13 de junio de 2012

Berlín

Hay ocasiones en que uno huye de las tareas pendientes no tanto por el trabajo que supone ejecutarlas sino por el miedo a no estar a la altura, o a hacerlo de forma mediocre. Después de un intenso y prolongado viaje a Berlín, son tantas las cosas que quisiera decir, tantos los impactos, las impresiones acumuladas que me está costando trabajo hacer una síntesis, condensar lo que más me ha impresionado o marcar algunos hitos más sobresalientes. De nada ha servido dejar reposar las impresiones, esperar a que las emociones más profundas afloren en la superficie de mi consciente.


A modo de pequeños apuntes de viajero quiero anotar lo que tres meses después del viaje, primero me viene a la cabeza al oír la palabra Berlín, lo que por otra parte, gracias a la Sra. Merkel y a la crisis económica está ocurriendo más de lo recomendable.

Berlín ha renacido de sus cenizas y lo ha hecho con acierto. La tarea no está terminada, basta comprobar la cantidad de grúas y obras en ejecución a lo largo de la ciudad. Pero manteniendo el concepto original de ciudad amplia y verde ha conservado todo lo que queda de su pasado histórico y ha aprovechado la oportunidad de partir de zonas de absoluta “tabla rasa” para crear conceptos urbanísticos modernos como la Postdam Platz y los edificios que la circundan que huyen de la desproporción para destacar cada uno de ellos por la modernidad y el atrevimiento de sus líneas arquitectónicas.

El pasado sigue muy presente en Berlín. Para mi gusto, demasiado presente. Los miles de turistas que visitan diariamente la ciudad parecen obsesionados por la puerta de Brandeburgo, el muro, y el bunker de Hitler. No hay que olvidar el pasado si no queremos que se repita, pero creo que se debe cambiar el énfasis. Berlín fue capital cultural europea en los primeros años del siglo XX, ha acumulado a lo largo del siglo XIX tesoros arquitectónicos de medio mundo que exhibe en sus numerosos museos, ha sido precursora del movimiento “Okupa” y de los movimientos alternativos que con sus pintadas y graffitti sensibilizaron a toda la juventud europea. Berlín debe interpretar la caída del muro no sólo en su vertiente política y de reunificación de un país dividido sino como cambio radical en la manera de enfocar la cultura y la democracia.

La Cúpula del Bundestag, linterna de cristal y acero que corona el parlamento Alemán, obra de Norman Foster, merece por si sola una visita a Berlín. Ascendemos por la rampa que circunda la pared interior de la cúpula. A través de sensores la audio guía localiza nuestra posición y nos va dando una completa información sobre los edificios y monumentos que podemos contemplar. Hacemos así una visita panorámica de la ciudad con dos vueltas de 360 grados sin obstáculo alguno. Podemos también atisbar a través del cono invertido de espejos que dan luz al edificio, el desarrollo de los debates parlamentarios. Una vez más, el lamentable estado en que quedó el parlamento, ha permitido a los alemanas combinar de manera armoniosa pasado y presente, tradición y modernidad.

En Berlín desplazarse por la ciudad en vehículo particular es un lujo innecesario. Me llama la atención la perfecta sincronización de trenes, metro y autobuses que tejen una tupida malla por la ciudad y permiten desplazarse a cualquier punto de manera rápida y eficaz. Las numerosas combinaciones de billetes turísticos de uno o varios días permiten desplazarse incluso a las ciudades circundantes de
 manera económica y veloz. Postdam y el famoso Palacio “Sanssouci” refugio de Federico el Grande, con sus jardines al estilo de Versalles o el palacio Cecilienhof en el que los Aliados firmaron el tratado de Postdam que partió y repartió Alemania entre los vencedores, está a pocos minutos en tren del centro de Berlín.
Es de noche. La cúpula Sony en Postdam Platz está iluminada y cambia del azul al verde y al granate. Acabamos de asistir a un Concierto de la Filarmónica de Berlín. El coro y la orquesta han interpretado la misa de Requiem de Fauré y nos hemos sentido durante dos horas envueltos en una atmósfera de belleza y armonía. Es hora de bajar a la realidad del día a día. Nada mejor para ello que pedir una currywurst y una cerveza y repasar en la memoria la película de estos días. De pronto me preguntan: ¿Con qué te quedas? Y me mente vuela al Neues Museum para perderme en la serena y misteriosa mirada del busto de Nefertiti.





2 comentarios:

Durrell dijo...

Hola Fede, por la foto veo que te encuentras estupendamente, de lo que me alegro enormemente.

Me atrajo tu comentario de Berlín, porque es para mí una gran desconocida. Siempre que pienso en ella, imagino una ciudad fría y dura, de poca belleza.

Me gustaría ir a Baviera y subir a Munich, ya que estuve por esta zona y me pareció sumamente bonita. Pero no sé si llegar a Berlín ¿qué me aconsejas?

Un fuerte abrazo.

José Núñez de Cela dijo...

Pues yo, Fede, me quedo con Berlin, de cabo a rabo, pero si me apuras mucho, con el Pergamon y la Gendarmenmarkt.

Saludos