28 de enero de 2010

Vermeer: Calle de Delft


Calle de Delft, (1657 h)
Óleo sobre lienzo 54,3 x 44 cm
Rijksmuseum, Amsterdam (Holanda)

Vermeer sólo pintó dos cuadros de su ciudad natal. Uno de ellos, probablemente el más antiguo, de reducidas dimensiones, es Calle de Delft comúnmente conocido como “La Callejuela” que transmite la sensación de una calma silenciosa, liberada del tiempo.

Paralelo al cuadro, al otro lado de la calle, más allá del adoquinado con apariencia estriada, Vermeer nos presenta una fachada de ladrillos rematada con un aguilón en forma de aspillera. Esta fachada está unida por la izquierda a una casa de menor altura. Podemos observar los aguilones y tejados de otros edificios traseros por encima de los muros del primer plano.

Casi todas las contraventanas de la casa están cerradas, dando así la impresión de que la casa está clausurada hacia el exterior, únicamente la puerta abierta, en la que una mujer trabaja en su encaje de bolillos, permite una mirada al interior, dominado por una oscuridad ambigua. La casa presenta todas sus contraventanas cerradas, lo que hace pensar que está cerrada al exterior, aunque la puerta permanezca abierta.

En su zaguán una mujer trabaja en su encaje de bolillos. A través de él podemos echar una mirada al interior, dominado por una oscuridad ambigua. A través de la entrada al patio, sostenida provisionalmente con puntales, podemos ver un estrecho pasillo en el que una criada está ocupada con una tinaja o una cuba para el agua de lluvia. Las dos mujeres, absolutamente inmersas en las tareas del hogar, permanecen anónimas. La criada tiene la cabeza vuelta hacia un lado, de modo que no podemos ver su cara. El rostro de la mujer sentada no es más que una pincelada de color enmarcada por el blanco de su cofia, del canesú y del encaje, un blanco que se prolonga en el encalado del inferior de la fachada.

Tampoco son visibles los rostros de los dos niños arrodillados en el suelo delante de la casa aunque el reciente descubrimiento de Daan Hartmann del taller del pintor en la calle Voorstraat muy cercano al callejón hace pensar que la niña arrodillada puede ser la propia hija de Vermeer, posiblemente Elisabeth.

21 de enero de 2010

"No somos islas" (Thomas Merton)


Las últimas semanas, hemos oído con frecuencia de pueblos enteros aislados por la nieve y las inclemencias meteorológicas. En la vida cotidiana hablamos de aislarnos, o de estar aislados, como sinónimos de una profunda separación de los demás. Nos sentimos islas, con un gran vacío en derredor. Estamos incomunicados por una decisión personal o debido quizáa un castigo inconsciente de los demás.

El teólogo y poeta americano Thomas Merton escribió un libro muy interesante titulado “Los hombres no son islas” en el que describe nuestras profunda, invisible y fecunda vinculación con las personas que nos rodean, y más allá con todo el género humano por más que intentemos alejarnos, aislarnos o desvincularnos de los demás.

No somos islas, formamos parte de una sociedad, y aunque no lo sospechemos, aunque no lo queramos, e incluso aunque tratemos de evitarlo, nuestros actos, de cualquier signo, tienen una repercusión directa o indirecta sobre los demás y sobre nuestro entorno. Como la piedra arrojada al estanque, nuestros actos, en ondas imperceptibles se extienden y alcanzan a quienes nos rodean, e inversamente esas mismas personas, nuestro ambiente social y las noticias que nos llegan de los lugares más lejanos, afectan de una manera u otra nuestro pensamiento, lo que sentimos y cómo actuamos. Los ecos del reciente cataclismo de Haití son un claro ejemplo que sirve para preguntarnos en que medida algo tan lejano ha influido o está influyendo en nosotros.
Es evidente que no podemos aislarnos de los demás por muy solos que nos encontremos, por muy alejados que estemos, pero es igualmente evidente que nadie puede tampoco aislarnos completamente de la comunidad. Nos pueden negar el saludo y la palabra, nos pueden incluso encerrar o incomunicar, o sencillamente pueden crear el vacío en torno a nosotros con su silencio, pero, nadie puede poner rejas a nuestros pensamiento ni a nuestros sentimientos. Gracias a ello las víctimas de secuestros y encierros han podido resistir la privación de libertad en celdas de castigo o en zulos terroristas. Con sus pensamientos, con sus emociones con el recuerdo de sus vivencias han podido lanzar puentes hacia el exterior y sentirse unidos a sus familias, a sus amigos, a sus iguales, sin olvidar que el sentimiento de odio o venganza hacia el enemigo también es otra forma de sentirse vinculado.

Aunque de forma teórica estemos siempre dispuestos a comprender lo anterior y a aceptar que nadie puede aislar a los demás o aislarse a sí mismo de manera absoluta, que duda cabe que en momentos de nuestra vida podemos llegar a sufrir un intenso e insoportable sentimiento de aislamiento. Surge entonces la necesidad de encontrar un eco, alguien con quien desahogarnos, una mano tendida o sencillamente el convencimiento de que al otro lado, si quisiéramos, alguien escucharía nuestra voz.

Por eso mismo nos toca también a nosotros vigilar nuestros comportamientos para no hacer invisibles a los que nos rodean como es el caso del vecino que cruzamos todos los días en la escalera pero ignoramos su nombre, o el piso en el que vive, o el caso del compañero de trabajo de quien ignoramos todo de su familia, de sus gustos o de sus aficiones porque para nosotros sólo son bultos, seres anónimos.

Cada vez que convertimos a nuestros vecinos de rellano, de cafetería o de autobús en meras sombras no sólo nos aislamos y aislamos a quienes nos rodean sino que empequeñecemos nuestros horizontes y las dimensiones de nuestro mundo.

9 de enero de 2010

Carlos Bousoño: Verdad, mentira


VERDAD, MENTIRA

Con tu verdad, con tu mentira a solas,
con tu increíble realidad vivida,
tu inventada razón, tu consumida
fe inagotable en luz que tu enarbolas;

con la tristeza en que tal vez te enrolas
hacia una rada nunca apetecida,
con la enorme esperanza destruida,
reconstruida, como el mar sus olas;

con tu sueño de amor que nunca se hace
tan verdadero como el mar suspira,
con tu cargado corazón que nace,

muere y renace, asciende y muere, mira
la realidad inmensa, porque ahí yace
tu verdad toda y toda tu mentira.


Carlos Bousoño
Selección de mis versos
Edición del Autor
Ediciones Cátedra 1982

7 de enero de 2010

Tom Perrotta: Lecciones de Abstinencia



LECCIONES DE ABSTINENCIA
Novela
Tom Perrotta
Ediciones Salamandra 2009
Narrativa
Título original : The Abstinente Teacher 2007
Traducido del inglés por Ana Mª de la Fuente
380 páginas


Tom Perrotta ha publicado anteriormente cinco obras de ficción, Bad Haircut: Stories of the seventies, The Wishbone, Election (Alexander Payne dirigió la versión cinematográfica, protagonizada por Reese Witherspoon y Matthew Broderick), Joe College y Juego de niños, que fue llevada al cine por Todd Field con un reparto de actores entre los que se cuentan Kate Winslet y Jennifer Connely, y que obtuvo tres nominaciones a los premios Oscar.

Si algo sabe hacer este escritor es diseccionar como si de una clase de anatomía se tratara, a la clase media americana, que habita en pequeñas ciudades del país y cuyos habitantes conviven en un ambiente de tolerancia y moderación. Esta vez, sin embargo, Perrotta, nos lleva a una América pre-Obama, en la que las intransigencias moralistas de unos pocos, y el auge de los grupos religiosos que intentan imponer sus criterios en la vida cotidiana de la comunidad. Para ello enfrenta a Ruth, una mujer liberal, permisiva divorciada que imparte clases de educación sexual en la escuela local, y Tim, un ex alcohólico, ex componente de una banda de rock que ha rehecho su vida gracias a Jesús, y que pese a su profunda crisis de creencias, o a causa de ellos es manejado como una marioneta por el pastor Dennis, cabeza visible de una iglesisa evangélica local , el Tabernáculo de la Verdad Evangélica.

Un comentario anodino de Ruth durante su clase de educación sexual desata la tormenta. La feligresía impone un cambio en la orientación de las clases de la profesora: en lugar de una información, formación y educación sobre sexualidad, quieren imponer la castidad prematrimonial como única fórmula para evitar enfermedades de transmisión de enfermedades venéreas o para evitar embarazos.

Pero Perrotta sabe contar historias con frescura y sin poner demasiado en evidencia su propia opinión sobre el particular. Analiza minuciosamente los puntos fuertes y las flaquezas de sus personajes, y no los cataloga como buenos o malos por muy contrapuestos que sean. Deja que sea el lector quien juzgue y opine.

Si en Juegos de niños Tom Perrotta tejía un hilarante relato de vicios privados y públicas virtudes en Lecciones de abstinencia retrata con gran empatía y sin prejuicios las dos caras de una apasionante controversia, en la que dos personas que creen estar en terrenos irreconciliables descubren las ventajas de no dejarse guiar por las apariencias.

En un túnel

Queridos amigos,

Mi último post, ha recibido más comentarios que ningún otro, y no precisamente somentarios sobre pintura.
Es cierto, he estado ausente. Yo también necesitaba 40 días en el túnel, pero seguir en él y hablar con las piedras no sirve de nada.

Volveré gozoso al blog, escribiré sobre viajes, sobre pintura, sobre libros, sobre películas, sobre vivencias, y también de vez en cuando, sin agobiar sobre sentimientos.

Y para alejar cualquier sospecha de aridez en mi desierto, os dejo dos fotos poco navideñas pero que os dirán que en mi desierto había también bellos paisajes (Ibiza vista desde Xávea) y cultura (Monastir de la Valldigna).