USA, 2008
Dirigida por Stephen Daldry
Duración 124 minutos
Drama
Pocas películas tan profundas, tan cargadas de emociones contradictorias, tan reflexivas como la que nos ofrece Stephen Daldry en "El Lector", y que sin embargo no se empieza a entender hasta que ha transcurrido más de un tercio de la cinta. Sólo entonces la historia empieza a cobrar sentido y advertimos que no se trata de una película de dudoso erotismo en el que una mujer madura, acomplejada y dominante seduce a un joven estudiante de quince años y a cambio de sexo exige que le lea trozos de sus libros de texto. Ciertamente estas escenas eróticas están narradas con impactante realismo y sin mojigatería. Se trata de erotismo de desahogo, frío y exigente por una parte y de un erotismo inexperto y de aprendizaje por otro. Pero un día Hanna Schmitz desaparece sin explicaciones y Michael Berg el joven estudiante, destrozado internamente y moralmente avergonzado emprende el laborioso ejercicio del olvido.
Volvemos a encontrar a nuestros dos personajes unos años más tarde. Michael es ahora un joven estudiante de Derecho, y Hanna una de las acusadas en un caso colateral a los Juicios por crímenes de guerra de Auschwitz ¿Cómo conciliar el amor que Michael ha sentido un par de años atrás por esta mujer y el repudio por los crímenes de los que se le acusa como guardiana de un campo de prisioneras? Michael se siente destrozado por la culpa y la vergüenza, y su dilema es una metáfora, un reflejo del drama que vive una generación de alemanes enfrentados a su propia responsabilidad, a la culpa implícita en su silencio. Por extensión, el espectador, se siente obligado a reflexionar, a tomar partido ante este dilema moral. No es fácil perdonar, pero más difícil aún es perdonarse por los errores cometidos.
Sin embargo, Hanna, lo descubrimos ahora, es analfabeta y por consiguiente no puede ser la única responsable. Ni siquiera pudo haber redactado el informe del que se le acusa. Tampoco puede haber leído todas las alegaciones del caso, pero el tribunal desconoce este hecho y Michael se encuentra nuevamente ante un dilema: ¿Tiene la obligación de salvarla? ¿Debería salvarla en contra de su voluntad? Y la pregunta es para todos: ¿cuáles son los límites del derecho a salvar a quien no quiere ser salvado?
Hanna es condenada a cadena perpetua y ahora somos los espectadores quienes reflexionamos. A pesar de la evidencia de los hechos, a pesar de haber sido condenada ¿es verdaderamente culpable? Michael, ya adulto, trata de convivir en soledad con su angustioso dilema. Se siente avergonzado y culpable, sigue enviando a Hanna libros grabados en casettes pero ya no hay amor ni perdón posible. Días antes de que Hanna sea finalmente puesta en libertad le busca un lugar donde vivir pero es incapaz de un abrazo, de un solo gesto de acogida. Hanna que se ha ido liberando a través de su aprendizaje de la lectura elige finalmente una salida definitiva, pero Michael tendrá que seguir viviendo con la profunda amargura de una soledad atormentada. Nosotros, los espectadores salimos del cine pero seguimos haciéndonos preguntas.
Stephen Daldry, director conocido por películas como "Billy Elliot" o "Las Horas", ha llevado la película con mano maestra, sin estridencias pero manteniendo constante la tensión y el dramatismo del relato. Su guión es meticulosamente fiel a la novela del mismo título escrita por Bernhard Schlink. Kate Winslet está sencillamente soberbia en la piel de un personaje difícil. Es ruda hasta en su forma de caminar, su acento es marcadamente alemán y su mirada dura y fría como hielo. Está acompañado con el siempre misterioso Ralph Fiennes en el papel de Michael adulto y por un David Kross caracterizando al joven Michael que imprime a su personaje una profunda sensación de desasosiego y sentido de culpabilidad.
Volvemos a encontrar a nuestros dos personajes unos años más tarde. Michael es ahora un joven estudiante de Derecho, y Hanna una de las acusadas en un caso colateral a los Juicios por crímenes de guerra de Auschwitz ¿Cómo conciliar el amor que Michael ha sentido un par de años atrás por esta mujer y el repudio por los crímenes de los que se le acusa como guardiana de un campo de prisioneras? Michael se siente destrozado por la culpa y la vergüenza, y su dilema es una metáfora, un reflejo del drama que vive una generación de alemanes enfrentados a su propia responsabilidad, a la culpa implícita en su silencio. Por extensión, el espectador, se siente obligado a reflexionar, a tomar partido ante este dilema moral. No es fácil perdonar, pero más difícil aún es perdonarse por los errores cometidos.
Sin embargo, Hanna, lo descubrimos ahora, es analfabeta y por consiguiente no puede ser la única responsable. Ni siquiera pudo haber redactado el informe del que se le acusa. Tampoco puede haber leído todas las alegaciones del caso, pero el tribunal desconoce este hecho y Michael se encuentra nuevamente ante un dilema: ¿Tiene la obligación de salvarla? ¿Debería salvarla en contra de su voluntad? Y la pregunta es para todos: ¿cuáles son los límites del derecho a salvar a quien no quiere ser salvado?
Hanna es condenada a cadena perpetua y ahora somos los espectadores quienes reflexionamos. A pesar de la evidencia de los hechos, a pesar de haber sido condenada ¿es verdaderamente culpable? Michael, ya adulto, trata de convivir en soledad con su angustioso dilema. Se siente avergonzado y culpable, sigue enviando a Hanna libros grabados en casettes pero ya no hay amor ni perdón posible. Días antes de que Hanna sea finalmente puesta en libertad le busca un lugar donde vivir pero es incapaz de un abrazo, de un solo gesto de acogida. Hanna que se ha ido liberando a través de su aprendizaje de la lectura elige finalmente una salida definitiva, pero Michael tendrá que seguir viviendo con la profunda amargura de una soledad atormentada. Nosotros, los espectadores salimos del cine pero seguimos haciéndonos preguntas.
Stephen Daldry, director conocido por películas como "Billy Elliot" o "Las Horas", ha llevado la película con mano maestra, sin estridencias pero manteniendo constante la tensión y el dramatismo del relato. Su guión es meticulosamente fiel a la novela del mismo título escrita por Bernhard Schlink. Kate Winslet está sencillamente soberbia en la piel de un personaje difícil. Es ruda hasta en su forma de caminar, su acento es marcadamente alemán y su mirada dura y fría como hielo. Está acompañado con el siempre misterioso Ralph Fiennes en el papel de Michael adulto y por un David Kross caracterizando al joven Michael que imprime a su personaje una profunda sensación de desasosiego y sentido de culpabilidad.
2 comentarios:
Hola Fede. Es una gran película que me impactó y tú has hecho un gran resumen que animará a tus lectores a que la vean.
Un beso.
También a mí me ha impactado esta película y sentí muchísima pena por Hanna. Yo sí la hubiera abrazado al entender por qué había reaccionado así en el juicio y creo que era una mujer muy necesitada de afecto, porque ¿quién no ha cometido nunca un error? La interpretación de Kate es sencillamente fabulosa. Gracias Fede. Un abrazo
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