3 de febrero de 2012

Los Descendientes

Los descendientes ( The Descendents)
USA 2011
Dirección: Alexander Payne
Duración: 110 minutos

No es fácil hacer la reseña de esta película sin revelar parte de la trama, pero no quiero aguar la fiesta a nadie por lo que me limitaré a explicar por qué, sin ser una película inolvidable, es sin embargo una película interesante que merece la pena ver acompañado para, a la salida comentar alguno de los episodios.

En primer lugar el elenco de actores es estupendo, y no me refiero sólo a George Clooney que se mueve como pez en el agua en ese ambiente de drama con toques de comedia, que sabe reflejar en su rostro, la perplejidad, la ira, el desconcierto, pero también la comprensión, el perdón y el amor. Me ha llamado la atención la jovencísima Shailene Woodley que interpreta a la hija, Alexandra, y que siente como nadie el desconcierto y enfado de una adolescente defraudada que abandona el idealismo y se debate, desgarrada, entre el dolor de la pérdida y la indignación de la injusticia.

Por otra parte, la película plantea temas que no están en consonancia con en el marco paradisíaco de las islas Hawai, y todas las tópicos de exuberancia, camisas floreadas, playas doradas, mansiones de ensueño y cielos pintados de azul cobalto. En efecto, casi desde las primeras tomas nos enfrentamos a temas como la educación, la autoridad parental, el equilibrio entre trabajo y familia, la muerte digna, el amor y el perdón. Sin discursos, sin forzar las situaciones, es la propia trama de la historia la que nos enfrenta a situaciones en las que, identificándonos con los personajes, nos gustaría poder decidir, y sobre todo tener la oportunidad de comentar. Por eso mi sugerencia de verla acompañado.

Como concesión a la novela de la hawaiana Kaui Hart Hemmings, que ha inspirado la película, se ha introducido una sub-trama relativa a la conservación de la naturaleza, el patrimonio y las herencias, que no aportan gran cosa a la trama principal pero que dan pie a imágenes de arrebatadora belleza.

Finalmente, me ha gustado la dirección de Alexander Payne, que después de un prolongado silencio tras sus recomendables películas “A propósito de Schmidt” y “Entre Copas” vuelve a sorprendernos con este largometraje en el que destaco sobre todo su capacidad para dirigir autores, el ritmo que imprime al relato y su capacidad para transmitir a través de los silencios y de los planos las contradicciones de nuestros sentimientos y la imperfección de los seres humanos.