29 de septiembre de 2013

Escuela de Bambú: Desplazarse en Sangklaburi


En  esta zona  montañosa  del noroeste de Thailandia la gente  vive casi exclusivamente de la agricultura  la recolección del caucho  y en los meses de lluvias en que no hay trabajo en las plantaciones, de la recolección de  brotes de bambú,  setas o cualquier cosa comestible que se pueda encontrar  en el bosque y llevar a vender al mercado. 

El coche es un bien suntuoso reservado a unos pocos que  eligen de preferencia las pick-up de tipo ranchero  con caja trasera  para las mercancías  y un par de asientos detrás del conductor para los pasajeros. 

La gente menos afortunada   dispone de las motocicletas, mobilettes y toda clase de vehículos de dos ruedas  y  la verdad  es que  habrá gente que  conduzca la moto con mayor rapidez, con más pericia  pero he visto pocos lugares   en que  la aprovechen tanto, sean capaces de conducirla mientras sostienen a un niño entre las piernas y con la otra mano le tapan con un paraguas, o,  y eso ya  es el  no va más: mientras  la mamá conduce con una mano y con la otra sostiene al bebé de meses y le da el pecho.   Lamenté de veras no tener una cámara a mano para fijar en aquel momento esa imagen  que hubiera podido  aspirar a un Premio Pulitzer.
Pero dentro de la escasez de medios,  los habitantes de estas montañas han sabido convertir la motocicleta   en un vehículo multiusos  que puede transformarse en cocina ambulante, tienda de chucherías,  pick-up de tres ruedas  y cómodo  taxi para transportar a toda la familia con sombrilla incluida para protegerse de la lluvia o del sol.
El transporte público es más eficaz en las grandes distancias que en las cortas. Para las primeras disponemos de furgonetas con aire acondicionado  preparadas para transportar   entre 12 y 15 pasajeros  hacia Kanchanaburi, la capital de la provincia a  320 Kilómetros  o tres horas y media de distancia  o Bangkok a 350 Km  de distancia o 6 horas de viaje.  En las distancias cortas  las cosas se vuelven algo más complicadas.  Hay furgonetas de toldo que hacen ciertos recorridos  siempre que tengan pasajeros.  Puedes subirte a la furgoneta, ver como sale hacia  tu destino, pero si no ha recogido suficiente personal  en un primer trecho,  se dará la vuelta  y volverá hacia el punto de salida.  Eso me ha ocurrido hoy por dos veces.  Había ido a Sangklaburi, a  ocho kilómetros  del colegio para cortarme el pelo.  La furgoneta  de transporte colectivo se volvió por dos veces falta de pasajeros.  Sólo me quedaba una alternativa  antes de llamar al colegio para que vinieran a buscarme:  subirme a una moto-taxi.  ¿Que qué es  eso?  Pues bien claro lo dice el  nombre.  Unos señores  que recorren  el pueblo en moto con un dorsal numerado en la espalda.  Les paras,   les dices donde quieres ir, acuerdas el precio, te agarras donde puedes y te dejas llevar cruzando los dedos por si a caso.



24 de septiembre de 2013

Escuela de Bambú: Los Karen


Hace unas semanas asistí en un cercano  colegio del gobierno,   a la celebración del día de la Alianza  del Sudeste Asiático (ASEAN).  Las profesoras habían vestido a los niños con los trajes nacionales de los diversos países que conforman la alianza y el animador  con gran despliegue de bromas  y regalos   iba preguntando a los niños a qué país representaban.  Uno de los niños, más serio que un ocho,  proclamó: “Yo soy de nacionalidad  Karen”   Se hizo un gran silencio  que rápidamente el animador trató de  ocultar con una broma  y una nueva pregunta:  “¿Cuál es tu país? ” a lo que el niño volvió a responder  yo soy  de nacionalidad Karen.
Los Karen no tienen una nacionalidad  propia pero son el mayor grupo étnico  de Birmania y del  norte de Tailandia y representan aproximadamente  el 80% de los alumnos que vienen a nuestra escuela.  A pesar de que  buena parte de ellos  habita  el territorio Karen  en la zona montañosa  que se extiende a lo largo de la frontera  entre Birmania y Tailandia no han dejado de reivindicar su independencia y desde hace  más de cincuenta años mantienen una lucha abierta con el gobierno birmano que  para sofocar  la revuelta  ha   cometido   atrocidades  que rozan el genocidio  y ha empujado a más de 150.000 karen a campos de refugiados  en la frontera tailandesa  sostenidos  tutelados por las Naciones Unidas  pero bajo la estricta vigilancia del gobierno tailandés.

 ¿Quiénes son pues los Karen y de donde proceden?   Los Karen   abarcan  un grupo étnico  ramificado  en diversas tribus  que procedentes de “más allá del río que lleva arena “, posiblemente el  Río Amarillo en China, fueron bajando a través del Yunan  y el Tibet  hacia  los valles fértiles de la actual Nyanmar.   Comenzaron a llegar  probablemente   después de los Mon pero antes de que los Birmanos  se establecieran en el país.   Empujados por éstos,  y  enemigos de los enfrentamientos gran parte  de los Karen  se establecieron en las zonas  montañosas del  nordeste de Birmania  donde  practicaron una  agricultura de montaña, basada en la recogida de los frutos del bosque, la quema de  bosque  para  cultivar arroz  y otras legumbres,  y  el permanente desplazamiento  en busca de nuevos  claros en el bosque cuando la zona  habitada anteriormente dejaba de ser productiva.
Los Karen  adoptaron en su mayoría el budismo de los Mons,   sin embargo,  en sus leyendas se hablaba de un gran  líder que volvería algún día y de un libro, lo cual  ciertamente facilitó la labor de los misioneros  evangelistas que  desde mediados  del siglos XIX entraron en contacto con los Karen convirtiendo al Cristianismo a casi un tercio de la población.  Además del budismo  practican ritos  de carácter claramente  animista.  Todas los seres vivientes  tienen su “K’la” o espíritu y el hombre además  posee  su "Tha” o alma  que   vigila su conducta moral.
 El idioma Karen es de raíz sino-tibetana y tiene tres dialectos principales de los cuales el “S’ghaw”  hablado por los Karen Blancos  o montañeses, es el más importante.  Fueron los misioneros quienes  partiendo del alfabeto birmano  dotaron al idioma de una  escritura.
Los Karen viven en núcleos de población pequeños como corresponde a  los pueblos en continua migración. Construyen sus casas  sobre pilotes  y utilizan el bambú y la paja trenzada como material de construcción.  Su dieta  está basada en el arroz y las legumbres   Crían cerdos y pollos  en la parte baja de la casa,  y sus comidas  preparadas en  fuego abierto  están fuerte especiadas  con chiles pero también con  cardamomo, jengibre,  tamarindo y lima.  La fruta principal  disponible  es la papaya, la banana y el longan.   A pesar de ser  en gran parte tribus montañesas no consumen opio pero son fumadores habituales  y en ocasiones propensos al alcohol.  La población de  más edad,  y principalmente las mujeres  mastican la nuez de betel  que es un euforizante  que  deja  su paladar permanentemente teñido de rojo brillante  y que  debido al fuerte contenido alcalino destruye sus encías.  En los campos de refugiados, y bajo la presión actual  a la que algunos de ellos están sujetos,  el uso de las anfetaminas  “Ya Ba” es  relativamente frecuente. 

Los Karen no tienen apellidos. Utilizan nombres monosilábicos  y para evitar confusiones suelen  asociar el nombre a algún acontecimiento o tipo de parentesco.  La familia  es de línea matriarcal.  El hombre al casarse abandona  la casa paterna  y vive  con sus suegros  hasta que el número de hijos le  obliga a independizarse.  La hija menor de la familia es la encargada de cuidar de los padres ancianos.  Estos son sumamente respetados, como los son  los ancianos en general, los maestros y toda  persona con instrucción. 

No es fácil describir la forma de vestir de los Karen ya que existen diversas versiones según  la rama étnica de la que se trate. Los que habitan  el territorio Karen y la zona de Tailandia limítrofe con Myanmar  usan  una  camisa o blusa de algodón, sin mangas y sin entallar   generalmente de color rojo  con bordados  geométricos verticales  acabados en  teselas. Este tipo de vestido, en el caso de las niñas puede descender hasta los tobillos.  Las mujeres  en general utilizan  el “Ni”  o sarong rojo con franjas  horizontales  muy adornadas en la parte inferior . Los hombres alternan el sarong  con amplios pantalones de seda de color azul o negro.  En las fiestas  suelen completar el atuendo con un turbante del mismo color que  el sarong.  Las mujeres solteras del poblado se distinguen por el color principalmente blanco  o claro de su atuendo.
Los Karen poseen y defienden fuertes valores morales y religiosos.  Todas las  poblaciones Karen mínimamente importantes  tiene su “wat” o templo, a veces con un único monje, que además de líder espiritual actúa como maestro, médico de hierbas, y consejero.   En general son humildes, tímidos y poco asertivos. Conviene insistir  ya que su primera reacción ante una invitación es negativa. Huyen del enfrentamiento directo y a veces prefieren decir  si o no según el deseo del interlocutor  aunque  después  hagan lo contrario de lo prometido.  Desprecian los gritos,  las gesticulaciones  y la pérdida  de compostura de los extranjeros.  No suelen practicar el “wai” o saludo tailandés y tampoco dan la mano, pero cuando la dan, lo hacen sosteniendo con la mano izquierda el codo de la mano derecha  involucrando así ambas manos  en señal de respeto.

A pesar de su timidez los Karen son gente alegre  que ama la música y el baile.  Sus danzas son  movidas y ruidosas, marcadas por el ritmo del tambor y por la sonoras  voces femeninas que con sus gestos y contorneos parecen provocar  y desafiar a un tiempo a sus parejas.

No es todo lo que he aprendido sobre los Karen, pero  es suficientemente para  sentir aún un mayor cariño por estas muchachas  y muchachos que sin papeles,  sin una nacionalidad definida, a caballo entre dos países, vienen a nuestra escuela y después de haberse iniciado en el idioma birmano se enfrentan al Tailandés y las vanidosas pretensiones del profesor de inglés. Estoy convencido de que el inglés no es lo más importante en sus vidas.  Mi papel  consiste en ayudarles a disfrutar de su niñez, hacer que ganen confianza en ellos mismos y quizá, pero solo quizá dejar el terreno allanado para que un día  vayan adquiriendo los conocimientos de inglés imprescindibles.   Hgaw ler ah  hgay ,    Fah    (Good morning, Fah)   -Htee bah na tha ku doh ma      (Nice to meet you)

20 de septiembre de 2013

Escuela de Bambú: Ayutthaya


Los niños tailandeses  aborrecen  cualquier cosa que se relacione con Birmania  y cuando sorprendido y   perplejo les pregunto el  por qué,  de una forma u otra  siempre acaban diciéndote que  los birmanos son malos porque quemaron Ayutthaya  en 1767.
Lo cierto es que cuando hoy visitas las ruinas de lo que fuera  la capital de Tailandia durante más de 400 años empiezas a  hacerte una idea cabal del cataclismo que supuso para Tailandia la destrucción completa de su capital incluidos palacios y  templos.  Estas ruinas  han sido declaradas  en 1991 patrimonio de la Humanidad y uno no puedo sino quedar sobrecogido por lo que debieron   ser esas esbeltas “ estupas”  los dorados  “prang”  y los escalonados tejados  recubiertos de brillante cerámica roja glaseada, de  estilizados  y puntiagudos  aleros, refulgiendo bajo el sol de Tailandia.

Hoy nos paseamos  por solares vacíos donde sólo aislados  esqueletos de ladrillo  calcinado siguen  dando testimonio del esplendor de los palacios y templos de entonces.  Las casas, las estructuras superiores de los templos, incluso muchos de los edificios palaciegos, construidos  con maderas nobles  como la teca o la madera roja,  perecieron bajo las llamas.  Sólo cabe pasear e imaginar.  Pasear  y contemplar  alguna  decapitada  estatua  de Buddha  cuyo sereno gesto  invita  al silencio.  
Si  nos proponemos visitar todas las ruinas acabaremos confundiendo  templos principales y templos secundarios. En efecto, profundamente religiosos los tailandeses  habían multiplicado los templos en su bella capital.  Desde el primer momento hice  mi elección  y me limité a visitar las ruinas del  Palacio Real mandado construir por el Rey fundador de Ayutthaya en 1350, el Rey U-Thong.  Hoy solo quedan algunas torres y partes de la sala principal del trono. En segundo lugar visité el templo Phra Ram que se situaba en la parte este del palacio real y del cual además  de “estupas” de menor importancia  se puede aún hoy admirar un impresionante “prang” o torre  principal del  templo en  estilo Khemer .   En el templo Mahathat me acerqué a contemplar  de cerca esa cabeza de estatua que olvidada  entre las ramas de un árbol acabó con el paso de los siglos siendo casi completamente absorbida  por él hasta  hacerse inseparable y que con frecuencia sirve de imagen representativa de las ruinas en su conjunto.  Me despedí de Ayutthaya visitando las ruinas del Templo Chaiwatthanaram  construido  en estilo Kmer, siguiendo  el modelo de Angkor  bajo el reino del  Rei Prasatthong que quiso así  hacer méritos en nombre de su madre y al mismo tiempo  celebrar  una victoria sobre las tropas Camboyanas.
Algún día volveré probablemente a hablar de Ayutthaya y de sus templos modernos, los que hoy frecuentan de manera asidua y piadosa los budistas tailandeses.  Esto templos,  también me impresionaron aunque por motivos diferentes y en algún momento me  gustará  hacer un comentario. 

Tras la destrucción de Ayutthaya,  el  valiente general  Taksin,  emprendió la reconquista del reino de Siam, traslado la capital a Thonburi  y tras un breve espacio de tiempo a su emplazamiento actual en Bangkok y dio origen a la Dinastía Chakri  de quien desciende  en línea directa  Su Majestad   Phuumiphon Adunyanej  que bajo el  nombre de Rama IX  reina hoy en Tailandia.


17 de septiembre de 2013

Escuela de Bambú: Cincuenta años después


Una de mis primeras salidas de Bangkok, recién llegado a Tailandia en 1963  fue una excursión con los alumnos a Bang Pa-In, un Palacio Real  a orillas del Menam Chao Praya a 80 kilómetros al norte de la capital.

 Construido por el Rey  Prasat Thong en 1632, quedó  parcialmente abandonado hasta que a mediados del siglo XIX el Rey Mongkut y particularmente  su hijo el Rey Chulalongkorn  lo rehabilitaran y construyeran los diferentes palacios entre  1872 y 1889 que sirvieron de residencia veraniega al monarca.
Por aquel entonces las fotografías en color eran un lujo, aunque de vez en cuando  nos atrevíamos con alguna diapositiva. En mi caso,  con poco dinero en el bolsillo, me conformé con   fotografías en blanco y negro.  Una de ellas, un templete en medio del lago, me pareció especialmente bella  y ampliada  y encuadrada me ha acompañado a lo largo de estos años.

Cincuenta años después,  vuelvo a Bang Pa-In y el lugar me sigue pareciendo  muy bello.   Encuadrada  en un apacible entorno campestre,  rodeada de canales que la comunican con  el Gran Río,  la finca alberga palacios construidos en diferentes estilos, desde  el más puro estilo neo-clásico pasando por el estilo chino o por es estilizado y colorido estilo tailandés.
Me vuelve a maravillar el templete que situado en  medio de un estanque  servía al monarca de vestidor antes de embarcar en la Nave Real  en la que se mostraba ante sus súbditos o más prosaicamente le llevaba de vuelta  al Palacio de la capital.
Nadie que venga a Tailandia debería irse sin visitar el lugar y las cercanas  ruinas de la antigua    capital del reino, Ayutthaya,  destruida por los birmanos en 1767, y declaradas patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1991.

In memoriam


Querido hermano,
Te has ido silenciosamente, sin ruido,  como la vela que ha derramado todas sus lágrimas de cera y sólo le queda un pálpito de luz.  Me prometiste que me esperarías, pero no pudo ser, por eso,  días atrás me mandaste un inequívoco mensaje a través de tu hijo.  Estoy muy lejos y nunca llegaría a tiempo para  acompañar a tu familia en este doloroso trance.  Perdóname  y haz que ellos también me perdonen, siempre estarán cerca de mi corazón. En cuanto a ti, creo que ahora más que nunca estaremos cerca porque necesitaré seguir hablando contigo, preguntándote   lo que harías, lo que dirías.

 Has sido, desde muy joven mi mejor amigo, el que cubría mis pequeñas trastadas.   Luego la vida nos separó muchos años, pero tus cartas, en nombre de toda la familia, me llegaban sin desmayo. Nos despedimos siendo  niños y nos reencontramos  adultos y volví a encontrar en ti al hermano  mayor, cariñoso,  siempre alegre, marido y padre de familia ejemplar  que con la ayuda de Cris supiste   multiplicar los panes y los peces día tras día  sin desmayo.     

Desde ese lugar  misterioso en el que nos esperas,  cuida de los tuyos y acuérdate de mi. Porque yo no dejaré de pensar en ti.  Saber que por fin  has dejado de sufrir,  constatar que estarás cerca  cuando  te  piense  es mi garantía  y es también mi mejor consuelo. 

8 de septiembre de 2013

Escuela de bambú: Wajiralongkorn Dam y Parque Nacional Khao Leam


Cuando en  1984 Thailandia concluyó la construcción de  la Presa   Wajiralongkorn  (así llamada en honor del  Príncipe Heredero)  cortaba  el paso de todas las aguas que fluían  por una vasta zona  montañosa  del noroeste de Tailandia  y creaba  un  lago  artificial de  más de  450 kilómetros cuadrados.  Los estrechos valles  quedaron  anegados por las aguas  y de las colinas sólo quedaron  las crestas más altas, que sorprendidas siguen mirándose en las cristalinas aguas que las rodean.  
            El parque  Nacional  Khao Leam  cedió a las aguas  aproximadamente un tercio de su superficie, pero  añadió  a la impresionante belleza de sus bosques, sus cascadas y sus  cuevas la belleza de ese inmenso lago  especular  en el que todo de duplica  invertido en su reflejo.
           Pasear por el lago en barca es una experiencia que recomiendo a cualquiera que se acerque a Tailandia  y quiera  escapar de las playas  atestadas  o de la contaminada capital.  incluso para los que vivimos al borde mismo  de ese inmenso lago,  un paseo en barco desde Bon Phi hasta la isla de los Cocoteros  (isla  Kati)  es una especie de recompensa  que no se puede desdeñar. 
          Salimos  de Sangklaburi  a primera hora de la mañana  con un grupo de alumnos y a las nueve de la mañana un barco relativamente grande  de 32 plazas nos recogió en el embarcadero de Bon Phi. Recorrimos  en una hora  a penas un tercio de la longitud total del lago y a pesar de que las imágenes se repetían una y otra vez no podíamos  dejar de contemplar  esas pequeñas islas entre las que avanzábamos  cubiertas con un penacho de espesa vegetación, y  erosionadas  en la base  por la suave  pero persistente caricia del agua  hasta dejar al descubierto su  arcillosa y rojiza  sustancia.

          Una de esas islas de consistencia más arenosa ha sido recientemente transformada por la iniciativa privada para llevar a cabo un interesante experimento  en la explotación del cocotero.  Por medio de injertos en laboratorio y cuidados intensivos en  invernadero hasta los 18 meses han creado un híbrido que produce unos cocos desprovistos de aceite pero de una carne blanda y gelatinosa, ideal para repostería y que con el nombre de "Ma Phrao"en el mercado alcanza el triple del precio  habitual para este fruto.
              En la actualidad producen según épocas del año entre 600 y 2000 cocos semanales y pudimos admirar con qué destreza y rapidez los cocos son arrancados  de los árboles mediante largas pértigas de bambú y  descortezados en menos de medio minuto. Probamos in situ el exquisito manjar, comimos las provisiones que llevábamos, contemplamos desde lo alto de la isla el impresionante  panorama y los más jóvenes pudieron bañarse en las cristalinas aguas del lago utilizando la borda del barco como trampolín. 
            Temprano por la tarde emprendimos el regreso contemplando ahora la impresionante cadena de montañas  que de norte a sur  surcan la región. En la cima de la más alta, la gigantesca esfera que protege las antenas de Vigilancia Area   de Seguimiento de Satélites y de Comunicaciones nos lanza plateados destellos.  Nos gustaría contemplar desde esa cumbre todo el valle y de una  simple ojeada la inmensidad del lago, pero parece ser que  el acceso está restringido. Habrá que conseguir el permiso correspondiente  y desde esa altura dibujar con los ojos pero sobre todo con el corazón el contorno de este precioso lago que, de paso, gracias a 5.500 millones de metros cúbicos de agua que desaloja mantiene activas las tres gigantescas hidro-turbinas de 100 MW cada una.
   

1 de septiembre de 2013

Escuela de Bambú: Juegos de niños

En este rincón de Tailandia, como en el resto del mundo, los niños juegan y se entretienen con cualquier cosa.  Si no están enfermos,   juegan; si están solos se inventan sus propios juegos, si están en grupo  organizan auténticos desafíos, descuben con qué jugar, crean sus propias reglas y se divierten  compitiendo.

Una de las cosas que me llamó la atención al llegar aquí fue constatar la universalidad de algunos juegos que creía exclusivos de nuestro país:  me sorprende el juego de la goma, al que jugaba mi hija cuando era niña y que sigue jugándose aquí con una cinta elástica elaborada con  multitud de pequeñas bandas de goma  de las que se utilizan para cerrar
las bolsas.   Nunca he entendido las reglas que intervienen en los saltos de uno y otro lado de la cinta, pero  es un hecho que la goma llega a alcanzar alturas impresionantes que las chiquillas superan con una destreza de jóvenes atletas. Me imagino que cada juego tiene su época y su momento y que a medida que avance el año escolar me encuentre con nuevos juegos conocidos o desconocidos pero siempre igual de ingeniosos. Mientras  tanto los más pequeños juegan a  empujar esas bandas de goma soplando sobre ellas para ver quien  las saca antes del terreno acotado,  o juegan a  dar la vuelta a los cromos  golpeándolos con el hueco de la mano,  o juegan con canicas, esas mismas canicas de cristal, redondas  y brillantes con las que jugábamos  nosotros cuando éramos pequeños.


Como en cualquier rincón del mundo el fútbol es el deporte  rey.  Afortunadamente balones no les faltan, los diferentes grupos de voluntarios que han pasado por aquí han dejado  un buen  número de ellos para que  los chiquillos no tengan que disputárselos.   También juegan al basket  de manera organizada.  Las cestas  son dos chiquillos aproximadamente de la misma altura  subidos a un silla y con una papelera en las manos.  Evidentemente la papelera se orienta  en la buena dirección lo que facilita el acierto de los tiradores.
Contaba ver a los muchachos ejercitarse en el “takraw”,  ese juego que consiste en golpear una pelota de mimbre con el pie, la rodilla, el codo o la cabeza y que comparten como juego nacional con Malasia, o  en el bádminton cuya supremacía acaba de ser arrebatada a china por una jugadora tailandesa, pero me imagino que nuestros chiquillos son aún muy jóvenes para esos deportes.

Lo que no  podía imaginar de ningún modo es la pasión que despierta el juego de damas tanto entre chicos como entre chicas.  Pensamos que la afición  les viene de la vecina  Myanmar donde residen la mayor parte de ellos, pero con dos o tres  filas de fichas se entablan partidas apasionadas.  Nuestro improvisado comedor y sus mesas de Bambú  se han convertido en  gigantescos dameros en cuando se  han   recubierto de una sencilla tabla de contrachapado.  Un  reciente visitante de Singapur, al ver tal afición  nos ha dado dinero para pagar los trofeos del  campeonato de damas que estamos a punto de organizar.