“Es por nosotros”,
dijiste señalando aquella tímida
nube que parecía un corazón
en el inmenso cielo azul de agosto,
aquella cifra
de nuestra avergonzada y palpitante
alegría.
Y nos besamos muy despacio.
Recuerdo el olor tibio de tu piel,
el modo exacto en que tus párpados
temblaron al cerrarse,
el brillo húmedo
de tu boca entreabierta,
el gozoso desorden de tu pelo
entre mis manos…
Y luego no pudimos decir nada
(fue como si después de separarse
aún siguiesen unidos nuestros labios).
Vagamente sentía
que hacías existir aquella tarde,
que el verano era sólo tu sonrisa,
que la vida sin ti es la de los otros;
y tú pensabas (tan encantadora-
mente romántica)
que si aquello no fuese más que un sueño
despertarías de él entre mis brazos
y volveríamos
a amarnos para siempre como entonces.
Mientras tanto, olvidada,
sobre nuestras cabezas, poco a poco,
dijiste señalando aquella tímida
nube que parecía un corazón
en el inmenso cielo azul de agosto,
aquella cifra
de nuestra avergonzada y palpitante
alegría.
Y nos besamos muy despacio.
Recuerdo el olor tibio de tu piel,
el modo exacto en que tus párpados
temblaron al cerrarse,
el brillo húmedo
de tu boca entreabierta,
el gozoso desorden de tu pelo
entre mis manos…
Y luego no pudimos decir nada
(fue como si después de separarse
aún siguiesen unidos nuestros labios).
Vagamente sentía
que hacías existir aquella tarde,
que el verano era sólo tu sonrisa,
que la vida sin ti es la de los otros;
y tú pensabas (tan encantadora-
mente romántica)
que si aquello no fuese más que un sueño
despertarías de él entre mis brazos
y volveríamos
a amarnos para siempre como entonces.
Mientras tanto, olvidada,
sobre nuestras cabezas, poco a poco,
una nube se iba deshaciendo.
Javier Almuzara
Primer Amor
Renacimiento 1994
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