1 de junio de 2009


CALLE DE LAS TIENDAS OSCURAS
Novela
Patrick Modiano
Premio Goncourt 1978
Anagrama2009
Título original: Rue des boutiques obscures 1978
Traducido del francés por María Teresa Gallego Urrutia
233 páginas

Lo importante de una vida cabe en media cuartilla y con letra no muy apretada parece decirnos Patrick Mediano en su novela “La calle de las tiendas oscuras” ganadora del prestigioso Premio Goncourt francés en 1978 y recientemente traducida al español.

Guy Roland es un hombre sin pasado y sin memoria que durante los últimos años ha trabajado el la Agencia de detectives del Sr. Von Hutte y que a su cierre, utilizando el mismo olfato detectivesco, y siguiendo las pautas de la novela negra, decide dirigir una investigación privada en sentido inverso, es decir, una investigación sobre sí mismo: quién ha sido, cuáles son sus orígenes, quién le recuerda, que rastro ha ido dejando a lo largo de su trayectoria vital.

A pesar de su amnesia, detalle a detalle, va recomponiendo el puzzle de su vida. Sin embargo el resultado no puede ser más descorazonador. Su identidad se difumina en el pasado , como su propia imagen en unas fotografías color sepia en las que a penas se distingue y en las que nadie le reconoce. La investigación prosigue en diferentes partes del mundo pero sobre todo en el oscuro y siempre recurrente paisaje urbano de París durante la Ocupación Alemana y a medida que va encontrando y descartando pistas va creciendo la desolación. En efecto, al fondo de uno mismo siempre se baja solo. Nadie le puede ayudar a recuperar lo que de verdad es importante, lo que compone el palpitante meollo de su existencia.

La novela nos engancha desde la primeras líneas con una frase desolada: “No soy nada… Sólo una silueta clara, aquella noche, en la terraza de un café” Seguimos a Guy Roland buscando entre las sombras, y quizá recordamos amplias zonas de nuestro propio pasado como fogonazos que desaparecen condensados en una imagen que nos cuesta ubicar y que hace preguntarnos como el autor “¿Se trata de mi vida efectivamente? ¿O de la vida de otro, dentro de la que me he colado?” Y la novela termina con el mismo tono pesimista con que empezó: “Una niña vuelve de la playa al anochecer, con su madre. Llora por nada, porque habría querido seguir jugando. Se aleja. Ya ha doblado la esquina de la calle. ¿Y acaso no se esfuman en el crepúsculo nuestras vidas con la misma rapidez que ese disgusto infantil?"

6 comentarios:

Recomenzar dijo...

Esfumarse es fumarse y que me fumen en la distancia del tiempo

Malena dijo...

No solamente debe de ser atrayente la novela, es que tú con tu reseña haces que se vea así.

Un abrazo.

Consuelo Labrado dijo...

Es una auténtica gozada leer las reseñas literarias que nos dedicas, muchas gracias Federico por tu buen hacer y por participarnos de ello. Habrá que leer este libro. Un abrazo, amigo

Amaya Martín dijo...

" No soy nada".. solo decirlo ya indica lo mucho que se es, en la novela y en la vida
Un abrazo Fede

Durrell dijo...

Quisiera saber Fede, si no te importa contarlo, en qué te fijas, qué cualidad suele atraerte de un libro para que lo escojas en lugar de otro. Tal vez es una pregunta difícil porque yo misma no me he parado nunca a contemplar esta cuestión, pero es algo que siempre me inspira curiosidad de los demás.

Un abrazo.

Fede dijo...

Recomenzar, Amaya, Consuelo, Malena, Durrell muchas gracias por vuestros comentarios.

Durrell me hace una pregunta muy directa que no puedo dejar sin contestar.

Rara vez elijo los libros al buen tuntún... aunque hay excepciones. Generalmente he leído previamente la o las reseñas que han aparecido en diarios y revistas o en internet.
Cuando un escritor me ha gustado en un libro trato de leer algún otro libro suyo para entenderle mejor. Es lo que me ocurrió con Murakami, o ahora con Patrick Modiano de quien leo en estos momentos " En el café de la Juventud perdida"
A veces también me dejo guiar por reseñas en blogs amigos.