gran peso en las obras. Ello se debe a los frecuentes viajes que tenían que hacer los chinos de épocas pasadas: huidas de las guerras, desplazamientos de los funcionarios, escritores, comerciantes o trabajadores, por la obligación o necesidad de trabajo, por concurrir a las oposiciones, celebradas en las capitales de provincia y en la del país, para conseguir algún cargo o título, y también, a veces, por destierro y exilio. La nostalgia, las añoranzas, están presentes en toda la poesía china e impregnadas en los versos amorosos.
Las despedidas, la separación y las ausencias son constantes y tienen un gran peso en las obras. Ello se debe a los frecuentes viajes que tenían que hacer los chinos de épocas pasadas: huidas de las guerras, desplazamientos de los funcionarios, escritores, comerciantes o trabajadores, por la obligación o necesidad de trabajo, por concurrir a las oposiciones, celebradas en las capitales de provincia y en la del país, para conseguir algún cargo o título, y también, a veces, por destierro y exilio. La nostalgia, las añoranzas, están presentes en toda la poesía china e impregnadas en los versos amorosos.
Casi nunca falta la descripción del paisaje. La naturaleza acompaña siempre al hombre, es humanizada y parece vibrar con el enamorado o la enamorada, o sea, se describe en función del estado de ánimo del autor o del protagonista. Se habla mucho de luna, estrellas, montaña, río, arroyos, y podría parecer reiterativo. Pero si se lee cada poema detenidamente y empapándonos en el ambiente que se nos ofrece, encontraremos que “esa reiteración viene siempre matizada por la pincelada justa que descubre el sentimiento oculto del poeta”
Guojian ChenAbriéndote lo más íntimo de mi corazón
Zhang Xian (990 – 1078)
¡Qué feliz nuestro encuentro
al claro de la luna,
en medio de las flores!
Pero, ¡qué corto ha sido!
Después vienen las tristezas.
Pasada la ebriedad,
veo roto mi sueño,
los pétalos cayendo
y pálida la luna.
Mas las flores volverán a abrirse
y la luna brillará algún día:
Un mismo corazón
tenemos tú y yo.
Ojalá entonces me convirtiera
en una pequeña rama de sauce,
esperando besos y caricias
de la brisa de la primavera.
Zhang Xian (990 – 1078)
¡Qué feliz nuestro encuentro
al claro de la luna,
en medio de las flores!
Pero, ¡qué corto ha sido!
Después vienen las tristezas.
Pasada la ebriedad,
veo roto mi sueño,
los pétalos cayendo
y pálida la luna.
Mas las flores volverán a abrirse
y la luna brillará algún día:
Un mismo corazón
tenemos tú y yo.
Ojalá entonces me convirtiera
en una pequeña rama de sauce,
esperando besos y caricias
de la brisa de la primavera.